Fuego cruzado
Pulso de los bomberos de Barcelona con el consistorio por las condiciones en las que desarrollan su trabajo
Los Bomberos de Barcelona son los funcionarios m¨¢s apreciados por la ciudadan¨ªa porque para ellos no rige el vuelva usted ma?ana. Este a?o, el d¨ªa de su patr¨®n, Sant Joan de D¨¦u, no hubieron discursos, ni las entregas de condecoraciones, porque ning¨²n miembro del gobierno municipal se aventur¨® a visitar sus dependencias consciente de que no est¨¢ el horno para bollos. Tres bomberos estaban entonces en huelga de hambre, que mantuvieron nueve d¨ªas, para exigir la retirada de los expedientes abiertos a siete compa?eros.Pese a que contin¨²a siendo el colectivo municipal mejor valorado por los barceloneses, ellos a?oran el tiempo en el que se abr¨ªan nuevos parques y se contrataban a 206 hombres en un solo a?o. Pero eso suced¨ªa a principios de los ochenta, cuando por sus dependencias desfilaban los jefes de bomberos de toda Espa?a para aprender.
Con los noventa el lema fue optimizar recursos. Se congel¨® la plantilla y se llev¨® por delante los parques de la plaza de Borr¨¤s, de Pi Molist y m¨¢s recientemente el del Poble Sec. La plantilla actual es de 655 hombres y su media de edad ronda los 49 a?os: demasiados para un oficio de alto riesgo -sus compa?eros de la Generalitat tienen 35 a?os de media-.
Las ¨²ltimas sanciones han encrespado los ¨¢nimos en un colectivo que ha cerrado filas junto a sus compa?eros para exigir la retirada de los expedientes. Cuando el gobierno municipal les habla de optimizar recursos los sindicatos contestan que est¨¢n de acuerdo pero piden que se haga bien. El ejemplo que citan los portavoces de los bomberos apunta a actuaciones como el reciente cierre del parque del Poble Sec, en la calle de Lleida, el tercero en n¨²mero de intervenciones porque cubr¨ªa un ¨¢rea caracterizada por calles estrechas, con muchos inmuebles de dif¨ªcil acceso en los que, cuando ocurre algo, lo que cuenta es la rapidez en la llegada. El nuevo parque de Vall d'Hebr¨®n, abierto hace pocas semanas, les parece que no re¨²ne las condiciones y desde all¨ª se tarda m¨¢s en salir para atender las emergencias.
El episodio de las sanciones obedece, seg¨²n los sindicatos, a que algunos bomberos acudieron a sofocar un incendio con ropa de paisano, con la oposici¨®n de algunos oficiales, para protestar por la falta de una lavander¨ªa que reclaman desde hace a?os. El gerente de Via P¨²blica, Blas Alascio, asegura que los sancionados desobedecieron a los superiores cuando les ordenaron cubrir un servicio.
Mientras los sindicatos recuerdan que nunca se hab¨ªan producido sanciones tan graves -tres de los expedientes pueden representar la suspensi¨®n de empleo y sueldo a los infractores-, Alascio declara que el Ayuntamiento no piensa retirarlas y alega que en 180 a?os de historia que tiene el cuerpo de bomberos nunca se hab¨ªa producido una situaci¨®n de tal gravedad para un servicio en el que cualquier retraso, aunque sea por minutos, puede tener consecuencias fatales.
Los bomberos han ido diversificando su actividad profesional, que ya no consiste unicamente en apagar fuegos. Ahora han de reparar escapes de agua sin ser fontaneros o abrir puertas sin ser cerrajeros. Para ellos el tiempo siempre manda y no valen excusas o desconocimientos cuando ha sido requerida su presencia en alg¨²n lugar. Saben que los ciudadanos valoran su trabajo no s¨®lo porque las encuestas as¨ª lo confirman, sino porque les demuestran su afecto siempre que tienen ocasi¨®n.
Del malestar reinante da idea la huelga de hambre de tres bomberos, la primera vez que el colectivo recurre a esta acci¨®n. Los huelguistas no eran ninguno de los sancionados ni estaban sindicados. Decidieron personalmente dejar de comer al acabar un encierro de 24 horas protagonizado por sus compa?eros y lo mantuvieron durante nueve d¨ªas.
El trabajo que desempe?an estos profesionales requiere arrojo y un alto grado de compa?erismo. Su salario es de 190.000 pesetas mensuales netas. Pero sus reivindicaciones pasan por lograr servicios como el de lavander¨ªa para no tener que lavar la ropa en casa aunque, seg¨²n Alascio, esta cuesti¨®n est¨¢ en v¨ªas de soluci¨®n. El riesgo de contagio al que hab¨ªan aludido los portavoces en sucesivas mesas negociadoras se cumpli¨® hace algunos meses cuando dos bomberos contrajeron sarna y uno de ellos se la contagi¨® despu¨¦s a su mujer y a sus dos ni?as. Infestarse de pulgas o piojos tambi¨¦n ocurre con frecuencia, por lo que el cuidado de sus ropas requieren extremar la desinfecci¨®n.
"No somos h¨¦roes", afirma el portavoz sindical de CC OO, Manuel Garc¨ªa, cuando explica que la avanzada edad de los bomberos y la falta de efectivos les hace arriesgarse con frecuencia m¨¢s de la cuenta.
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