La evoluci¨®n invent¨® de golpe las extremidades de todos los animales

Casi todo el mundo cree que la evoluci¨®n biol¨®gica es un proceso de creatividad exuberante, un incesante raudal de innovaci¨®n que se ha pasado buena parte de la historia de la Tierra (4.500 millones de a?os) ideando, probando y ocasionalmente descartando todos los tipos imaginables de dise?os, estructuras y mecanismos que le pudieran servir a un ser vivo para progresar en un mundo que no suele poner las cosas f¨¢ciles. La gen¨¦tica, por desgracia, sigue empe?ada en contar una novela muy distinta: que la historia de la vida ha sido extraordinariamente parca en verdaderas innovaciones. Tres grupos cient¨ªficos espa?oles acaban de asestar un nuevo golpe mortal a aquella arcadia desbordante de novedad.Las l¨ªneas de investigaci¨®n abarcan desde los insectos hasta los mam¨ªferos, se enmarcan en la pujante biolog¨ªa del desarrollo que se viene haciendo en Espa?a, y est¨¢n dirigidas por Gin¨¦s Morata, del Centro de Biolog¨ªa Molecular Severo Ochoa de Madrid, Miguel Torres y Carlos Mart¨ªnez, del Centro Nacional de Biotecnolog¨ªa de Madrid, y Juan Hurl¨¦, de la unidad de Investigaci¨®n del Hospital Marqu¨¦s de Valdecilla de Santander.

Sus conclusiones, que han sido presentadas en recientes n¨²meros de Nature, Nature Cell Biology y Development, ponen de manifiesto que la evoluci¨®n invent¨® una sola vez las extremidades y ap¨¦ndices de todos los animales. Las patas, las piernas, los brazos, las alas de los pollos, las alas de las moscas y las antenas de las cucarachas no son m¨¢s que variaciones menores sobre aquel trascendental e irrepetible invento evolutivo.

Tras m¨¢s de 3.000 millones de a?os de mon¨®tona vida unicelular, los primeros animales complejos, esto es, compuestos por muchas c¨¦lulas bien organizadas, surgieron hace 540 millones de a?os en la llamada explosi¨®n c¨¢mbrica. La invenci¨®n original de los ap¨¦ndices debi¨® ocurrir entonces o muy poco despu¨¦s, puesto que todos los animales actuales comparten el complejo mecanismo para construirlos.

Recordando en cierto sentido su origen evolutivo, los embriones de los animales actuales se forman en primer lugar sin ap¨¦ndices. Y, en alg¨²n momento de su desarrollo, todos utilizan el mismo sistema gen¨¦tico para se?alar un peque?o grupo de c¨¦lulas (por cada futuro ap¨¦ndice) y cambiar su programa de desarrollo. A partir de ese momento, ese grupo de c¨¦lulas deja de pertenecer al cuerpo principal del embri¨®n y activa una estrategia distinta que le llevar¨¢ a una r¨¢pida proliferaci¨®n celular y a describir un nuevo eje, perpendicular al cuerpo, sobre el que se diferenciar¨¢n las distintas partes de la extremidad en cuesti¨®n.

La forma en que este mecanismo se pone en marcha en una mosca, en un pollo o en un ser humano es tan parecida, y en todo su complejo detalle molecular, que hace inescapable la conclusi¨®n de que todos los ap¨¦ndices y extremidades animales son meras versiones de un solo invento evolutivo ancestral.

La vida surgi¨® una sola vez en la Tierra. La c¨¦lula eucariota, unidad b¨¢sica de todos los animales, tambi¨¦n se invent¨® una sola vez. Lo mismo cabe decir del eje anteroposterior de los animales, y ahora tambi¨¦n de los ap¨¦ndices. El premio Nobel franc¨¦s Fran?ois Jacob sol¨ªa decir que la evoluci¨®n es una chapucera. Se le olvid¨® a?adir que tambi¨¦n es una perezosa.