Un ciclo de cine evoca el poder revulsivo de la "nouvelle vague" en los a?os sesenta
La b¨²squeda de la cultura de la grandeur inspirada por Malraux, la llegada de nuevas generaciones al cine y la simplificaci¨®n de la t¨¦cnica trajeron consigo en los a?os sesenta la aparici¨®n de la nouvelle vague en Francia. Una nueva forma de hacer cine, hecho por j¨®venes y para j¨®venes, que convulsion¨® no s¨®lo el lenguaje y la est¨¦tica cinematogr¨¢ficos, sino una forma de ver la vida, m¨¢s sincera y libre. Un ciclo con pel¨ªculas de Godard, Truffaut, Rohmer y Chabrol, entre otros, recuerda el poder revulsivo de la nouvelle vague. Con estos cineastas, entonces j¨®venes y cultos, que salieron de la revista Cahiers de Cinema, el Instituto Franc¨¦s de Madrid (Marqu¨¦s de la Ensenada, 10) ha organizado un ciclo de 16 pel¨ªculas, que se ha iniciado esta semana y dura hasta el 22 de febrero. Por all¨ª desfilar¨¢n Jean-Luc Godard, con la pel¨ªcula faro de esa corriente, Al final de la escapada (1959), que protagonizaran Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg, y Todos los chicos se llaman Patrick (1957); Eric Rohmer, con La rodilla de Clara (1970); El bello Sergio (1958) y Debajo del milagro (1961), de Claude Chabrol; La piel suave (1964), de Fran?ois Truffaut, y, de Louis Malle, La guerra ha terminado (1966), entre otros filmes, algunos sin estrenar en Espa?a.
Po¨¦tico Chabrol
El actor Jean-Claude Brialy (Argelia, 1933), pionero de esa corriente que fabricaba pel¨ªculas m¨¢s baratas que el cine anterior (anclado a¨²n en los principios de Griffith) y que encima ten¨ªan ¨¦xito, defin¨ªa ayer en Madrid a estos cineastas. Chabrol, dice Brialy, le¨ªa todos los d¨ªas dos novelas policiacas. Casado con una mujer adinerada, Chabrol aparentaba ser el m¨¢s burgu¨¦s de todos y tambi¨¦n el m¨¢s instalado. "Era po¨¦tico y un poco loco", a?ade Braily.
Truffaut era un enamoradizo, con una idea del amor muy rom¨¢ntica, y siempre andaba escribiendo cartas a chicas. Muy virulento, y violento incluso, en sus discusiones, luego se presentaba como un gran seductor y "el m¨¢s sensible de todos". Godard era muy inteligente, seguramente el m¨¢s inteligente de todos, a juicio de Brialy, que trabaj¨® con ¨¦l en Una mujer es una mujer. "Y le gustaban mucho las prostitutas", relata Braily, que tambi¨¦n trabaj¨® con Bu?uel en El fantasma de la libertad.
Por el contrario, Eric Rohmer era muy asceta, moral, y muy celoso de sus cosas. "A los 50 a?os no les hab¨ªa dicho a sus padres que hac¨ªa cine, pensaban que era profesor. De hecho, Rohmer era un seud¨®nimo para ocultar a sus padres su profesi¨®n", revela este actor, que debut¨® como director en 1972 con ?glantine.
Estos directores, a los que les uni¨® el ansia de libertad, las ganas de mostrar la realidad y la pasi¨®n por el cine de Rossellini, Renoir, Melville y Hitchcock, se declararon apol¨ªticos y voluntarios de una anarqu¨ªa burguesa. S¨®lo al final de los convulsos a?os sesenta adquirieron alg¨²n compromiso.
En cambio, transformaron la faz de la calle. Muchos de los rasgos est¨¦ticos que hoy perduran se deben a ellos. Baily cuenta que los Beatles le dijeron en una ocasi¨®n que le copiaron a ¨¦l su mata de pelo negra y con flequillo que tantos quebraderos de cabeza caus¨® a los bienpensantes. Y tambi¨¦n dejaron como herencia una cantera de actores, que sin Jean-Paul Belmondo, m¨ªtico actor de la nouvelle vague, no existir¨ªa. "Eso reconocen Robert de Niro, Al Pacino y Dustin Hoffman", dice Braily.
Babelia
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