RTVE, tres directores y un mismo problema
A los seis meses de haber asegurado que har¨ªa adelgazar a RTVE, alegando que este pa¨ªs no pod¨ªa permitirse el despilfarro de su enorme coste -con una deuda acumulada situada en 250.000 millones a principios de 1996-, las estrategias de La Moncloa situaron al grupo estatal al frente del proyecto que finalmente vino al mundo con el nombre de V¨ªa Digital. Adem¨¢s, el primer a?o en que el PP se hizo responsable de RTVE, el entonces portavoz del Gobierno, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, anunci¨® que no se iba a enjugar "ni una sola peseta de la deuda dejada por los socialistas" en el Ente P¨²blico.Aquel par de disparates iniciales fueron corregidos a lo largo de la legislatura, al comp¨¢s de los cambios que fueron produci¨¦ndose en su direcci¨®n general, desempe?ada sucesivamente por M¨®nica Ridruejo, Fernando L¨®pez-Amor y P¨ªo Cabanillas. RTVE termin¨® vendiendo su participaci¨®n en V¨ªa Digital, en la que nunca lleg¨® a liderar nada. Y el Gobierno, ante el temor de llegar a estas elecciones generales de 2000 con una deuda acumulada de un bill¨®n de pesetas en el grupo p¨²blico, empez¨® a inyectarle dinero a base de atribuirle ingresos extraordinarios, utilizando para ello diversos instrumentos: devoluci¨®n del IVA y satisfacci¨®n de una deuda hist¨®rica pendiente desde los tiempos en que Retevisi¨®n se hab¨ªa quedado con la red de difusi¨®n de RTVE a coste cero. Todo ello, m¨¢s una mejor gesti¨®n interna, han hecho decrecer ligeramente la deuda acumulada. La hip¨®tesis de futuro m¨¢s optimista de su director, P¨ªo Cabanillas, es que se dar¨ªa con un canto en los dientes si la deuda no rebasara los 600.000 millones de pesetas a final de este a?o, el mismo nivel en que estaba a finales de 1998, cuando ¨¦l se hizo cargo de esa responsabilidad. Es decir: lo que el primer ejecutivo de RTVE firmar¨ªa hoy es una losa que pesa m¨¢s del doble de la que el grupo estatal soportaba en 1996.
Una actividad tan costosa para el contribuyente deber¨ªa proporcionar satisfacci¨®n social. Pero lo que provoca es una bronca pol¨ªtica constante. Y ni siquiera es tan grave el esc¨¢ndalo del tratamiento informativo de la campa?a electoral, como haber instalado en los medios del Ente P¨²blico la cultura de la naturalidad en el buen trato al Gobierno y a su presidente, y de la naturalidad en el ninguneo de sus adversarios.
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