La manga riega, que aqu¨ª no llega
Tras la vocinglera respuesta de la tribu pol¨ªtico-medi¨¢tica protectora del juez Lia?o a la sentencia del Supremo que le conden¨® a perder la carrera por un delito continuado de prevaricaci¨®n, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y la Sala Segunda del Supremo han salido al paso de los insultos y calumnias vertidos contra los magistrados Garc¨ªa-Ancos y Bacigalupo, firmantes del fallo. La declaraci¨®n institucional del CGPJ, adoptada por 15 votos sobre 20, aclara que la cr¨ªtica leg¨ªtima de las resoluciones judiciales excluye las descalificaciones y los juicios de intenciones; no se trata s¨®lo -aunque tambi¨¦n -de que los insultos representen un atentado contra el honor de las personas: las injurias contribuyen adem¨¢s a "deslegitimar" a los tribunales e introducen "condicionamientos inaceptables" a su independencia. El comunicado del Pleno de la Sala Segunda del Supremo -aprobado por unanimidad- expresa igualmente su "rechazo" a esa feroz campa?a de "grav¨ªsimas descalificaciones e insultos".La circunstancia de que la mayor¨ªa de la Sala Segunda condenara hace un a?o a Barrionuevo y Vera por el secuestro de Segundo Marey priva de verosimilitud a la tosca coartada seg¨²n la cual Garc¨ªa-Ancos y Bacigalupo -firmantes en aquella ocasi¨®n de sendos votos discrepantes- habr¨ªan condenado a Lia?o con la finalidad de propiciar la nulidad de sus actuaciones como instructor del caso Lasa-Zabala. No era necesaria, por lo dem¨¢s, esa prueba. La misma Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional que revoc¨® en siete ocasiones los autos de Lia?o en el caso Sogecable, dictando finalmente el sobreseimiento de un sumario maliciosamente abierto en falso, revalid¨® por el contrario sus decisiones como instructor del caso Lasa-Zavala, elevado ya a juicio oral. Para que pudiera sostenerse en pie la burda patra?a de que Lia?o ha sido condenado como represalia por sus investigaciones sobre los GAL ser¨ªa necesario explicar al tiempo por qu¨¦ la tribu medi¨¢tica consagrada a canonizarle despelleja al juez Garz¨®n, ejemplar instructor de los dos sumarios de esa banda -el caso Amedo y el caso Marey - ya vistos por el Supremo.
Inasequibles al desaliento, los periodistas reprendidos por el CGPJ y por el Supremo prosiguen su desestabilizadora ofensiva contra la legitimidad y la independencia de los tribunales. En su triple condici¨®n -al parecer inextricable- de columnista de Abc, abogado de Lia?o y diputado del PP, Jorge Tr¨ªas declar¨®, nada mas conocer la condena de su cliente, que Garc¨ªa-Ancos y Bacigalupo hab¨ªan dictado su fallo "a sabiendas" de haber "perpetrado una tremenda injusticia" y anunci¨® los preparativos de una acci¨®n popular para querellarse contra los dos magistrados. El diputado-letrado-periodista finge aceptar el rapapolvo del Supremo sin perjuicio de repetir luego su cantinela: "Insultos, desde luego no, pero al Poder Judicial se le debe exigir un poco mas de seriedad".
Navarro Estevan, un juez trabucaire que dispara por la espalda metralla calumniosa contra sus colegas si le llevan la contraria, sentencia como periodista que el CGPJ ha volado "hasta la cima sina¨ªtica de los tr¨ªfidos" para forzar al parlamento a restablecer el delito de desacato, "falsa braga de honor" del corporativismo judicial. Tambi¨¦n el diario El Mundo se asombra de la poca correa del CGPJ y del Supremo: al fin y al cabo, cuando Pedro J. Ram¨ªrez llama "hijos de perra" a los dos magistrados y Jes¨²s Cacho afirma con su habitual salero que "los tegucigalpos dispuestos a liquidar Lia?os se compran con diners o dinars", no hacen sino ejercer sus derechos constitucionales. Desde Abc, Campmany se une tambi¨¦n a los c¨¢nticos en loor de "la gloria de la libertad de expresi¨®n" amenazada por el CGPJ; el director de Arriba y jefe del Sindicato Vertical del Espect¨¢culo durante el tardofranquismo tiene la caradura a?adida de presentarse como una v¨ªctima de la censura del r¨¦gimen al que tan abyectamente sirvi¨®. Cuando no exist¨ªan camiones de basura y los barrenderos limpiaban las calles con mangueras, los chavales sol¨ªan provocarles al grito de la manga riega, que aqu¨ª no llega. Tal es ahora la juguetona actitud de la tribu medi¨¢tica protectora de Lia?o: dado que la ley no les impide a Garc¨ªa-Ancos y Bacigalupo querellarse a t¨ªtulo personal contra sus agresores, "si no lo han hecho -incita provocadoramente El Mundo- es porque no se consideran injuriados ni calumniados".
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