Madre Rusia
Si algo muestran las elecciones legislativas reci¨¦n celebradas en Rusia es que, aunque el r¨¦gimen sovi¨¦tico se desplom¨® por descomposici¨®n interna hace algunos a?os, pasar¨¢ todav¨ªa mucho tiempo antes de que la cultura democr¨¢tica eche all¨ª ra¨ªces y el pa¨ªs pueda llamarse moderno. Cierto, tiene cohetes y bombas at¨®micas, como record¨® al mundo Bor¨ªs Yeltsin en su reciente visita a Beijing, pero los resortes psicol¨®gicos y las costumbres pol¨ªticas que movilizan a inmensos sectores de su poblaci¨®n responden todav¨ªa a la antigua tradici¨®n de despotismo y pasiones irracionales -dogmatismo, nacionalismo- que ha documentado tan bien su riqu¨ªsima literatura.No de otro modo se explica el notable ¨¦xito del partido pol¨ªtico Unidad, fabricado hace apenas tres meses por el primer ministro Vlad¨ªmir Putin, que se present¨® sin programa, sin idea ni propuesta alguna -salvo la, t¨¢cita, de defender los intereses del clan Yeltsin contra los sever¨ªsimos cargos de corrupci¨®n cuando ¨¦ste ceda la Presidencia a su sucesor-, y que ha obtenido el 24% de los votos, unos 78 esca?os en la Duma (c¨¢mara baja del parlamento ruso). Sumados a la treintena de parlamentarios de la Uni¨®n de Fuerzas de Derecha, a los de Nuestra Casa es Rusia de V¨ªktor Chernomirdin y a un pu?ado de independientes -como los multimillonarios Bor¨ªs Berezovski y Rom¨¢n Abram¨®vich, que compraron sus esca?os en localidades apartadas a fin de obtener inmunidad contra la persecusi¨®n judicial- Unidad tendr¨¢ ahora mayor¨ªa y los comunistas de Guennadi Ziug¨¢nov (111 esca?os) ya no podr¨¢n obstaculizar los proyectos e iniciativas del gobierno como lo han hecho en la legislatura actual.
Estados Unidos y algunos pa¨ªses europeos han recibido con d¨¦bil optimismo este resultado electoral ruso, argumentando que, despu¨¦s de todo, hubiera sido peor que los comunistas incrementaran su caudal de votos, y que, tal vez, el probable sucesor de Yeltsin, Vlad¨ªmir Putin (a menos que, en un nuevo impromtu, aqu¨¦l lo destituya como hizo con sus antecesores Sergu¨¦i Stepashin y Yevgueni Primakov), contando con una mayor¨ªa parlamentaria estable, podr¨¢ hacer por fin las indispensables reformas que saquen a Rusia de la anarqu¨ªa, el desbarajuste econ¨®mico, la corrupci¨®n y la violencia social en que se halla inmersa, y establecer una colaboraci¨®n fecunda con el Occidente.
Creo que ¨¦sta es una ilusi¨®n, porque quien ha triunfado de veras en estas elecciones no es el ex esp¨ªa del KGB y cintur¨®n negro de judo Vlad¨ªmir Putin -no se sabe mucho m¨¢s de ¨¦l-, sino el chauvinismo y el esp¨ªritu de revancha de un pueblo humillado y desconcertado por las cat¨¢strofes econ¨®micas y sociales que se abaten sobre ¨¦l -ca¨ªda brutal de los niveles de vida, desempleo, reinado de las mafias y los g¨¢nsters, y conciencia de una progresiva desintegraci¨®n del pa¨ªs-, al que el avance a sangre y fuego del Ej¨¦rcito ruso sobre las poblaciones de Chechenia y los bombardeos despiadados sobre Grozni han dado una suerte de transitorio desagravio.
Ahora resulta clar¨ªsimo, para quien todav¨ªa no se hab¨ªa enterado, que la guerra de Chechenia era, pura y simplemente, una estrategia electoral, destinada a subir los bonos pol¨ªticos del desconocido elegido por Bor¨ªs Yeltsin para sucederlo y guardarle las espaldas. Ha funcionado a la perfecci¨®n, en efecto. Putin es ahora una figura popular, aureolada por la mitolog¨ªa de un duro, un hombre de acci¨®n capaz de enfrentarse a los enemigos y arrasarlos. Con excepci¨®n de uno solo, todos los partidos y bloques pol¨ªticos que participaron en las elecciones legislativas rusas, de comunistas a ultranacionalistas, han apoyado -y con verdadero frenes¨ª patriotero- la acci¨®n armada contra Chechenia, lo que, si los n¨²meros electorales hablan con claridad, significa que por lo menos cuatro quintas partes del electorado participan de lo que s¨®lo cabe llamar un desvar¨ªo colectivo nacionalista.
En efecto, la acci¨®n militar rusa contra Chechenia, no im-porta cu¨¢nto cueste y dure, est¨¢ condenada a mediano plazo al fracaso. El Ej¨¦rcito ruso puede tomar Grozni y ocupar el pa¨ªs, pero mantener a Chechenia dentro de Rusia est¨¢ fuera de sus posibilidades log¨ªsticas. Ni econ¨®mica ni militarmente puede Rusia, en medio de la debacle de su sistema productivo -y que la invasi¨®n va a agravar, qu¨¦ duda cabe-, pagar el alt¨ªsimo costo que significar¨ªa eternizarse, a manera de potencia colonizadora de ocupaci¨®n, en un pa¨ªs hostil, y donde, sobre todo a partir de los ¨²ltimos sucesos, no debe quedarle ya un solo partidario. Chechenia es un pa¨ªs pobre y atrasado, pero, parad¨®jicamente, la pobreza y el atraso, como lo demostr¨® Afganist¨¢n y, m¨¢s recientemente, Timor Oriental, pueden ser un potente combustible de la resistencia independentista. La acci¨®n militar pro V1ad¨ªmir Putin no va a acabar con las aspiraciones hacia la independencia de los chechenos; pero, en cambio, s¨ª puede fortalecer al extremismo fundamentalista isl¨¢mico, con las grav¨ªsimas consecuencias que ello tendr¨¢, no s¨®lo para Chechenia, sino para toda la regi¨®n.
El ¨²nico partido que analiz¨® con sensatez esta realidad y trat¨® de alertar a la opini¨®n p¨²blica contra estos riesgos, y pidi¨® un alto de la invasi¨®n y una negociaci¨®n pol¨ªtica con el gobierno checheno, fue Y¨¢bloko, del liberal Grigori Yavlinski. Su lucidez y valent¨ªa para ir contra la corriente demag¨®gica, ha sido penalizada con un miserable 6% de los votos (unos 22 esca?os). De esa peque?a minor¨ªa de genuinos dem¨®cratas y modernizadores depende ahora, en el seno de la Duma, la voz de la raz¨®n, en la desamparada Rusia. No ser¨¢ mucho lo que podr¨¢n hacer, desde luego, ni para poner fin a los infinitos sufrimientos que causa la guerra de Chechenia, ni para convencer a la opini¨®n p¨²blica rusa de que sus desgracias econ¨®micas, el embrollo de su vida pol¨ªtica, la ineficiencia de sus servicios y la cancerosa criminalidad, no son resultado de una conspiraci¨®n del odiado Occidente contra la Madre Rusia, sino una consecuencia directa de setenta y cuatro a?os de totalitarismo, que, como una aplanadora mort¨ªfera, aniquil¨® de ra¨ªz la modernidad, instituyendo el oscurantismo intelectual, acabando con la propiedad y la empresa privada, con la iniciativa individual y el mercado, y sometiendo a la sociedad civil a una tutor¨ªa estatista aletargadora, de la que a¨²n no acaba de sacudirse.
Que haya elecciones libres y libertad de prensa, como ocurre en Rusia, es un buen comienzo, pero nada m¨¢s, en el camino de la democracia. En verdad, ¨¦sta existe de veras cuando pasa de las leyes y los reglamentos oficiales, a las costumbres de la gente com¨²n, a los reflejos naturales de los ciudadanos a la hora de actuar en el espacio c¨ªvico. La confianza es lo esencial: en las autoridades, en la moneda, en las leyes, en las instituciones. ?C¨®mo confiar¨ªan los ciudadanos rusos en alguna de estas cosas? ?C¨®mo creer¨ªan que las herramientas del progreso econ¨®mico son las empresas privadas y los mercados libres? Ellos que han visto a los antiguos comisarios y apparatchiks apoderarse de las empresas p¨²blicas y saquearlas, para luego cerrarlas o malvenderlas; que asocian la idea de empresa privada a los formidables monopolios erigidos por las mafias en complicidad con el poder pol¨ªtico, cuyos due?os compran esca?os para inmunizarse contra toda acci¨®n penal; que ven a su alrededor, como en un sistema de vasos comunicantes, crecer la pobreza de los m¨¢s y la riqueza de los menos, ?c¨®mo no estar¨ªan dispuestos a abrir los o¨ªdos a las pr¨¦dicas xen¨®fobas de un Vlad¨ªmir Zhirinovski o a los cantos de sirena marxistas-leninistas de Ziug¨¢nov? ?Y por qu¨¦ creer¨ªan que los pa¨ªses occidentales tratan de ayudar a Rusia a salir adelante si se enteran de que millones -acaso billones- de esos d¨®lares que vienen a ayudarlos s¨®lo hacen una escala en Mosc¨², para desviarse luego a las cuentas que tienen en Suiza los jerarcas que los gobiernan?
Se entiende que para tantos rusos la pol¨ªtica y la econom¨ªa sean algo tan sucio, inservible e incomprensible, que, en vez de esforzarse por entenderlas y cambiarlas por las v¨ªas racionales y pac¨ªficas de la acci¨®n c¨ªvica, se refugien en los viejos ¨ªdolos familiares: la Patria con may¨²scula, los enemigos exteriores, el hombre fuerte, la religi¨®n y las acciones armadas. No es que carezcan de intelectuales y pol¨ªticos l¨²cidos y respetables. Una de las m¨¢s inteligentes explicaciones de la tragedia rusa se la escuch¨¦ en Berl¨ªn, hace un a?o, a Grigori Yavlinski, precisamente. El problema es que los llamados a la raz¨®n y al sentido com¨²n son deso¨ªdos y, en cambio, en la situaci¨®n de behetr¨ªa que se encuentra Rusia, prevalecen los atizadores del resentimiento y la pasi¨®n. ?Pobre Madre Rusia! Para entenderla, antes que a los analistas y expertos, hay que seguir leyendo a Fiodor Dostoievski: Los demonios es una novela de absoluta actualidad.
? Mario Vargas Llosa, 1999. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SA, 1999.
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