Librecambismo entre corchetes
En los ¨²ltimos 45 a?os, el valor de las exportaciones mundiales se ha multiplicado por 100 hasta suponer alrededor de 5.500 millones de d¨®lares anuales. Este fuerte crecimiento de los flujos comerciales se ha traducido en un aumento de la presi¨®n competitiva que, tal y como prometieron Adam Smith y Ricardo, ha mejorado la reasignaci¨®n planetaria de recursos y se ha constituido en uno de los m¨¢s poderosos motores del crecimiento mundial. Pese a que los elegantes modelos de libro de texto que persuasivamente argumentan a favor del librecambio y la evidencia hist¨®rica, no todo el mundo se ha convencido de las inapelables ventajas de renunciar a los aranceles y otras barreras comerciales. Como consecuencia de ello, a lo largo de este periodo el n¨²mero de conflictos comerciales entre naciones ha aumentado sostenidamente, haciendo imprescindible la aparici¨®n de un organismo multilateral para fijar las reglas de juego y tratar de dirimir los conflictos. Este organismo originalmente fue el GATT, y ahora es la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), y su momento de mayor visibilidad, la celebraci¨®n de las "rondas liberalizadoras" que desde los a?os cincuenta se han celebrado peri¨®dicamente.El pr¨®ximo martes, d¨ªa 30, comienza en Seattle la Ronda del Milenio. Falta hace. A lo largo de la d¨¦cada de los noventa, la amenaza proteccionista se ha ido fortaleciendo sin cesar. Los casos antidumping iniciados se han multiplicado, muy especialmente en Estados Unidos, un pa¨ªs que ha sacrificado a sus variados lobbies su liderazgo intelectual a favor del libre comercio. Por otra parte, el crecimiento del d¨¦ficit comercial norteamericano, la tozudez de las subvenciones agr¨ªcolas de europeos y japoneses y las fricciones comerciales surgidas tanto en Asia como en Latinoam¨¦rica como consecuencia de la reciente volatilidad cambiara son factores poderosos. Son todos ellos factores que amenazan el orden comercial abierto que cre¨ªamos irreversiblemente consolidado. Aunque s¨®lo fuese para tratar medi¨¢tica y simb¨®licamente de conjurar todas esas amenazas, merec¨ªa la pena tratar de convocar la nueva Ronda. Sobre todo, pocos d¨ªas despu¨¦s de que el Senado de Estados Unidos haya dado luz verde a la integraci¨®n de China en la OMC y aceptado un proceso de desarme comercial realmente muy importante que afecta ni m¨¢s menos que al 20% de la poblaci¨®n mundial.
El ¨²nico problema es que el ¨¦xito de la Ronda no est¨¢, ni mucho menos, garantizado. La mejor prueba es que los ministros del ramo no han conseguido ponerse de acuerdo sobre la agenda de la reuni¨®n. Europa trata desesperadamente de ampliar al m¨¢ximo el n¨²mero de temas a debatir con la esperanza de que ello contribuya a diluir el peso de las inevitables y muy justificadas cr¨ªticas a su pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n. Estados Unidos quiere hablar de agricultura, servicios, comercio electr¨®nico y tecnolog¨ªas, pero le suena a anatema todo aquello que tenga remotamente que ver con la bien justificada propuesta de revisi¨®n de los procedimientos antidumping y de los compromisos alcanzados en la Ronda Uruguay sobre propiedad intelectual que traen en cartera los pa¨ªses en desarrollo. Finalmente, los pa¨ªses emergentes recelan con la misma intensidad de las propuestas de "comercio limpio y justo" que quieren imponer los pa¨ªses desarrollados y los lobbies que rodear¨¢n el lugar donde se celebrar¨¢ la sesi¨®n inaugural.
El resultado de todos estos desencuentros es que a los ministros les est¨¢ esperando en Seattle un borrador de declaraci¨®n lleno de bellas palabras y deseos, pero con la mayor¨ªa de las frases entre corchetes. Si no parece f¨¢cil que se pongan de acuerdo sobre lo que deber¨ªan discutir, imag¨ªnense las dificultades para llegar a acuerdos razonables.
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