Una despedida forzada por el fracaso y la coherencia Almunia puso ayer dignidad en la derrota. Con su dimisi¨®n irrevocable el PSOE pierde a su tercer l¨ªder en tres a?os
Derrota. Y dignidad. Vio el veredicto de las urnas, la dimensi¨®n del abandono, la magnitud de la brecha con los vencedores, la hondura de su propia frustraci¨®n tras haber intentado convertir en mayor¨ªa pol¨ªtica la mayor¨ªa social que se revolv¨ªa contra el desigual reparto de la bonanza econ¨®mica, y entendi¨® que el fracaso colectivo era su propio fracaso. Joaqu¨ªn Almunia tom¨® con serenidad, con determinaci¨®n, su decisi¨®n de dimitir. Una decisi¨®n que no tiene precedente en la historia del PSOE desde el restablecimiento de la democracia y que fuerza la convocatoria de un congreso extraordinario. Una decisi¨®n que ya estuvo tentado de tomar cuando en abril de 1998 le derrot¨® Jos¨¦ Borrell en las primarias y que ahora viene a fundir, por segunda vez en el plazo de un a?o, a un l¨ªder electoral del PSOE.Almunia siempre ha sido un pol¨ªtico de convicciones y coherencia democr¨¢ticas. Lo demostr¨® cuando convoc¨® las primarias para conquistar una legitimidad que ¨¦l cre¨ªa que le faltaba para asumir el papel de candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Y cuando, hace diez a?os, se enfrentaba a los manejos del guerrismo aun a costa de sufrir las consecuencias en su propia piel.
Serio, responsable, aut¨®nomo en sus decisiones, reflexivo en sus consideraciones, con una voluntad sin grietas, Almunia dio ayer un paso al que se sent¨ªa empujado por la orfandad de respaldo electoral, y quiz¨¢ sin sentir mayor dolor por arrastrar en su marcha a un equipo dirigente que tampoco ha demostrado gran potencia ni capacidad de arrastre. En un discurso tan sincera y razonadamente argumentado como el que hizo anoche para anunciar su dimisi¨®n no puede pasar inadvertida su referencia a la conveniencia de que el PSOE renueve dirigentes y equipos.
Si el temple de un pol¨ªtico se puede medir en parte por c¨®mo encaja las derrotas, cuando ha tenido la victoria al alcance de su mano, Almunia ha dejado constancia en dos ocasiones -demasiado cercanas, para su desgracia- de la calidad de su solidez y de la limpieza de su mirada, por emplear una expresi¨®n acu?ada por Felipe Gonz¨¢lez. Pero las ocasiones en que lo ha demostrado son de esas que no desea un l¨ªder, porque est¨¢n atestiguando las carencias para el liderazgo. Como dijo tambi¨¦n Gonz¨¢lez, Almunia ha quedado como un pol¨ªtico que ser¨ªa mejor presidente que candidato.
El exsecretario general del PSOE, que no tiene entre sus cualidades la de ser un comunicador con capacidad de seducci¨®n, no ha podido confrontar su capacidad de convicci¨®n con la de Aznar porque el mismo candidato del PP que en 1996 promet¨ªa instaurar como un h¨¢bito democr¨¢tico indeclinable los debates cara a cara en televisi¨®n ha terminado la campa?a electoral sin acceder a un solo debate televisado.
Almunia ha tenido todo el apoyo de Felipe Gonz¨¢lez, que ha procurado erosionar a Aznar sin ensombrecer al candidato socialista. Pero estas han sido unas elecciones en las que hasta el carism¨¢tico expresidente del Gobierno ha visto en Sevilla, donde se presentaba por primera vez como cabeza de lista, c¨®mo perd¨ªa apoyo respecto a los candidatos de hace cuatro a?os y se acortaba la distancia entre su partido y el PP. La ca¨ªda de Almunia no es la de un corredor que triunfa al margen del n¨²cleo del equipo, como fue el caso de Borrell, sino de un integrante de ese n¨²cleo, escogido por el capit¨¢n para sucederle. As¨ª que el resultado de las elecciones ha sido para los socialistas el peor de los posibles, porque a una derrota que pod¨ªa haber sido asumible, e incluso previsible, se ha sumado una inimaginable crisis de liderazgo, un a?o despu¨¦s de la dimisi¨®n de Borrell y casi tres a?os despu¨¦s de la renuncia de Felipe Gonz¨¢lez. Una secuencia que, al margen de la diversidad de las circunstancias, acumula en el PSOE liderazgos desvanecidos. El de Borrell dur¨® trece meses. El de Almunia ha durado ocho meses.
El ¨²ltimo rival socialista de Aznar hab¨ªa pedido a todo el PSOE en su primera intervenci¨®n como candidato a la presidencia del Gobierno, tras obtener el respaldo del 95% del Comit¨¦ Federal, el pasado mes de julio, que adoptase la misma actitud que le llev¨® en 1982 a lograr diez millones de votos. Ahora ha pedido reflexi¨®n para descubrir los errores que tan alejado le han dejado al PSOE respecto de aquella meta. ?l, por de pronto, ha hecho lo contrario de lo que ser¨ªa poner pa?os calientes. Probablemente con la naturalidad de quien pudo resumir con esta sencillez, no exenta de iron¨ªa, el cambio que supuso su salida del Gobierno: "Disfrut¨¦ de los amigos que lo siguieron siendo despu¨¦s de abandonar el poder, y del silencio de los que ya no volvieron a llamar porque yo, sin cartera, no les interesaba".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.