De la ¨¦lite al abandono
El hip¨®dromo de La Zarzuela era conocido en los a?os sesenta y ochenta por su car¨¢cter elitista. En pleno boom de las carreras de caballos en Espa?a con la irrupci¨®n de la quiniela h¨ªpica, que por aquel entonces ten¨ªa reservada hasta un espacio espec¨ªfico en televisi¨®n, se hablaba de la exclusividad de sus socios y de sus h¨¢bitos un tanto estirados. Todo artista de paso por Madrid hac¨ªa una visita a La Zarzuela. Condes, marqueses y familias ilustres de la sociedad madrile?a se paseaban por la pradera de la cuesta de las Perdices mientras que los empresarios de moda de aquellos a?os luchaban por hacerse un hueco entre un p¨²blico tan selecto.Tanto lujo, tanto nombre ilustre, iba acompa?ado adem¨¢s de una actividad h¨ªpica relevante. M¨¢s de mil caballos corr¨ªan en La Zarzuela y daban espect¨¢culos cada tarde a 15.000 aficionados. A su alrededor se generaba una industria provechosa.
Las carreras de caballos en Espa?a empezaban por entonces a competir de igual a igual con las de Inglaterra y Francia. Los propietarios europeos escrutaban con inter¨¦s las pruebas que se disputaban en La Zarzuela y los profesionales de otros pa¨ªses inclu¨ªan en su calendario a la capital espa?ola.
Desde hace cuatro a?os, La Zarzuela ha perdido su brillo. Ahora es un recinto fantasmag¨®rico donde la hierba ha dado paso a las malas hierbas, donde en las cuadras quedan m¨¢s perros que purasangres y donde todav¨ªa un centenar de familias sue?an con que alg¨²n d¨ªa lo que para ellos fue su profesi¨®n vuelva a ser su modo de sustento.
La decisi¨®n adoptada ayer por el juez permite al hip¨®dromo de Madrid albergar alguna esperanza. Las empresas que durante los ¨²ltimos a?os se han interesado por la gesti¨®n de La Zarzuela tienen ahora la puerta abierta tras la marcha de Sarasola.
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