La tremenda explosi¨®n sacudi¨® el 'campus' universitario y se oy¨® en toda la ciudad

Javier Rojo, senador y compa?ero pol¨ªtico inseparable del parlamentario asesinado por ETA, Fernando Buesa, se ech¨® a llorar nada m¨¢s tener la confirmaci¨®n de que el cuerpo que yac¨ªa bajo una s¨¢bana blanca era el de su amigo. "No puede ser, no puede ser Fernando", dec¨ªa mientras se abrazaba a sus compa?eros. Rojo cruz¨® el cord¨®n policial del escenario del atentado y un agente le hizo el gesto de "s¨ª" con la cabeza. Otros ertzainas le impidieron acercarse a ver los restos destrozados de Buesa. La tremenda explosi¨®n sacudi¨® las aulas del campus universitario y se oy¨® en toda la ciudad.

El polic¨ªa que lleg¨® justo ocho minutos despu¨¦s del atentado se sent¨® en una escalera durante unos minutos para digerir el espect¨¢culo. El parlamentario socialista hab¨ªa muerto en el acto, "pero el escolta, un joven, todav¨ªa respiraba, estaba destrozado pero respiraba". Rojo apenas si pudo escuchar el relato del agente. Se volvi¨® hacia su compa?era de partido, Teresa Rodriguez Barahona, y le abraz¨®. Hab¨ªa venido mascullando la posibilidad de que la v¨ªctima del atentado que se escuch¨® desde el centro de Vitoria pod¨ªa ser ¨¦l, y explot¨® en un largo llanto. L¨¢grimas que ayer cayeron incluso cuando no se conoc¨ªa la identidad de los fallecidos. Junto a la columna de humo, los coches en llamas y los dos cad¨¢veres, hab¨ªa una multitud de j¨®venes que por primera vez en su vida ve¨ªan un atentado, y lo hac¨ªan en tiempo de clase. "Nos han saltado los cristales encima, pensabamos que se nos ca¨ªa el techo, y cuando hemos salido nos hemos encontrado esto... Es impresionante, no lo voy a olvidar nunca", dec¨ªa una estudiante.

Los primeros rumores apuntaron a que las v¨ªctimas eran una mujer y una ni?a que paseaban casualmente por el campus. Luego cobr¨® fuerza el de un pol¨ªtico alav¨¦s, Fernando Buesa. Mientras tanto dos mujeres del servicio de limpieza del instituto Federico Baraibar intentaban tranquilizar a dos chicas: "Es que parec¨ªa el fin del mundo, ha sido una explosi¨®n terrible", justificaban. Una explosi¨®n que sacudi¨® a la sala de prensa de la Presidencia, justo en el momento en el que el portavoz, Josu Jon Imaz, atend¨ªa a los medios de comunicaci¨®n. Imaz se ech¨® las manos a la cabeza cuando ETA hizo explosionar la furgoneta bomba. Poco despu¨¦s lleg¨® al lugar de los hechos para condenar tajantemente las acciones de los terroristas.

Para entonces ya hab¨ªan pasado las escenas de terror de los estudiantes que vieron como se ven¨ªan abajo los cristales de sus centros, y comenzaron las de dolor de conocidos y compa?eros de Buesa.

Su hermano Jon Buesa, miembro de la ejecutiva provincial del PNV, declar¨® nada m¨¢s conocer su muerte: "Fernando no ten¨ªa miedo, ha sido asesinado precisamente por eso y por defender sus ideas". Jon calific¨® a su hermano como una gran persona que "hac¨ªa siempre los mismos itinerarios, y a veces se escapaba incluso a los escoltas para comprar el peri¨®dico, por ejemplo".

En el mismo escenario del doble asesinato, el n¨²mero dos de los populares vascos, Carmelo Barrio, declar¨® que "hoy nos han matado un poco a todos, es un d¨ªa terrible para la democracia".