Los transg¨¦nicos, a la luz de los argumentos
Un representante de Greenpeace y un cient¨ªfico especializado en tecnolog¨ªa de alimentos debaten sobre las ventajas de los alimentos gen¨¦ticamente modificados
Ricardo Aguilar, responsable de campa?as de Greenpeace en Espa?a, y Francisco Garc¨ªa Olmedo, catedr¨¢tico de la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenieros Agr¨®nomos de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid, se reunieron el pasado jueves a petici¨®n de EL PA?S para debatir sobre los alimentos transg¨¦nicos y sus implicaciones econ¨®micas, sanitarias y medioambientales. Ambos hicieron especial ¨¦nfasis en el modelo de agricultura que estos avances t¨¦cnicos pueden imponer y en sus implicaciones para la alimentaci¨®n en el Tercer Mundo. Lo que sigue es un amplio extracto de su conversaci¨®n.
EL PA?S
Independientemente de las consideraciones sanitarias o medioambientales, las semillas modificadas gen¨¦ticamente, y los alimentos derivados de ellas, han suscitado cierta preocupaci¨®n por el hecho de que sean s¨®lo unas pocas empresas multinacionales las que las desarrollan y comercializan.
Ricardo Aguilar
En Greenpeace consideramos que con ese tipo de patentes sobre la vida, como se las suele llamar, se van a generar oligopolios que van a limitar el libre acceso a la investigaci¨®n, y van a provocar que la vida como tal, los genes, los animales, las plantas, dejen de ser patrimonio de la humanidad para convertirse en patrimonio de unas cuantas grandes empresas. El que tiene las patentes impone tambi¨¦n las reglas del juego. Y est¨¢ el problema de la llamada biopirater¨ªa: se est¨¢n patentando genes y sustancias que hasta ahora han sido utilizadas de forma tradicional por muchos pueblos ind¨ªgenas y por comunidades locales.
Francisco Garc¨ªa Olmedo
Aguilar mezcla al menos tres conceptos distintos. El primero es la propiedad intelectual, sin la cual no hay innovaci¨®n. Nadie escribir¨ªa un libro si luego no pudiera proteger sus derechos sobre el texto, y lo mismo se aplica a las semillas transg¨¦nicas. La segunda cuesti¨®n es que la propiedad intelectual se concentre en pocas manos, lo que s¨ª es un problema. Y la tercera es la biopirater¨ªa, o apropiaci¨®n por la industria farmac¨¦utica de plantas medicinales aut¨®ctonas, un terreno en el que se han dado verdaderos atropellos en ocasiones, pero que no tiene absolutamente nada que ver con los transg¨¦nicos.Centr¨¢ndonos en el punto relevante, hay que decir que la industria s¨®lo tiene dos alternativas para proteger su inversi¨®n en investigaci¨®n: el secreto o la patente, y la segunda es la m¨¢s deseable debido a que la transparencia permite una investigaci¨®n m¨¢s equilibrada, sometida a escrutinio, abierta a soluciones alternativas. Lo que le est¨¢ dando poder a las grandes empresas -y lo que acelera el proceso de concentraci¨®n- no son las patentes, sino el progresivo encarecimiento de llevar a la pr¨¢ctica una buena idea innovadora. El proceso de aprobaci¨®n de los transg¨¦nicos es realmente barroco, con muchas pruebas innecesarias, y sale tan caro que s¨®lo las multinacionales pueden afrontar los costes.
R. A. Es cierto que la biopirater¨ªa es una cuesti¨®n m¨¢s amplia que los transg¨¦nicos, pero ¨¦stos han dado lugar a situaciones legales nuevas, como las patentes. Los campesinos latinoamericanos, por ejemplo, se han quejado ante nuestra organizaci¨®n de que son ellos quienes han aportado todo el material que las empresas han utilizado para la investigaci¨®n, unas plantas que ellos han usado y mejorado durante miles de a?os, y de que ahora las empresas les venden las semillas patentadas.
F. G. O. El 90% del trigo que se cultiva hoy en ?frica [no transg¨¦nico] se gener¨® en el Centro de Mejora del Ma¨ªz y del Trigo de M¨¦xico, dirigido por el premio Nobel de la Paz Norman Borlaug, y esas variedades fueron suministradas libres de cargo a todos estos pa¨ªses. Por cierto, que Espa?a ha sido beneficiario neto de esa operaci¨®n, porque no ha sido muy altruista, y s¨®lo ha contribuido a esa aventura con cifras francamente rid¨ªculas.
R. A. Pero hasta ahora, la legislaci¨®n (por ejemplo, la convenci¨®n europea de patentes) prohib¨ªa patentar plantas, animales y ¨®rganos humanos, y en los ¨²ltimos a?os, con la modificaci¨®n por ingenier¨ªa gen¨¦tica, se est¨¢ modificando la situaci¨®n.
F. G. O. Lo que se patentan son las innovaciones: no el gen, sino lo que hace el gen, y c¨®mo usarlo en cierto contexto para resolver un problema. Cuando algo ya era conocido, no es patentable. Las patentes que han salido adelante hasta ahora son las que implican una inversi¨®n en investigaci¨®n para la empresa.
EL PA?S. ?Qu¨¦ problemas plantean los transg¨¦nicos para los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo?
R. A. La aplicaci¨®n de la ingenier¨ªa gen¨¦tica a la agricultura no es m¨¢s que una nueva vuelta de tuerca en el proceso general de la transformaci¨®n agr¨ªcola, que ha provocado una serie de inconvenientes bastante graves, principalmente de p¨¦rdida de diversidad gen¨¦tica y de incremento del uso de plaguicidas, de t¨®xicos, de erosi¨®n del suelo, de creaci¨®n de monocultivos. Se tiende a un tipo de agricultura que es totalmente insostenible. La ingenier¨ªa gen¨¦tica es un camino acelerado hacia una agricultura que no es acorde con los acuerdos internacionales sobre desarrollo sostenible, medio ambiente y preservaci¨®n de la diversidad gen¨¦tica.
F. G. O. Es rigurosamente falso que haya disminuido la diversidad gen¨¦tica. Cuando se produce una innovaci¨®n notable, como ocurri¨® a principios de los a?os ciencuenta, empiezan a aparecer unas variedades que rinden mucho m¨¢s y adquieren protagonismo. Lo normal es que lleguen a ocupar, en cada pa¨ªs, una quinta parte de la superficie cultivada. Pero no se trata m¨¢s que de un efecto fundador. Ahora mismo, ninguno de los pa¨ªses que ten¨ªan ese predominio de un solo cultivo tiene ninguna variedad que domine m¨¢s de un 5% de la superficie cultivada.
Por otro lado, una variedad moderna de trigo o de ma¨ªz requiere menos energ¨ªa, menos suelo, menos plaguicidas y menos fertilizantes por tonelada de alimento producido. Gracias a esto, los alimentos han crecido un 15% m¨¢s que la poblaci¨®n. Gracias a ese super¨¢vit, el precio de los alimentos se ha reducido a una cuarta parte de lo que costaban hace 30 a?os, en divisas constantes.
Y el problema grav¨ªsimo en los pa¨ªses del Tercer Mundo no es que les inundemos de transg¨¦nicos, sino todo lo contrario: que se est¨¢n quedando marginados de ellos. Hasta ahora no hab¨ªa habido una barrera a la transferencia de tecnolog¨ªa agr¨ªcola: el trigo que se planta en Asia es el mismo que usamos en Espa?a. Pero ahora, como las semillas transg¨¦nicas son propiedad privada, y en muy pocas manos, hay que presionar a esas grandes empresas y a otras entidades para que se creen los mecanismos de transferencia.
EL PA?S. ?Para que desarrollen ellos mismos las tecnolog¨ªas?
F. G. O. Eso ser¨ªa lo ideal. Tienen personas formadas, porque en los laboratorios de Occidente hay una mayor¨ªa aplastante de t¨¦cnicos de pa¨ªses en desarrollo. Pero hay que incrementar alg¨²n tipo de investigaci¨®n cooperativa. La red de institutos existente podr¨ªa servir si se reorientara. Es urgent¨ªsimo transferir la tecnolog¨ªa de los transg¨¦nicos al Tercer Mundo.
R. A. Las modificaciones que se han hecho no han respondido s¨®lo a que las variedades tradicionales fueran insuficientes, sino que en muchas ocasiones el mercado determina qu¨¦ tipo de productos son los que quiere, porque son m¨¢s f¨¢ciles a la hora de procesarlos o porque se genera una demanda ficticia, como que el algod¨®n tenga que ser blanco o de colores.
F. G. O. Lo que se imputa a los gen¨¦ticos es a menudo responsabilidad del consumidor. El mejor mejorador de fresas de Espa?a est¨¢ en M¨¢laga. Tiene fresas de todos los colores, sabores y aromas. Pero tiene que mandar al mercado lo que el comprador le pide: fresas gordas, rojas y dulces. Que podamos conseguir una fruta de Tailandia sin m¨¢s que acercarnos al supermercado es un logro de la humanidad, con todos los defectos que se le quieran poner.
R. A. Aqu¨ª subyacen diferentes visiones del modelo al que se quiere ir. Lo que a m¨ª me parece totalmente absurdo es traer productos de Chile o de Taiwan. Supone un enorme gasto de combustible, de emisiones de CO2 a la atm¨®sfera, etc¨¦tera, para llevarlos de un sitio a otro. Si evalu¨¢ramos todos esos gastos, nos dar¨ªamos cuenta de que es una verdadera locura. Ciertos tipos de comercio son v¨¢lidos, pero un modelo de comercio en que un producto de cultiva aqu¨ª, se procesa all¨ª, se envasa en otro lado y acaba volvi¨¦ndo envasado al mismo sitio donde se cultiv¨® es absurdo.
F. G. O. No mezclemos conceptos. Yo tambi¨¦n creo que es imprescindible reducir las emisiones de CO2. Pero en cada pa¨ªs no podemos producir de todo.
R. A. De vez en cuando se puede hacer alg¨²n intercambio, pero la obsesi¨®n por tener absolutamente de todo no se puede mantener. Que toda la poblaci¨®n mundial tuviera lo que tenemos nosotros en nuestros supermercados es absolutamente impensable. No hablo s¨®lo de agricultura: tambi¨¦n de pesca, de ganader¨ªa. Es cierto que, puesto que producimos m¨¢s de lo que necesitamos realmente para consumir, pueden bajar los precios. Pero por el mismo razonamiento, si talamos m¨¢s ¨¢rboles, conseguimos m¨¢s madera y podemos reducir el precio del papel. Pero ?hasta d¨®nde podemos llegar con esta estrategia de sobreproducci¨®n, que responde m¨¢s a la l¨®gica del mercado que a la de solucionar los verdaderos problemas sociales, mientras las desigualdades entre el norte y el sur se siguen agravando? Por ejemplo, se est¨¢ destruyendo selva para hacer unos cultivos absurdos, inadecuados a ese suelo.
F. G. O. Los transg¨¦nicos, de momento, no est¨¢n hechos para responder a las necesidades espec¨ªficas del Tercer Mundo, ni siquiera a la de los consumidores occidentales, sino a las dos demandas m¨¢s universales de todos los agricultores de cualquier pa¨ªs: primero, producir m¨¢s por hect¨¢rea; y segundo, reducir el uso de pesticidas y fertilizantes. Habr¨¢ que ver caso por caso, pero los transg¨¦nicos que han sido aprobados hasta ahora responden a buenas razones agron¨®micas, y lo que es urgente es encontrar una forma de facilitar este tipo de productos al Tercer Mundo. Y tambi¨¦n evitar que todos los derechos de patente recaigan en dos o tres empresas.
R. A. Se puede hablar mucho de ventajas agron¨®micas y nutritivas, pero, si nos centramos en lo que hay ahora mismo en el mercado, estas empresas han dicho que van a solucionar el hambre en el mundo.
F. G. O. ?se es un slogan tan deplorable como los que us¨¢is vosotros los ecologistas.
R. A. Lo que se est¨¢n modificando son algod¨®n, tabaco, flores y semillas para aceite industrial. Tambi¨¦n soja y ma¨ªz, pero casi siempre para la alimentaci¨®n del ganado. Nada de esto tiene nada que ver con el hambre en el Tercer Mundo.
F. G. O. La raz¨®n de esto es que la innovaci¨®n se ha centrado en primer lugar en las grandes cosechas que se prestaban a ello, y en modificar caracter¨ªsticas que no afectan generalmente al producto propiamente dicho, sino a aumentar su rendimiento, su resistencia a las plagas, etc¨¦tera. La lecitina de soja transg¨¦nica es exactamente igual que la de una que no lo sea, s¨®lo que ha sido m¨¢s f¨¢cil y menos da?ino para el medio ambiente producirla.
EL PA?S. ?Qu¨¦ riesgos tienen para la salud y el medio ambiente los transg¨¦nicos?
R. A. Realmente, en lo que m¨¢s nos hemos centrado en el asunto del impacto ambiental, m¨¢s que en la cuesti¨®n sanitaria.
El PA?S. Entonces, ?Greenpeace descarta los riesgos para la salud humana?
R. A. No, ¨¦se es un debate que existe, y es importante.
F. G. O. No tiene sentido hablar globalmente sobre los riesgos de los transg¨¦nicos. Habr¨¢ que ver caso por caso.
R. A. No estoy de acuerdo, porque creo que la propia t¨¦cnica de la ingenier¨ªa gen¨¦tica aplicada a la agricultura genera una serie de problemas distintos a los de la mejora de semillas tradicional. Por un lado, los transg¨¦nicos no est¨¢n logrando incrementar el rendimiento de las cosechas en absoluto. Y en cuanto a la reducci¨®n de pesticidas, los datos est¨¢n ah¨ª: las ventas mundiales de pesticidas no se han reducido. Adem¨¢s, en el caso de las plantas transg¨¦nicas que producen toxinas para matar a ciertos insectos que las atacan (como el ma¨ªz Bt, que resiste a la plaga del taladro), tambi¨¦n mata a otros insectos, como es el caso de la mariposa Monarca, seg¨²n ha demostrado un estudio de la Universidad de Cornell. Y no se han hecho suficientes estudios para ver a cu¨¢ntas otras especies afectan.
F. G. O. No estoy de acuerdo en casi nada. El incremento del rendimiento est¨¢ demostrado por encima de toda duda, y se est¨¢n alcanzando r¨¦cords de cosechas. Las semillas transg¨¦nicas son m¨¢s caras que las tradicionales, y ning¨²n agricultor las plantar¨ªa si no les ofreciera una ventaja de rendimiento.
R. A. Las pueden plantar porque les facilita el trabajo.
F. G. O. ?sa ser¨ªa una raz¨®n respetable, pero es que adem¨¢s, los datos demuestran que mejoran el rendimiento. Y, en cuanto a la resistencia a plaguicidas, los datos son igual de claros: el algod¨®n transg¨¦nico, por ejemplo, supone cinco tratamientos menos contra plagas que el tradicional. Cinco menos. Si la mitad del algod¨®n que se siembra en Espa?a fuera transg¨¦nico, nos ahorrar¨ªamos mil toneladas de insecticidas al a?o. En cuanto al ma¨ªz Bt y la mariposa Monarca, baste mencionar que este a?o hay en Estados Unidos m¨¢s ma¨ªz Bt que en cualquier otro momento de la historia, y m¨¢s mariposas Monarca que nunca. En el experimento de Cornell, las mariposas eran forzadas a comer polen transg¨¦nico, pero esta especie, en la naturaleza, no come polen de ning¨²n tipo. De hecho, si se les fuerza a comer polen no transg¨¦nico, se mueren igual. M¨¢s a¨²n: el ma¨ªz Bt es una innovaci¨®n s¨®lo relativa, porque la toxina del Bacilus turigiensis (que ahora produce el propio ma¨ªz transg¨¦nico) se usaba desde hace 30 a?os espolvoreada desde una avioneta, sin que ning¨²n grupo ecologista protestara por ello, pese a que es mucho m¨¢s perjudicial para la mariposa Monarca que el ma¨ªz transg¨¦nico. El Bt es el insecticida m¨¢s selectivo que se conoce. A las plantas transg¨¦nicas se les est¨¢n exigiendo unas garant¨ªas que, el d¨ªa que se les pidan a la agricultura normal, o a la llamada ecol¨®gica, habr¨¢ que cerrar todos los campos de cultivo. Nunca en la historia de la innovaci¨®n agr¨ªcola se han exigido estudios que ni siquiera rocen el grado de innovaci¨®n previa que se exige a los transg¨¦nicos.
R. A. Yo creo que hay un debate cient¨ªfico muy importante en esto, y creo que por eso se est¨¢n exigiendo todas esas garant¨ªas. Y adem¨¢s hay una propaganda tremenda por parte de las empresas que introducen estas semillas (Novartis, Monsanto, Dupont), que venden, por ejemplo, ma¨ªz transg¨¦nico resistente al taladro en sitios donde no existe el taladro.
F. G. O. Yo tambi¨¦n me opongo a esa publicidad exagerada, pero no olvidemos que la organizaci¨®n Greenpeace gasta 100 millones de d¨®lares al a?o en hacer la contrapublicidad. Y meter miedo es mucho m¨¢s f¨¢cil que disiparlo.
No tan nuevos
. La alteraci¨®n gen¨¦tica de las plantas de cultivo es tan vieja como la agricultura. Los agricultores neol¨ªticos domesticaban las variedades silvestres a base de repetidos ciclos de selecci¨®n artificial, recogiendo en cada generaci¨®n las plantas que presentaban mayores semillas, tallos que facilitaban la recolecci¨®n o ciclos de floraci¨®n coordinados para hacer m¨¢s pr¨¢ctica la cosecha.
En realidad, la mayor¨ªa de las plantas de cultivo tradicionales, seg¨²n ha demostrado recientemente la gen¨¦tica, contienen un peque?o n¨²mero de mutaciones (alteraciones gen¨¦ticas) responsables de esas caracter¨ªsticas. Y, curiosamente, varias de esas mutaciones son las mismas en el ma¨ªz domesticado en Am¨¦rica, en el trigo desarrollado en Oriente Pr¨®ximo y en el sorgo africano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Ecologistas
- Hambre
- Ricardo Aguilar
- Agricultura transg¨¦nica
- Declaraciones prensa
- Francisco Garc¨ªa Olmedo
- Ecologismo
- Greenpeace
- Tercer mundo
- Organizaciones medioambientales
- Productos agrarios
- Geopol¨ªtica
- Ideolog¨ªas
- Gente
- Protecci¨®n ambiental
- Problemas sociales
- Alimentaci¨®n
- Agricultura
- Agroalimentaci¨®n
- Finanzas
- Pol¨ªtica
- Industria
- Medio ambiente
- Sociedad