Estallido de irritaci¨®n en el Bernab¨¦u
Cuatrocientos aficionados arrojan piedras al autob¨²s del Madrid tras el partido
Los aficionados madridistas vivieron y acabaron el partido enfurecidos, pero 400 de ellos no se fueron a casa a masticar su indignaci¨®n: prefirieron esperar la salida del autob¨²s que llevaba a los jugadores, y arrojarle latas de bebidas y piedras. Una escena fuerte, de la que no se recuerdan precedentes cercanos en Chamart¨ªn. Fue la manera en la que el madridismo expres¨® su descontento tras una noche fren¨¦tica, en la que mientras el equipo transitaba sin pena ni gloria por su peor derrota en casa del ¨²ltimo cuarto de siglo, en la grada los insultos alcanzaban niveles superlativos.A las ocho y media de la noche, mientras los jugadores calentaban sus m¨²sculos sobre el c¨¦sped del campo, parec¨ªa que la afici¨®n del Bernab¨¦u hab¨ªa perdonado a su equipo. Una muy buena entrada (m¨¢s de 60.000 personas) y un clima distendido que presagiaban una noche tranquila de f¨²tbol en Chamart¨ªn. Una hora despu¨¦s, el monstruo dormido que guardaba cada aficionado en su interior ya hab¨ªa estallado, y el ambiente en el estadio se hab¨ªa vuelto insoportable para los jugadores madridistas. Tambi¨¦n para la directiva, con la que los aficionados se ensa?aron especialmente. El Bernab¨¦u se volvi¨® una olla a presi¨®n, y en esa histeria se mezclaban el estruendo con los pitos al equipo y los aplausos al Zaragoza, iron¨ªa con la que la afici¨®n premiaba al Madrid.
Fue un partido de locos, con un ambiente hipertenso en la grada que contrast¨® con la indolencia del Madrid en el campo, que s¨®lo durante un minuto (entre el descuento de Ra¨²l y el cuarto gol del Zaragoza) mostr¨® nervio, algo parecido a lo necesario para la remontada.
Tan rara estuvo anoche la meteorolog¨ªa de la grada que hasta un espont¨¢neo se meti¨® en el campo y, con el bal¨®n en juego, se dedic¨® en el borde del ¨¢rea que ocupaba entonces Bizzarri a saludar muy tranquilamente al Fondo Sur. Fue desalojado r¨¢pidamente (y hasta excesivamente) por un guarda jurado, que, quiz¨¢s confundido por la crispaci¨®n, a poco estuvo de golpear al hincha intruso.
La afici¨®n eligi¨® primero a dos o tres jugadores para dedicarles su enojo: as¨ª fueron cayendo Guti, Seedorf y Bizzarri. Con el 0-3 la silbatina ya fue general, sin destinatarios fijos. "Que nos den las camisetas, que esta hinchada juega mejor", gritaban los aficionados, mezclando ya la furia con el humor negro. El que se salv¨® de la quema fue el entrenador, Vicente del Bosque, con el que los hinchas a¨²n muestran piedad, y le reconocen que s¨®lo lleva poco m¨¢s de dos semanas en el cargo.
Ambos bandos, jugadores y afici¨®n, tendr¨¢n poco tiempo para reflexionar sobre sus sensaciones: volver¨¢n a encontrarse pasado ma?ana martes, cuando el equipo enfrente al Rosenborg noruego en la segunda jornada de la Liga de Campeones. Ser¨¢ la noche de un nuevo asalto, o de una dif¨ªcil reconciliaci¨®n.
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