M¨®dena reluce en Madrid: La Casa de la Moneda exhibe una rica colecci¨®n numism¨¢tica del pujante ducado italiano
Evocar casi al completo la historia de un peque?o principado medieval italiano, verlo de manera panor¨¢mica y descubrir hasta el detalle la organizaci¨®n de su vida cotidiana durante el Renacimiento es posible en Madrid. Y ello, a partir de testimonios tan sorprendentemente imperecederos como las monedas. Pero s¨®lo hasta el 31 de enero. La exposici¨®n que la Casa de la Moneda ofrece gratuitamente en su sede de la calle de Doctor Esquerdo lleva por t¨ªtulo La moneda ducal de M¨®dena. Muestra una rica panoplia de retratos, paneles, libros y grabados que jalonan su trepidante historia, iniciada 183 a?os antes de Cristo sobre la Valpadana de la Italia central. Lo m¨¢s deslumbrante son las 450 piezas de oro, plata y aleaciones argent¨ªferas y de cobre sobre las que los duques de Este, se?ores de la M¨®dena que arrebatara la capitalidad ducal a la urbe de Ferrara a fines del siglo XV, estamparon sus efigies y lemas para perpetuar su magnificencia, trascender en ella y, de paso, regular la pujante econom¨ªa de su querido territorio.La presi¨®n de la herencia de la antig¨¹edad cl¨¢sica llev¨® a los de Este a bautizar a sus hijos con nombres como C¨¦sare o Ercole, invocaci¨®n al gigante que columna Gibraltar; las acu?aciones de sus monedas buscaron la elegancia y la majestuosidad destellantes de los sestercios de la Roma imperial. Lo lograron. Sus dise?os refulgen hoy en Madrid con un esplendor que pareciera imposible conservar despu¨¦s de tan centenaria espera. Tal vez en los delicados trazos de los rostros de sus medallones, en la filigrana de sus cabellos, las pelambreras de sus corceles, la trama de sus armi?os y en los pliegues de las dalm¨¢ticas de sus pr¨ªncipes, labrado todo ello con mimo por acu?adores y orfebres establecidos en M¨®dena como Ludovico Selv¨¢tico o el hebreo Joseffo Teseo, se encuentren las ra¨ªces de esa riqueza con la que los dise?adores italianos han sembrado pr¨®digamente el mundo en el siglo que termina.
El vergel madrile?o donde germinan florones tan impares para los amantes de la numism¨¢tica ha sido montado con tanto rigor, con finessa tanta, que, de no ser el visitante fil¨®logo latino o especialista en la turbulenta historia italiana del Renacimiento, con certeza se perder¨¢ sabrosos saberes. Saberes inventariados por un formidable erudito del XVIII llamado Ludovico Antonio Muratori, cuyas obras tambi¨¦n all¨ª se muestran, entre otras, un repertorio sobre el origen de las monedas desde la antig¨¹edad hasta las Luces.
El aluvi¨®n de datos para especialistas que la exposici¨®n brinda desplaza a sus invitados hacia el bando de los empollones. Pero el visitante no tan experto puede sacar en claro algunos conoceres. El primero, y m¨¢s conmovedor: cinco siglos despu¨¦s de su despertar al mundo moderno, a trav¨¦s de las monedas expuestas en la sala madrile?a, a¨²n se palpa el ¨ªmpetu de los italianos de entonces por dotarse de una patria, en medio de la batahola de invasiones francesas, austriacas y espa?olas iniciada a la saz¨®n y sin fin hasta tres siglos despu¨¦s. De ah¨ª la cuidada pol¨ªtica que lig¨® a los de Este con M¨¦dicis, Della Rovere y con el papado. Pese a los fastos de la corte de M¨®dena, sus estampaciones descubren el clima de inestabilidad que envolvi¨® la naciente y entonces malograda Italia, tan llorada en sus zozobras por el historiador Guiccardini, tambi¨¦n por Nicol¨¢s Maquiavelo.
El visitante de la Casa de la Moneda de Madrid puede conocer, adem¨¢s, que no s¨®lo la lira es una moneda italiana, sino que tambi¨¦n lo fueron ducati, bianco, unghero, sesino, marchesano, scudo, soldi, giulio y testone, con sus variantes de mezzo, grosso, incluso grossone, o grandote.
Tambi¨¦n puede saber que san Geminiano, san Contardo y san Omobono fueron los patrones de la ciudad ducal de M¨®dena. O contemplar en el propio escudo de los duques lises francesas, ¨¢guilas bic¨¦falas austrocarolingias y la tiara pontificia, toda una met¨¢fora de los apetitos que este bello territorio despertaba entre los poderosos de la ¨¦poca.
Pero el lema numism¨¢tico moden¨¦s, Animi super omnia, revela el genio italiano en su pugna, feliz siempre, contra la adversidad.
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