Batman, Superman, Merc¨¨ y compa?¨ªa XAVIER MORET
Merc¨¨ Herrero colecciona mu?ecos articulados del tipo Madelman. Empez¨® hace unos 10 a?os, por una especie de nostalgia de la infancia, y ya tiene en su casa m¨¢s de 3.000, casi todos relacionados con pel¨ªculas o con series televisivas. Cuando uno entra en su piso de Ciutat Vella, enseguida se da cuenta de que all¨ª reina un ambiente especial. Como en la canci¨®n de Sisa Qualsevol nit pot sortir el sol, toda clase de mu?ecos est¨¢n instalados en los estantes y te lanzan miradas peliculeras o de c¨®mic. Batman, Superman y otros superh¨¦roes reposan en sus cajas a la espera de que surja la oportunidad de salir a luchar por la justicia; los mu?ecos de Star Wars permanecen atentos junto a sus aeronaves espaciales y los personajes de Pesadilla antes de Navidad montan guardia junto a los Simpson a la espera de lo que pueda pasar."Lo de coleccionar mu?ecos de este tipo me vino cuando ten¨ªa unos 20 a?os", cuenta Merc¨¨ mientras repasa con cari?o a sus personajes. "Un d¨ªa entr¨¦ en el almac¨¦n de una jugueter¨ªa de la Barceloneta que ya no existe, instalada en un viejo cine, y cuando vi a los Madelman sent¨ª la necesidad de comprarlos para poder revivir todas mis lucubraciones de infancia. Fue como si volvieran de repente los Reyes Magos, la ilusi¨®n. Con el tiempo me he ido convirtiendo en coleccionista. Voy al mercado de Sant Antoni, a las tiendas de c¨®mic y cine, repaso webs en Internet, viajo a Londres... En fin, no me considero una coleccionista especializada, ya que no re¨²no sellos ni monedas ni aspiro a completar nada, pero me gusta tener estos mu?ecos conmigo".
Merc¨¨ Herrero toca y canta en un grupo de rock que, casualidades de la vida, toma su nombre de la pel¨ªcula Blade runner. Se llama Tyrrell Corp., como la f¨¢brica de mu?ecos replicantes de la pel¨ªcula; ha grabado un disco, Featuring surprises, y est¨¢ a punto de grabar otro. "Mi m¨²sica no tiene nada que ver con los mu?ecos; es otra cosa", afirma Merc¨¨, que a la hora de buscar referentes generacionales recurre a c¨®mics famosos y a las pel¨ªculas La huella, Brasil, Blade runner y las de Monty Pithon.
"Es curioso que la mayor¨ªa de estos mu?ecos est¨¢n destinados a la destrucci¨®n, a sucumbir en manos de los ni?os", reflexiona. "Quiz¨¢ por eso me gusta recuperarlos ahora de mayor, para salvarlos de alguna manera. De todos modos, cada vez es m¨¢s dif¨ªcil encontrarlos, ya que se cotizan mucho y todas las tiendas est¨¢n muy rastreadas. Antes pod¨ªas encontrarlos en jugueter¨ªas antiguas, pero ¨²ltimamente ha venido gente hasta de Alemania para comprarlos".
Mientras hablamos, Freddy Krueger, el Dr¨¢cula de Coppola y el Norman Bates de Psicosis nos miran desde una estantar¨ªa. Chucky y su novia tampoco nos pierden de vista. Algunos est¨¢n tan bien hechos que parece que vayan a cobrar vida en cualquier momento, como los juguetes de la pel¨ªcula Toy story, que viven en otro estante, o los Beatles de Yellow submarine. M¨¢s all¨¢, Sean Connery cruza la pistola en su papel de James Bond, mientras el chino malo de Goldfinger vigila su sombrero asesino y los personajes de Mallrats se r¨ªen de todo.
"Aunque no sea muy conocido, este tipo de coleccionismo est¨¢ viviendo una gran alza", comenta Merc¨¨. "S¨®lo tienes que poner en un buscador de Internet las palabras toys o action figures y te salen much¨ªsimas webs o links. En Estados Unidos y Jap¨®n es la locura, pero tambi¨¦n en Inglaterra y Australia. En Espa?a empieza a ser importante, pero al principio ¨¦ramos s¨®lo tres. La fiebre fuerte empez¨® con Star wars, que reprodujo todos los personajes de la pel¨ªcula y contagi¨® el coleccionismo. All¨ª empez¨® el gran negocio y ahora, con Amenaza fantasma, la fiebre ha vuelto".
A medida que uno se va familiarizando con los mu?ecos, se da cuenta de que hay ediciones limitadas de gran inter¨¦s y algunos ejemplares que se cotizan como si fueran obras de arte. "El soldado nazi de Geyperman, por ejemplo, no se comercializ¨® en Estados Unidos, pero s¨ª en Europa", explica Merc¨¨ mientras sostiene uno en la mano. "Ahora, si consultas un cat¨¢logo, su precio puede llegar a m¨¢s de 300.000 pesetas. Si lo guardas con la caja, a¨²n vale m¨¢s. En Estados Unidos se montan peri¨®dicamente subastas de mu?ecos, pero aqu¨ª esto a¨²n no ha llegado".
"Tener en tres dimensiones tu h¨¦roe de celuloide o de papel es algo fabuloso", concluye Merc¨¨ Herrero mientras sigue pasando revista a sus inquietantes mu?ecos, quietos en sus estantes, como en el almac¨¦n de una jugueter¨ªa, pero dispuestos a cobrar vida en cuanto alguien los saca de la caja. Hay incluso alguna Barbie, pero pocas, la afici¨®n de Merc¨¨ va por otros derroteros. Tambi¨¦n hay algunos mu?ecos nacionales, como Mortadelo y Filem¨®n, y algunos tarzanes, picapiedras y locos personajes de la pel¨ªcula Mars attacks, de Tim Burton.
Dan ganas de ponerse a cantar la vieja canci¨®n de Sisa mientras contemplamos los mu?ecos. "Oh, benvinguts, passeu, passeu...". Parece que los mu?ecos ya est¨¢n todos reunidos en casa de Merc¨¨, e incluso alguno m¨¢s. Un ej¨¦rcito de mu?ecos escapados de c¨®mics, pel¨ªculas y series de televisi¨®n, o simplemente de la memoria, montan guardia dispuestos a salir de sus cajas para poder recuperar, en cuanto sea necesario, el mundo de las ilusiones de una infancia que se aleja.
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