Nueva victoria
Era el a?o 1975, y una empresa papelera acaba de contratarme como administrativa. Estaba en el periodo de prueba, que en aquel tiempo era de seis meses. Llevaba varios meses trabajando cuando el director me llam¨® a su despacho y me pidi¨® formalmente que acudiera a la oficina vestida con falda. Le parec¨ªa m¨¢s femenino.Yo no era feminista en aquella ¨¦poca, pero no me parec¨ªa justo que me exigieran aqu¨¦llo, sobre todo teniendo en cuenta que yo no atend¨ªa al p¨²blico. As¨ª se lo hice saber al director, pero ¨¦l insist¨ªa en lo suyo. Me dijo que, si no cambiaba de actitud, iba a pedir el finiquito antes de que venciera el periodo de prueba.
Fueron varias noches de insomnio. Yo no quer¨ªa perder un trabajo que me gustaba y que tanto me hab¨ªa costado encontrar. Al final, ced¨ª. Eso s¨ª, llegamos a un acuerdo: puesto que a ¨¦l no le importaba con qu¨¦ prenda hac¨ªa yo el recorrido de casa al trabajo y del trabajo a casa, decid¨ª llevar a la oficina una falda. Me la pon¨ªa al entrar y me la quitaba al salir. Me hice a la idea de que me exig¨ªan uniforme en la empresa, y as¨ª pude ir tirando, aunque mi orgullo me dec¨ªa que aquella renuncia era inaceptable.
Hoy, 25 a?os despu¨¦s, cuando leo que Judy Owen, ex gerente de la Asociaci¨®n Brit¨¢nica de Golf, ha ganado un caso de discriminaci¨®n porque le obligaban a llevar falda al trabajo, me siento, en cierta forma, recompensada. Es cierto que yo no hice nada en aquel momento por luchar por un derecho (ni siquiera sab¨ªa si era realmente un derecho), pero la lucha de las feministas durante estos a?os ha conseguido que casos como aquel hoy se lleven a los tribunales. Una victoria no solo del feminismo, sino de toda la sociedad, ya que la lucha contra la discriminaci¨®n es, en ¨²ltimo t¨¦rmino, la lucha por una sociedad m¨¢s justa y m¨¢s libre.- .
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