Las 'barras bravas' vuelven a tomar el f¨²tbol argentino Un grupo de 'ultras' golpea en el vestuario a jugadores de un 'segunda'
Las barras bravas del f¨²tbol argentino han cercado a los clubes y est¨¢n a un paso de asaltar el poder. Esta semana los jugadores del Tigre, un equipo de Segunda Divisi¨®n, fueron recluidos en los vestuarios, golpeados y amenazados con armas. La polic¨ªa no puede impedir el ingreso a los estadios y los directivos tienen miedo de identificar a los hinchas m¨¢s violentos. La Secretar¨ªa de Seguridad del Gobierno argentino convoca a la Asociaci¨®n del F¨²tbol Argentino(AFA) y se suceden las reuniones, pero las bandas de fan¨¢ticos siguen fuera de control."Algunos de los chicos m¨¢s j¨®venes lloraban, otros se descompusieron de los nervios, a Luciano Busso le apuntaron con un rev¨®lver y cuando Nicotra quiso defenderle le pegaron un golpe de pu?o en la cara. Fueron veinte minutos, media hora, pero parec¨ªa que no iba a terminar nunca". El relato del jugador del Tigre es estremecedor. Todos cuentan lo que pas¨® en el entrenamiento del pasado mi¨¦rcoles, cuando la barra brava les llev¨® del campo a los vestuarios porque necesitaban hablar con ellos. Todos cuentan pero pocos quieren que se escriba su nombre junto a la declaraci¨®n. Ruegan: "Por favor, no pongas que yo dije esto, pero est¨¢n como locos, nunca los vimos as¨ª. Gritaban, ped¨ªan que pongamos m¨¢s huevos para ganar los partidos, nos amenazaban, dec¨ªan que pod¨ªan hacer echar a cualquiera. Y nadie sabe ahora c¨®mo pueden reaccionar". Luis Fabi¨¢n Artime, hijo del m¨ªtico internacional y goleador argentino Luis Artime, actual delantero centro del Tigre, reconoc¨ªa que estuvo a punto de salir de all¨ª y "no volver a jugar nunca m¨¢s al f¨²tbol".
El sindicato de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) y la plantilla decidieron suspender los entrenamientos. Seg¨²n Sergio Marchi, el secretario de FAA, "no es casual" que esto pase en el Tigre. "El presidente Alfredo Bianchi dice que nosotros exageramos, que los barras son buenos muchachos. Nosotros le dijimos que si no se dan las garant¨ªas el equipo no juega". La barra del Tigre tiene una casa propia junto al campo donde guardan sus trapos (banderas) y donde se alternan para vivir. El presidente del club prometi¨® ahora que la construcci¨®n ser¨¢ demolida dentro de tres meses.
Pero el problema no s¨®lo afecta al Tigre. Pablo Brey, presidente del All Boys, reconoci¨® tambi¨¦n que "nada es tan sencillo como la gente cree". "Todos somos responsables, los jugadores, los ¨¢rbitros, los dirigentes y las fuerzas de seguridad, pero nosotros no podemos ejercer el derecho de admisi¨®n porque convivimos con los violentos". La esperanza, para Brey, est¨¢ puesta en el nuevo juego de Pron¨®sticos Deportivos (ProDe), que permitir¨ªa recaudar fondos y destinarlos a pagar por mayor seguridad.
?Pero se trata s¨®lo de dinero? La compleja trama de la relaci¨®n entre las barras bravas y los directivos de los clubes no es s¨®lo una cuesti¨®n econ¨®mica. Los presidentes de los clubes y los aspirantes a serlo utilizan a las bandas de fan¨¢ticos para trabajos sucios como apretar (intimidar) a dirigentes de la oposici¨®n, jugadores que se niegan a renovar sus contratos, entrenadores que reclaman indemnizaci¨®n cuando los despiden y periodistas que investigan sobre los porcentajes de los intermediarios en los traspasos o critican la actuaci¨®n del equipo. Cuando algunos de ellos es detenido por un hecho violento, robo o tr¨¢fico de drogas dentro o fuera del campo, son los propios directivos del club los que se interesan por su situaci¨®n y le ayudan a salir de la c¨¢rcel.
Las barras bravas son un monstruo alimentado por todos. Tambi¨¦n por los jugadores y entrenadores que les pagan para que les alienten o sostengan y no les echen del club. Julio Grondona, presidente de la AFA desde hace veinte a?os, criado y educado en ese sistema, dice que "violencia hubo siempre". Los sistemas de seguridad montados por los clubes poderosos, con circuito cerrado de v¨ªdeo, todav¨ªa no sirvieron para detectar siquiera a un fan¨¢tico ocasional que arroje piedras o monedas al ¨¢rbitro. La polic¨ªa se queja de que los dirigentes no colaboran con la identificaci¨®n de los m¨¢s violentos. El subcomisario Salvador Barata, de la comisar¨ªa de Avellaneda, con jurisdicci¨®n sobre los campos del Racing y del Independiente, en declaraciones al peri¨®dico La Naci¨®n, acusaba a los directivos que de negarse a marcar (se?alar) a los delincuentes, y que les impide a ellos ejercer el derecho de admisi¨®n a los campos.
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