El r¨ªo de Celia
Sospechaba Marcel Duchamp que el mejor modo de despertar la curiosidad ajena consiste en interrumpir la representaci¨®n de una obra teatral irrumpiendo en el escenario completamente desnudo y con un plumaje de ave del para¨ªso empotrado en el culo. Es evidente que la alcaldesa de M¨¢laga, y candidata a representante de la derecha en el Congreso de los Diputados, no ha le¨ªdo a Duchamp; de lo contrario, los malague?os hubi¨¦semos padecido la inoportunidad de avistarla en pelota picada por cualquiera de los escenarios imaginables, soflamando desde su municipal culete un florido plumaje de pavipollo. Tal ignorancia explica que Villalobos haya optado por engendrar, pocos d¨ªas antes de la pr¨®xima jornada electoral, un lema publicitario tan bufo como granuja: "El r¨ªo que nos une".Pretende as¨ª esta mujer calmar, primero, su af¨¢n de notoriedad y unir, despu¨¦s, a los ciudadanos de M¨¢laga en un proyecto com¨²n, el soterramiento del r¨ªo Guadalmedina, una idea valorada en 82.000 millones de pesetas, de los cuales Villalobos no tiene m¨¢s que la pretensi¨®n de conseguirlos -ni un c¨¦ntimo m¨¢s-, seg¨²n dejaba entrever su compa?ero de correr¨ªa pol¨ªtica, y piloto de avionetas y devastador ministro de Fomento, el igualmente trapichero Rafael Arias-Salgado. O sea, otro farol, un pufo m¨¢s de esta Villalobos empe?ada en amontonar castillos en el viento cuando a¨²n no ha conseguido recomponer los inagotables estropicios de los t¨²neles y palacios que todav¨ªa ni ha terminado de mal edificar.
Semejante pretensi¨®n unificadora, fluvial y destinada al autobombo resulta, pues, inquietantemente cretina; sobre todo si comprobamos que la unidad entre los malague?os ya est¨¢ conseguida y que tan inusual logro tambi¨¦n es obra de la propia Villalobos. En efecto, los habitantes de M¨¢laga permanecemos unidos en torno a una evidencia: con Villalobos vivimos peor y pagamos m¨¢s impuestos. ?sa es, de momento, la meta conseguida por esta mujer que quiz¨¢s haga pronto realidad su obsesiva pretensi¨®n de ocupar una cartera ministerial, justo ahora que Pimentel se enter¨® de lo que significa pertenecer a un Gobierno cuya rapi?a beneficia a los amiguetes del tipo que lo preside, entre los cuales se cuenta el marido de Villalobos.
Y es que "El r¨ªo que nos une" a los malague?os es un rabi¨®n que nos junta, que nos api?a frente a una alcaldesa que cuando toca un c¨¦ntimo p¨²blico lo dilapida en pellas de hormig¨®n ruinosas ya antes de su uso, en cuentas de tel¨¦fonos fijos y m¨®viles que no entienden de compa?¨ªas m¨¢s baratas que Telef¨®nica, en paniaguados puestos en la alcald¨ªa de M¨¢laga sin que nadie sepa qu¨¦ carajo hacen. "El r¨ªo que nos une" es una catarata de sinverg¨¹encer¨ªas insultantes para cualquier inteligencia, un torrente de chapuzas apa?adas para ofertar a los electores la carnaza de una fantas¨ªa que acaso fuera posible cuando Villalobos ya ni sea alcaldesa de M¨¢laga.
Unas maquetas inveros¨ªmiles, un c¨¢lculo de gastos perpetrado a ojo de mal cubero, una ciudad percudida, un trazado infinito de ruinas, derribos y trincheras que hermanan a M¨¢laga con Beirut, Kosovo y Sarajevo, una dur¨ªsima jeta sin l¨ªmites. Tales son los afluentes del r¨ªo que nos une, el rabi¨®n que nos junta a los malague?os. Todo lo dem¨¢s est¨¢ vac¨ªo.
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