Los directores de cine italianos entran en la pol¨¦mica con la cr¨ªtica
Dino Risi y Paolo Virz¨¬ acusan a cr¨ªticos de frivolidad y de frustraci¨®n
El ejemplo de los directores de cine franceses, que hace unas semanas firmaron un manifiesto contra los excesos de la cr¨ªtica cinematogr¨¢fica nacional, ha cundido en Italia. Aunque no tanto como para producir un documento similar. De momento, los cineastas italianos se han limitado a aceptar el espacio puesto a su disposici¨®n por el diario romano La Repubblica para arremeter contra la cr¨ªtica del propio pa¨ªs. Una cr¨ªtica a la que, seg¨²n el joven director Paolo Virz¨¬, se han adelantado siempre los grandes maestros italianos.
Unos, como Mario Monicelli -autor de c¨¦lebres t¨ªtulos como Amici miei (Amigos m¨ªos)-, a fuerza de "minimizar el trabajo propio, alentando a los cr¨ªticos a atacarlo". Otros, como Federico Fellini, volviendo la espalda a los "plum¨ªferos" y respondiendo a sus escritos con ataques de risa furiosa. Virz¨¬, como director novel, y Dino Risi, en su calidad de maestro del s¨¦ptimo arte, son las dos primeras "estrellas invitadas" del diario romano, dispuestas por una vez a "cambiar de profesi¨®n" y sacarse la espina con la cr¨ªtica nacional. Otro director famoso del cine italiano, Franco Zefirelli, se ha servido de una entrevista publicada recientemente por Le Figaro para despacharse a gusto con la prensa especializada en cine. "Deber¨ªamos eliminar a los cr¨ªticos", dice el cineasta. "Son superficiales, ego¨ªstas, atrasados e in¨²tiles, y la mayor parte de las veces hablan de pel¨ªculas que ni siquiera han visto".Por su parte, Risi, uno de los grandes de la cinematograf¨ªa italiana, reconoce haber superado la aversi¨®n a la cr¨ªtica tras a?os de sufrimiento. "Hubo un tiempo", escribe el director, "que optaba por cogerme un tren para no leer los peri¨®dicos cuando estrenaba una pel¨ªcula; luego, a lo mejor ocurr¨ªa que me encontraba de frente a un viajero leyendo justamente el peri¨®dico por la p¨¢gina donde se publicaba la cr¨ªtica de mi pel¨ªcula, pero como no me conoc¨ªa y yo me quedaba tan tranquilo. Con el tiempo me he ido habituando a las cr¨ªticas negativas. Es m¨¢s, se me ha desarrollado una especie de masoquismo: hoy me fastidia no encontrarme una cr¨ªtica negativa a prop¨®sito de una pel¨ªcula m¨ªa. Despu¨¦s de todo, un autor es el cr¨ªtico m¨¢s exigente de su propio trabajo".
Tanto Risi como Virz¨¬ se lamentan de la frivolidad que, a su juicio, afecta hoy d¨ªa a la prensa y a la televisi¨®n a la hora de informar sobre el cine. "Recuerdo", escribe Paolo Virz¨¬, "que el verano pasado, en el festival de Taormina, apareci¨® un d¨ªa la modelo Naomi Campbell con su corte de guardaespaldas. Nadie se dio cuenta de su presencia. En cambio, al d¨ªa siguiente los peri¨®dicos y la televisi¨®n no hablaron m¨¢s que de ella, de sus desplazamientos y de las compras que hab¨ªa hecho. Sobre las pel¨ªculas del festival -y las hab¨ªa bonitas e ins¨®litas, de todo el mundo-, ni siquiera una l¨ªnea, o un medio plano en la televisi¨®n". Virz¨¬ considera el episodio no s¨®lo como un ejemplo de frivolidad, sino como una demostraci¨®n de la falta de educaci¨®n de los cr¨ªticos. No explica, sin embargo, qu¨¦ hac¨ªa Naomi Campbell en el festival, donde, seguramente, hab¨ªa sido invitada por los organizadores para que se hablara de ella, s¨ª, pero tambi¨¦n siquiera tangencialmente del festival y de Taormina.
Risi no considera siquiera necesario que las relaciones entre autores y cr¨ªticos deban ser necesariamente saludables. "Para estimular, una cr¨ªtica tiene que ser tambi¨¦n punzante. Pero dentro de un l¨ªmite: a veces los titulares de los peri¨®dicos son insultantes, y a los insultos no queda m¨¢s remedio que responder. Comprendo muy bien lo que le ocurri¨® un d¨ªa a Vittorio Gassman, cuando un cr¨ªtico se carg¨® un espect¨¢culo suyo en los a?os cincuenta; Vittorio se present¨® en el peri¨®dico y la emprendi¨® a golpes con el sujeto. A veces a los golpes hay que responder con golpes. Aunque no es mi caso". Entre los pecados de los cr¨ªticos, el maestro italiano se?ala otro, grav¨ªsimo: el de proyectar las propias frustraciones en la obra de los cineastas. "No olvidemos", se?ala Risi, "que muchos cr¨ªticos son autores fallidos, querr¨ªan que nosotros, cineastas, hici¨¦ramos el filme que ellos no saben hacer". Por eso, a los cr¨ªticos parisienses que han publicado una lista de filmes que "te provocan deseos de cambiar de oficio", Dino Risi les hace una generosa invitaci¨®n: "Cambiad de profesi¨®n y probad vosotros a hacer pel¨ªculas, as¨ª os dar¨¦is cuenta de algunas cuestiones".
Babelia
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