Prohibidos los chistes en Italia
Pol¨¦mica querella del primer ministro, Massimo d"Alema, contra un humorista pol¨ªtico
El primer ministro italiano, Massimo d"Alema, no pasar¨¢ a la historia por su sentido del humor, ni por sus buenas relaciones con el llamado "cuarto poder". Y eso que en los trece meses que lleva al frente del Gobierno de centro-izquierda ha hecho esfuerzos por desprenderse de la fama de tipo antip¨¢tico y dif¨ªcil que le preced¨ªa. Para empezar, al poner el pie en Palazzo Chigi (sede del Gobierno), rompi¨® una lanza en pro de la armon¨ªa con la prensa retirando las querellas que ten¨ªa presentadas por entonces contra unos cuantos plumillas.Pero todos los esfuerzos de cambio de imagen se han desvanecido como el humo con la reciente decisi¨®n de D"Alema de querellarse contra Giorgio Forattini, uno de los dibujantes de vi?etas de humor m¨¢s conocidos de los lectores de prensa italianos. La decisi¨®n del primer ministro ha provocado una ruidosa pol¨¦mica en la que han hecho frente, en contra suya, periodistas, pol¨ªticos e intelectuales de todas las tendencias, incluida, por supuesto, la izquierda. La gente se pregunta si D"Alema ha perdido la cabeza, pero el l¨ªder ex comunista no parece dispuesto a ceder, porque considera que, m¨¢s que una vi?eta de humor, el chiste en cuesti¨®n, aparecido el 11 de octubre en la primera p¨¢gina de La Repubblica (un peri¨®dico de izquierdas normalmente sost¨¦n del Gobierno) expresaba pura y simplemente una mentira. Era una informaci¨®n calumniosa.
Forattini, excelente dibujante y anti-comunista visceral, representaba a D"Alema, -una de sus v¨ªctimas favoritas- con manguitos y visera de antiguo bur¨®crata, borrando con tipex algunos nombres de la lista de supuestos esp¨ªas que figuraban en el dossier Mitrokhin. El dibujo iba acompa?ado de un breve di¨¢logo. Una voz que llegaba desde fuera de la vi?eta reclamaba: "?Llega esa lista de una vez?" y el primer ministro contestaba: "Un momento, que no se ha secado todav¨ªa el typex". La menci¨®n a un hipot¨¦tico "maquillaje" del dossier Mitrokhin, la famosa documentaci¨®n procedente de los archivos del KGB, entregada a Roma por los servicios secretos brit¨¢nicos, fue demasiado para D"Alema.
En su d¨ªa, el primer ministro se hab¨ªa visto obligado a entregar el dossier al Parlamento, ante la presi¨®n casi furiosa de la oposici¨®n y la prensa. La broma de Forattini, (un dibujante siempre ¨¢spero con el actual jefe del Gobierno, al que representa con uniforme de comisario pol¨ªtico y gorra de plato), le pareci¨® esta vez demasiado. Y, sin pens¨¢rselo dos veces, D"Alema descolg¨® el tel¨¦fono y pidi¨® a sus abogados que presentaran una querella por difamaci¨®n contra el famos¨ªsimo dibujante, al que reclama adem¨¢s 255 millones de pesetas a cuenta de los da?os morales sufridos. D"Alema exime de toda culpa al rotativo del que se habr¨ªa valido el dibujante para "difamarle".
Muchas de las firmas m¨¢s destacadas de La Repubblica, ideol¨®gicamente afines a D"Alema, intervinieron en el peri¨®dico para pedir un poco de sentido com¨²n al primer ministro. "No le pido que se r¨ªa de la vi?eta, porque a veces hacen mucho da?o", escrib¨ªa el periodista Gad Lerner, invitando a D"Alema a darle otro tipo de respuesta a Forattini, una carta abierta en el diario, por ejemplo.
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