Apertura y confusi¨®n

La suicida es falsa, la pieza tambi¨¦n. Digo pieza, a la francesa, porque obra me parece una palabra demasiado importante, y no veo en qu¨¦ g¨¦nero (comedia, tragedia, farsa) encuadrar esta manifestaci¨®n: tampoco lo desean sus creadores, como es natural. Est¨¢n fuera de esas convenciones. El texto es muy breve: lo alargan canciones, pausas, peque?os pasos, m¨ªmica, actitudes, que ser¨ªan lo que hoy se llama dramaturgia, supongo que a cargo de la directora y actriz: aun as¨ª, la representaci¨®n alcanza apenas una hora. No encuentro mal el texto ni la dramaturgia, ni mucho menos su brevedad: ¨²nicamente, no encajan. El texto es po¨¦tico y quiz¨¢ interesante si lo dijeran bien y se escuchara suficientemente. Espero tener ocasi¨®n de leerlo.

Ella es Ana, chica de strip privado, de sex-shop, metida en su cabina; al mismo tiempo es Ofelia, la de Hamlet, y tiene palabras de aquella y de otras cosas. ?l es el mir¨®n, m¨¢s bien brutal; y al mismo tiempo Horacio, "Horacio, buen amigo", le dec¨ªa Hamlet. Ofelia se suicida, arroj¨¢ndose por el balc¨®n: pero el fuerte Horacio la recoge antes de tocar el suelo. Pero, dice ella, al final, no fue un suicidio: es que se cay¨®. No descifro bien el sentido de todo esto. Miro el programa y trata de aclar¨¢rmelo: "Una mujer cayendo al vac¨ªo y un hombre que la salva extendiendo sus brazos. Desde entonces ella se exhibe en un peep-show y ¨¦l, tullido, sobrevive matando gatos en las piscinas".

La cuesti¨®n de los gatos me sorprende enormemente. En cuanto a la dramaturgia, que parece ser de la directora/ primera actriz, es "una creaci¨®n pl¨¢stica, no eficaz, independiente, que expresa el concepto desarrollado en el texto": me parece todo cierto excepto que tenga relaci¨®n con el texto. El matagatos, Horacio y no Horacio, pasa el tiempo colgando de horcas y ganchos mu?ecos femeninos, que quiz¨¢ sean varias ofelias, o varias anas; o es el macho que mata mujeres en general.

La actriz pasa la mitad de la obra completamente desnuda, y debo admirar no ya su cuerpo sino la naturalidad con que act¨²a en tan dif¨ªcil situaci¨®n, con la cruda luz encima. Hay que anotar, para la historia del teatro, que es la primera vez que el desnudo se prolonga despu¨¦s de terminada la obra; generalmente los actores y actrices desnudos se echan encima cualquier cosa al salir a saludar. Encuentro aqu¨ª un sentido de libertad que me agrada.

La otra mitad de la obra la pasa inm¨®vil en un lavapi¨¦s que le cubre de agua hasta la mitad de las pantorrillas. Toda esta escenograf¨ªa, la de los mu?ecos y las horcas y la piscinita, y el hombre con la cabeza rapada a rombos, tiene su est¨¦tica. Aunque ayuden a la confusi¨®n. Quiz¨¢ la busca de la confusi¨®n pueda ser el prop¨®sito de la autora y la directora, conocedoras del valor de lo confuso (La ceremonia de la confusi¨®n, en el t¨ªtulo de Arrabal) en el teatro reciente: y el de la "obra abierta", que cada uno puede interpretar. Yo no puedo hacer ese ejercicio, no puedo terminar la obra como espectador porque, al relatarla luego en mi gacetilla, la cerrar¨ªa cerrado, al menos para los lectores, y no tengo derecho a privarles de su confusi¨®n.