Renfe-ruina
Hay cosas que escapan a la comprensi¨®n humana y demuestran el grado elemental y primario de la inteligencia que consideramos normal. Quiz¨¢ la gu¨ªa de los ejemplos mejora el esclarecimiento de hechos concretos en los que el ciudadano se estrella sin llegar a comprenderlos. Parece aceptado que el ferrocarril es un medio de transporte y que la compa?¨ªa que lo explota debe procurar tres cosas: servicio p¨²blico, resultados econ¨®micos y justificaci¨®n de subvenciones con cargo a los presupuestos. Muchos indicios arrojan un saldo desolador: la Renfe no se gu¨ªa por ninguna de las tres condiciones.Procedente del pasado, casi remoto, uno piensa que en trayectos nacionales medios el avi¨®n no ofrece la versatilidad y la eficacia id¨®neas en recorridos donde los aeropuertos se encuentran distanciados del lugar de destino. Entonces recurrimos al autob¨²s -que resulta pesado en viajes de m¨¢s de cinco o seis horas- o al tren, con sus paradas discrecionales y una cobertura nacional excelente.
Pues no. Como ciudadano de Madrid, ubicado en el centro geogr¨¢fico de Espa?a, tiene uno tendencia a utilizar las v¨ªas f¨¦rreas que eviten transbordos entre origen y punto final. Cuestiones privadas me llevan varias veces al a?o hacia la Costa Brava catalana, a la que, por ignoradas razones, es cada vez m¨¢s dif¨ªcil llegar.
Durante muchos a?os estuvo cerrado al tr¨¢fico el aeropuerto de Gerona como terminal nacional. Es posible viajar desde/o a Francfort, Bristol, Londres, Par¨ªs o Mil¨¢n, pero imposible para vuelos nacionales, regulares ni ch¨¢rter. La bella y rom¨¢nica Gerona fue lugar prohibido, por motivos que resist¨ªan cualquier averiguaci¨®n. Ir hasta Barcelona -donde el Puente A¨¦reo tambi¨¦n se ha restringido, por consideraciones asimismo incoercibles- y enlazar con la estaci¨®n del ferrocarril o de autobuses es un engorro, se mire por donde se quiera. A partir de esta fecha, de forma casi clandestina, sin pr¨¢cticamente informaci¨®n a los posibles usuarios, hay dos vuelos diarios Madrid-Gerona-Madrid, de lunes a viernes, con la no confirmada presunci¨®n de perdurar hasta la llegada de la primavera.
Queda el tren. Bueno, pues al d¨ªa de hoy, s¨®lo rueda un convoy que une a la capital del Reino con aquella provincia y la raya francesa: el Talgo nocturno, que sale de Madrid a las 22 horas y alcanza la frontera a las 9.35 del d¨ªa siguiente, once horas y media de viaje, lo que tarda el jumbo entre Barajas y M¨¦xico. Un promedio de 67 kil¨®metros por hora, aunque cobren un injustificado plus de velocidad. Hasta hace unos meses circulaba, al menos, un Intercity, con el pintoresco recorrido de Madrid, Aranjuez, Albacete, Valencia, Tarragona, Barcelona, Gerona y Port Bou. Siempre iba lleno, en cualquier d¨ªa de la semana. El d¨¦ficit, de haberlo, estaba justificado por razones de pol¨ªtica de transporte. Lleno hasta Albacete, abarrotado hasta Valencia, completo hasta Barcelona y m¨¢s desahogado en el ¨²ltimo tramo. Ese tren ha desaparecido sigilosamente y, como aseguran que ocurre en Caballer¨ªa, sin explicaci¨®n alguna. La explicaci¨®n m¨¢s racional e inteligible es que alguien ha olvidado incluirlo en la programaci¨®n habitual. Todo es posible.
Renfe, no obstante, tiene su corazoncito y, de vez en cuando, coincidiendo con la temporada veraniega y, dentro de cuatro d¨ªas para celebrar la ¨¦poca navide?a, restaura el Talgo diurno. Esto desvirt¨²a cualquier argumento acerca del tr¨¢fico viario y los tramos de direcci¨®n ¨²nica, y mantiene vivo el misterio que preside las decisiones en estos servicios, que da risa calificar de p¨²blicos. Expongo el asunto como experiencia personal, sin entrar en calificar el funcionamiento de otras fincas. No todo es, empero, negativo. Echando mano de la nostalgia, uno rejuvenece en m¨¢s de 60 a?os rescatando de la memoria aquellos viajes de los a?os cuarenta, en plena posguerra, en jornadas interminables, masticando carbonilla mezclada con los filetes empanados y la tortilla de patata que aliviaban el hambre y el traqueteo. Aunque funcionaban los coches restaurante y era posible que el conductor de Wagon-Lits llevara hasta el departamento un refrigerio. Es evidente que para los ferrocarriles espa?oles no va a significar el menor trastorno el efecto 2000. El tiempo no transcurre para ellos, ni el paso de un milenio a otro milenio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.