Las ayudas traen mar gruesa a Algeciras
Los fondos del Gobierno a marineros y armadores por el final del acuerdo con Marruecos dividen a la poblaci¨®n
El muelle pesquero del puerto de Algeciras est¨¢ hasta los topes; los barcos, peque?os y con poca pinta de aguantar el embate del estrecho, aguardan amarrados: el levante se ha puesto revoltoso y no se puede salir. La mayor¨ªa tampoco lo har¨¢n hoy ni la semana que viene, aunque el viento amaine. Tendr¨¢n que esperar, como poco, al 20 de diciembre, aunque todos se preparan para, al menos, un par de meses de parada. No creen que salga nada concreto de la primera entrevista entre el Gobierno marroqu¨ª y la Comisi¨®n Europea para debatir un nuevo acuerdo pesquero. "Es cosa de Gobiernos, ir¨¢ lento", indica uno de los dos tripulantes marroqu¨ªes del Marbe, que a¨²n almacena la ¨²ltima carga de gambas y pescadillas arrancadas al caladero marroqu¨ª antes de la medianoche del martes, fecha l¨ªmite del anterior convenio.Los 34 barcos afectados por el par¨®n que tienen base en Algeciras enrolan a casi 500 tripulantes, entre ellos cerca de un centenar de marroqu¨ªes; el ¨²ltimo acuerdo con el pa¨ªs norteafricano obligaba a la constituci¨®n de empresas mixtas y a incorporar dos o tres marineros magreb¨ªes a cada barco. "Nosotros queremos trabajar, donde sea", insiste el tripulante del Marbe, ante el silencio c¨®mplice de una decena de compatriotas que reh¨²yen cualquier pregunta. Apenas asienten con la cabeza para indicar que ellos tambi¨¦n recibir¨¢n las ayudas previstas por el Ministerio de Agricultura: 151.000 pesetas al mes, mientras dure el acuerdo.
"Eso lo tengo que ver todav¨ªa". Jos¨¦ Luis Barrientos, 30 a?os en la mar y dos como cocinero del San Agust¨ªn, cree que cuando llegue el primer cheque del Ministerio, "seguro que ser¨¢ menos, habr¨¢ que quitar cosas". De todos modos, se considera afortunado: ser¨¢ uno de los 278 marineros de Algeciras que recibir¨¢ la ayuda p¨²blica. "Para recibir el dinero tienes que demostrar que llevas tres meses faenando y se ha quedado mucha gente fuera", explica a la puerta de su casa, en la barriada de Saladillo.
El cocinero ha dedicado parte de su primera ma?ana en tierra a limpiar su casa y a trastear con dos de sus seis hijos. "Tenemos suerte: mi mujer tiene contrato en una conservera, pero vuelve reventada", explica a voz en grito, por encima de una m¨²sica a todo volumen. Barrientos tiene claro que prefiere estar "trabajando la mar". "Ahora, hasta enero o febrero, es cuando est¨¢ todo m¨¢s revuelto y entra mucha aguja y bonito", lo que, aclara, se traduce en m¨¢s dinero a repartir; bastante m¨¢s que las 150.000 que van a cobrar. "Son los meses buenos, luego no pasamos de las 80.000 pesetas". Y tiene muy claro que "va a haber bulla" mucho antes. "Los marroqu¨ªes cobran aqu¨ª y luego se embarcar¨¢n all¨ª y nos tratar¨¢n de meter sus camiones con pescado por el puerto", explica y se?ala por la ventana: "All¨ª volcamos uno la otra vez".
La "otra vez" fue hace cuatro a?os, cuando la finalizaci¨®n de otro acuerdo pesquero con Marruecos tuvo a la flota artesanal andaluza (de la que apenas quedan 200 barcos) amarrada siete meses. "Entonces yo no tuve ayuda y ten¨ªa que mariscar erizos para sacar unas pesetas", recuerda el marinero de San Agust¨ªn. En la misma situaci¨®n se quedar¨¢n ahora muchos de los rederos y trabajadores de la lonja que normalmente aguardan en tierra a que los pesqueros descarguen. "Nos gastaremos el paro... Y cuando acabemos, [nos gastaremos] los cuatro duros que tenemos ahorrados. Y eso... quien ahorr¨®", explica Pedro, que, sentado junto a tres compa?eros, remienda una ristra de redes multicolores y desgastadas sin prestar la m¨¢s m¨ªnima atenci¨®n al fuerte viento que balancea a una veintena de barcos. Pedro, como los otros, naci¨® en Villajoyosa (Alicante) y, como los otros, lleva d¨¦cadas en Algeciras. "Esto va a durar lo mismo que la otra vez", sentencia, "los marroqu¨ªes siempre esperan hasta que hay hambre y entonces nos ablandan". Los rederos insisten en que "la ayuda tiene que venir para todos, porque el caladero se acaba para todos".
M¨¢s radical se muestra Vicente Cortelle, el gerente de una de las dos f¨¢bricas de hielo del puerto, paradas desde la misma medianoche del martes. "La televisi¨®n y los peri¨®dicos s¨®lo hablan de los marineros y los armadores; y aqu¨ª hay mucha m¨¢s gente que lo va a pasar mal", explica en la oficina de la f¨¢brica, visiblemente enojado. Cortelle recuerda que el Congreso y el Parlamento andaluz aprobaron en 1996 dos proposiciones no de ley en las que se reclamaba al Ejecutivo una l¨ªnea de compensaciones para el sector no extractivo (f¨¢bricas de hielo, vendedores de pescado, exportadores) perjudicado por el par¨®n de la flota. "De aquello, nada de nada", afirma el gerente, que tuvo que pedir un cr¨¦dito para hacer frente a las p¨¦rdidas.
Ahora, Cortelle ya ha rellenado los papeles para la regulaci¨®n temporal de empleo de los ocho trabajadores. "Lo que no les entra en la cabeza a los Gobiernos es que esto es como un barco m¨¢s", dice Felipe Lonches, que, junto a tres compa?eros, repara uno de los generadores el¨¦ctricos que sirve para fabricar el hielo -hasta 250 toneladas por d¨ªa, seg¨²n el gerente- que cargan los barcos para mantener fresca la pesca seis o siete d¨ªas hasta arribar a puerto. "Aqu¨ª, dependemos totalmente de los barcos de Marruecos", explica Lonches, que el pr¨®ximo mes s¨®lo cobrar¨¢ 120.000 pesetas de paro. "Y tengo ocho hijos", asegura.
"Queremos que a los pescadores les den lo m¨¢ximo, pero a nosotros tambi¨¦n", dice el gerente de la f¨¢brica, quien afirma que sus instalaciones "tienen mucha m¨¢s inversi¨®n que un barco, unos 500 millones de pesetas". Cortelle admite que "no se puede dar ayudas a todo Algeciras" y que "la cosa es dif¨ªcil de valorar", pero esgrime que su f¨¢brica est¨¢ "directamente afectada". "S¨®lo mantenerla me va a llevar 350.000 pesetas al mes".
En las d¨¢rsenas del puerto los agraciados por las ayudas del Ministerio escasean, "est¨¢n ya casi todos en casa", asegura Francisco Giner, motorista de un pesquero, que a¨²n estar¨¢ en Algeciras "15 o 20 d¨ªas, reparando y pintando", antes de pasar unos d¨ªas por Santa Pola, su pueblo.
Gabriel Luque est¨¢ en su peque?o cami¨®n con un amasijo de redes que el levante amenaza con volcar. Vuelve a recordar la misma cantinela: "Los aut¨®nomos no vamos a cobrar un duro".
Como dir¨ªa Jos¨¦ Luis, el cocinero del San Agust¨ªn, en Algeciras, a pesar del dinero p¨²blico, "habr¨¢ bulla". ?l tiene muy claro cu¨¢l ser¨¢ el resultado de las negociaciones: "La mitad de los barcos, al desguace, que falta les hace y los mejores, llenos de marroqu¨ªes".
Los rederos dicen que la subvenci¨®n tiene que venir para todos porque el caladero se acaba para todos
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