Para¨ªsos
Nada es perfecto, ni siquiera los entes privados o semiprivados que gozan (o padecen) cierto halo de elitismo. Ellos tambi¨¦n tienen sus problemas y, como si se tratara de lo p¨²blico, los sufren abnegados una veces o con rabia e impotencia otras. Si no, que se lo pregunten a Jos¨¦ Fresneda Castilla, candidato espont¨¢neo a presidir el Club de Mar de Almer¨ªa donde, seg¨²n ¨¦l mismo manifiesta, se paga por respirar. El multiempresario almeriense aspira a salir elegido junto a su equipo de expertos de lo judicial (abogados, notarios, asesores fiscales) y empresarios, a pesar de que la direcci¨®n del club nos les haya facilitado las direcciones de los socios para hacer campa?a. De llegar a presidencia, su compromiso primero, tras tributar al ex presidente Luis Durb¨¢n Puig un homenaje, ser¨¢ el de modificar unos estatutos que no reconocen la aptitud del voto hasta los 23 a?os. Pero Fresneda, que quiere abrir el club a la sociedad y borrar esa imagen perversa y "est¨²pida" de hijos de pap¨¢ que Almer¨ªa endosa a la entidad, cambiar¨¢ la norma. "?C¨®mo es posible que estos j¨®venes mayores de 18 a?os tengan capacidad para votar al presidente de Gobierno y no puedan participar en la elecci¨®n del presidente del Club de Mar?", apostilla el aspirante. Tambi¨¦n destaca entre sus propuestas la de "consensuar" entre los socios la entrada de nuevos miembros, que al parecer integran una amplia lista de espera.Lo de entrar en cotos privados o semiprivados est¨¢ muy codiciado en el entorno almeriense desde edades tempranas. Ejemplo de ello son las pol¨¦micas exclusiones de escolares que exceden la ratio en colegios concertados al llegar a Primaria y que vienen sucedi¨¦ndose desde 1998. Como en Educaci¨®n Infantil no existe concierto alguno con la Administraci¨®n ni imposiciones por ley (no es ense?anza obligatoria), al pasar p¨¢rvulos debe irse el n¨²mero de escolares que exceda de los 25 por clase. El a?o pasado, tras la expulsi¨®n de varios preescolares por sorteo en el colegio Stella Maris, los padres ganaron el derecho de sus hijos a permanecer en el centro por v¨ªa judicial.
En esto de los colegios privados, como en los clubes sociales, concurre la dualidad del para¨ªso acotado bajo una autonom¨ªa de tintes dictatoriales. S¨®lo cabe un consuelo: que los padres de los ni?os expulsados este a?o no sean los mismos que esperan ser miembros del Club de Mar.
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