Chocolate
La Uni¨®n Europea ha decidido autorizar a los fabricantes de chocolate la sustituci¨®n de un 5% del cacao esencial para elaborar el producto por grasas vegetales.Y protesto.
Protesto porque no hay raz¨®n -salvo si se refiere a beneficios- para adulterar el chocolate. El chocolate no necesita grasas. Y si fueran precisas, ah¨ª est¨¢ la manteca del cacao que se utiliza en su normal fabricaci¨®n.
Con los alimentos nos estamos jugando el tipo. Uno come y en realidad no sabe lo que est¨¢ comiendo. Hace poco trajeron a casa un botecito rotulado "Crema de anchoas de la Escala". A quien le gusten las anchoas no se le podr¨ªa ofrecer mejor manjar. Sin embargo, la crema de aquel botecito, a la cata, no encontraba en el paladar ese saboreo excelso propio de las anchoas de la Escala sino una intensa salaz¨®n que provocaba sed. Consultada la composici¨®n de la pasta -lo que, dado el diminuto cuerpo de la tipograf¨ªa, requer¨ªa lupa- se pudo apreciar que estaba hecha de carne de cerdo, h¨ªgado de pato, grasas animales y vegetales, m¨¢s otros ingredientes entre los que la anchoa figuraba en cuarto o quinto lugar; y, naturalmente, no faltaban los colorantes, los aromatizantes, los estabilizantes y las qu¨ªmicas habituales del ramo.
Jam¨¢s el ser humano hubiese tenido tragaderas para deglutir semejantes amasijos si no fuera por la publicidad, que tiene a la ciudadan¨ªa medio embrujada, aunque algunos sabios sostienen que es atontada. Produce perplejidad observar c¨®mo los colectivos obedecen a las consignas y aceptan sin rechistar las ofertas que lanzan las multinacionales (tambi¨¦n los pol¨ªticos) mediante los poderosos medios de propaganda.
El euro, seg¨²n esos medios, viene volando. Una de tantas promociones del euro la hicieron present¨¢ndolo como un ente m¨¢gico surgido del ¨¦ter, al que gente de toda edad ve llegar con arrobo.
El arrobo se lleva mucho: es la imagen de la ¨¦poca. As¨ª sea un coche o un detergente lo que se anuncia, el ciudadano contempla su aparici¨®n en ¨¦xtasis. De ah¨ª que la sociedad civil (parte de ella quiero decir) pretenda integrarse en un mundo virtual que, naturalmente, no existe, salvo en las escenificaciones fantasiosas y manipuladas que interesa difundir a quien dirige el cotarro. A lo mejor proceden de ah¨ª las frustraciones y las depresiones, que son tambi¨¦n el tributo debido a la modernidad virtual.
Lo m¨¢s grave ser¨ªa que no hubiese reacci¨®n, pues eso significar¨ªa que la sociedad entera est¨¢ abocada al gregarismo y al entontecimiento, sin posible remisi¨®n. Pero ya surgen toques de alerta surgidos de esos hombres libres, intelectuales aut¨¦nticos, que siempre constituyeron un peligro para el poder constituido, lo que les convierte en perdedores, objeto de anatema, v¨ªctimas de persecuci¨®n y castigo.
Se ha estrenado en Madrid la obra teatral de Juan Cavestany El obedecedor, que expone la sumisi¨®n de la ciudadan¨ªa a las ¨®rdenes de quienes ejercen el poder pol¨ªtico, econ¨®mico, moral y de todo ¨¢mbito imaginable. No sabr¨ªa uno augurar si tendr¨¢ ¨¦xito, aunque no ser¨ªa de extra?ar que la marginaran y la patearan, pues una vez vaciado de criterio e incapacitado para la cr¨ªtica, el ser humano no entiende forma de vida distinta a su gregaria veneraci¨®n al poder. Con lo cual nos estamos quedando sin personalidad y sin defensa ante la arbitrariedad y el enga?o. Y sin chocolate.
Lo del chocolate clama al cielo. Fue la merienda de los ni?os, remedio energ¨¦tico, regalo de los dioses a la feligres¨ªa golosa, que es multitud. El chocolate, seg¨²n lo inventaron los aztecas, hecho de agua y cacao, con su aditamento de ma¨ªz o avena, enriquecido mediante az¨²car y canela, enternec¨ªa los corazones. El padre Jos¨¦ Acosta, en su Historia natural y moral de las Indias, refer¨ªa la locura que sent¨ªan por el chocolate los ind¨ªgenas y los espa?oles. De ah¨ª que los espa?oles lo trajeran a Espa?a, y de aqu¨ª pasara a Europa en sus distintas versiones, siempre hechas de cacao sin grasa ajena de ninguna especie; desde el que llamamos "chocolate hecho", caliente y movido en j¨ªcara para espesarlo y mojar churro o mojic¨®n, hasta los turrones, los fondants y las libretas divididas en onzas de chocolate harinoso puro o suavizado con leche.
Ese aditivo del 5% de grasa vegetal quiz¨¢ haga creer que es el chocolate del loro. Pero no lo ser¨¢ tanto cuando los fabricantes han peleado para conseguir que la Uni¨®n Europea lo apruebe. Un servidor, si le dejaran, saldr¨ªa a manifestarse contra semejante atropello. Bajo el lema de la Europa del bienestar nos est¨¢n metiendo de matute el consumo del suced¨¢neo. Y protesto.
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