Orden de batalla
Presionado por las circunstancias, Lionel Jospin ha formado un Gobierno donde la experiencia pol¨ªtica de los reci¨¦n llegados permite prever una buena base en el frente electoral, pero que no convence en cuanto a su entusiasmo reformista. No es imaginable que Jospin no haya tomado precauciones antes de nombrar a los sustitutos de Claude All¨¨gre, Christian Sautter y Emile Zuccarelli. Pero si la ventaja de los pol¨ªticos es tener, en principio, un sentido de la relaci¨®n de fuerzas para hacer avanzar los proyectos, su inconveniente es la propensi¨®n a subordinar los resultados a los beneficios electorales.Hace falta la frescura de los ne¨®fitos del oficio pol¨ªtico, como All¨¨gre, para pensar que el fin es demasiado importante para que se le enturbie con medios dilatorios. Jack Lang no ser¨¢ del tipo de los que se arriesgan en la algarada p¨²blica para atropellar los corporativismos. No m¨¢s de lo que Laurent Fabius va a arriesgar por la liquidaci¨®n de los subsidios agrarios. Esos pesos pesados (...) est¨¢n precisamente all¨ª para evitar que Jospin est¨¦ expuesto a ministros d¨¦biles.
M¨¢s que la restauraci¨®n del mitterrandismo, se trata del retorno de ese buen y viejo m¨¦todo usado por Mitterrand que consist¨ªa en poner orden en el propio terreno en v¨ªsperas electorales. Era, sin duda, ¨²til para (...) Jospin. Pero ¨¦l sabe tambi¨¦n que si la izquierda gana las legislativas, ser¨¢ un ¨¦xito compartido con Fabius, y en caso de perder, cargar¨¢ ¨¦l solo con la responsabilidad, cerr¨¢ndose el paso a la candidatura presidencial, en la que podr¨¢, en cambio, postularse el nuevo hu¨¦sped de Bercy.
Jean-Michel Helvig
28 de marzo de 2000
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