El intervencionista
Envuelto en el guante de seda del liberalismo llega muchas veces el esp¨ªritu intervencionista, tan familiar en la historia de Espa?a. Intervenir no para aplacar los excesos del mercado (intervencionismo progresista), sino para mediar a favor de los intereses particulares del poder pol¨ªtico (intervencionismo espurio: arbitrismo).La historia de la Telef¨®nica de Juan Villalonga (tambi¨¦n la anterior, pero entonces no era una empresa privada) es la de un arbitrismo continuo. Nombrado presidente por su amistad de pupitre con Aznar (Villalonga no pose¨ªa el curr¨ªculo adecuado para liderar la primera multinacional espa?ola), consentido en su continua fuga hacia adelante en la creaci¨®n y destrucci¨®n de equipos profesionales y en alianzas internacionales que no se sustanciaban (y estimulado en la creaci¨®n de un grupo multimedia af¨ªn al PP: sector privado gubernamental), Villalonga se encontr¨® con las dificultades y la erosi¨®n cuando pretendi¨® distanciarse del poder pol¨ªtico que le hab¨ªa encumbrado.
El Gobierno ha intervenido en Telef¨®nica a favor de Villalonga cuando ello le interes¨®, y ha intervenido en su contra cuando pens¨® que pod¨ªa perder el control de una compa?¨ªa que tiene una capitalizaci¨®n burs¨¢til de casi 14 billones de pesetas. El cortocircuito entre el Gobierno y Villalonga se propag¨® en el momento en que firm¨®, pocos d¨ªas antes de las ¨²ltimas elecciones generales, el acuerdo de Telef¨®nica con el BBVA. La negativa del Gobierno a apoyar ahora a Telef¨®nica en su fusi¨®n con la holandesa KPN, aunque argumentada en la raz¨®n objetiva de evitar que una empresa reci¨¦n privatizada vuelva a tener capital p¨²blico (en este caso holand¨¦s) aparece trufada de sospechas, contradicciones y aires de venganza. Una cosa es usar la acci¨®n de oro (posibilidad de bloquear decisiones en empresas formalmente privadas) -que puede entrar en contradicci¨®n con la opini¨®n de la Comisi¨®n Europea, como se acaba de ver en el caso de Telef¨®nica y en el bloqueo de una OPA sobre Hidrocant¨¢brico- y otra presionar a los principales accionistas del n¨²cleo duro y a los consejeros independientes (algunos de los cuales ya hab¨ªan dado el visto bueno a la operaci¨®n en la comisi¨®n delegada) para que dijesen "no" a la propuesta de su presidente. Una reflexi¨®n paralela tiene que ver con el silente entreguismo del empresariado espa?ol a las presiones gubernamentales.
La fusi¨®n de Telef¨®nica y KPN era considerada muy buena por los t¨¦cnicos del sector: aumentaba el tama?o de la sociedad resultante, en la que Telef¨®nica era la entidad que absorb¨ªa y no la absorbida; multiplicaba su potencia en tel¨¦fonos m¨®viles (los japoneses de NTT se han aliado con KPN en el negocio de m¨®viles inmediatamente despu¨¦s de la ruptura con Telef¨®nica); y consegu¨ªa, a trav¨¦s de la holandesa, una excelente plataforma para penetrar en Europa del Este.
La frustrada operaci¨®n conlleva algunas preguntas a?adidas: ?por qu¨¦ no quiere hoy el Gobierno la presencia coyuntural de capital p¨²blico en empresas privatizadas y mir¨® hacia otro lado cuando eran las empresas p¨²blicas espa?olas las que compraban empresas privadas latinoamericanas, una tras otra? A partir de ahora, cuando una multinacional de las telecomunicaciones quiera negociar con Telef¨®nica ?con qui¨¦n tendr¨¢ que negociar?, ?con el presidente de la compa?¨ªa?, ?con el presidente de Gobierno?, ?con el ministro de Econom¨ªa? ?Qui¨¦n asumir¨¢ la responsabilidad si Telef¨®nica es absorbida finalmente por una multinacional?
Durante los a?os en que los socialistas tuvieron el poder se les critic¨® por su papel intervencionista en las fusiones de bancos; por ejemplo, apoyaron al Banco de Bilbao en la OPA que S¨¢nchez Asia¨ªn lanz¨® sobre Banesto, y alentaron la hipot¨¦tica fusi¨®n del Banco Central y Banesto. Pero al final, ninguna de las dos operaciones se realiz¨®. La intervenci¨®n del Gobierno del PP ha frustrado de modo tajante la fusi¨®n entre Telef¨®nica y KPN y la de una empresa alemana con Hidrocant¨¢brico.
Urge aclarar las reglas del juego en lo que se refiere a la liberalizaci¨®n, la regulaci¨®n y la competencia. Telef¨®nica no ha sido precisamente un buen ejemplo de distinci¨®n entre lo p¨²blico y lo privado.
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