La muerte
El domingo le¨ª en EL PA?S una entrevista con Fernando Mar¨ªn, un joven m¨¦dico que en 1998 fund¨® un grupo de ayuda llamado Encasa. Esta organizaci¨®n se dedica a atender a domicilio a los enfermos terminales que, desesperados por la angustia o el dolor, intentan encontrar una salida a su tormento: una muerte tranquila, un final digno. Encasa proporciona cuidados paliativos: se limita a administrar calmantes. Lo que sucede es que los calmantes pueden acelerar el fin en las personas de salud muy precaria. Es un tratamiento totalmente legal e incluso admitido por la Iglesia, pero roza la frontera con la eutanasia. En ese estrecho margen se mueve Fernando Mar¨ªn, como un explorador que va abriendo camino por territorio ignoto. Es el ¨¢ngel del ¨²ltimo momento.Me admira este Mar¨ªn que ha dedicado su vida a lo m¨¢s ingrato, al tr¨¢nsito final de los seres que sufren. Eso s¨ª que es compasi¨®n y rigor m¨¦dico. La eutanasia (palabra que significa "buena muerte") es uno de los debates m¨¢s cr¨ªticos y ¨¢lgidos de este siglo XXI que ahora empieza. La hipertecnolog¨ªa occidental ha provocado que los enfermos terminales y los ancianos vivan hoy mucho m¨¢s que antes, a menudo en condiciones espantosas. Lo cual es absurdo, porque los avances m¨¦dicos deber¨ªan servir tambi¨¦n para facilitar la agon¨ªa; pero los prejuicios y la falta de coraje hacen que, por ejemplo, muchos doctores dejen sufrir a sus pacientes horribles dolores antes que recetar morfina; de hecho, en 1996 la Organizaci¨®n Mundial de la Salud tuvo que recomendar encarecidamente el uso de este opi¨¢ceo a los m¨¦dicos espa?oles, porque nuestro pa¨ªs estaba muy por debajo de la media europea.
La vida es un enigma maravilloso, una fuerza ciega y obstinada. Conozco personas gravemente incapacitadas y muy enfermas que quieren seguir viviendo, pero hay muchas otras que ans¨ªan poder morir decentemente. La eutanasia es como la obstetricia, dec¨ªa el escritor Arthur Koestler (que, por cierto, se suicid¨®): los humanos estamos tan inermes en nuestros grandes tr¨¢nsitos que necesitamos una peque?a ayuda. Me asombra tener que repetir una vez m¨¢s algo tan evidente: es porque amo la vida por lo que exijo el elemental derecho a controlar mi muerte.
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