Lars von Trier inventa en un brote de genio un asombroso y arrollador drama musical
El cineasta dan¨¦s desvela a la cantante islandesa Bj?rk como una portentosa actriz
ENVIADO ESPECIALHab¨ªa mucha curiosidad ante Dancer in the dark. Luego la curiosidad se hizo asombro. ?C¨®mo compaginar la militancia de Lars von Trier en movimientos de subversi¨®n antiformalista con la rigidez formalista del cine musical puro? La respuesta del filme es rotunda: con un golpe de genio que da lugar a una prodigiosa fusi¨®n de contrarios. La libertad plena estalla dentro de un molde cl¨¢sico de alta pureza; y la triste pero gozosa pel¨ªcula musical de Trier es, m¨¢s que interpretada, vivida por la cantante islandesa Bj?rk, que se deja literalmente el alma en ella.
Despu¨¦s de Rompiendo las olas, Los idiotas y otras formidables y arriesgad¨ªsimas aventuras formales precedentes, el artista total que es Lars von Trier va a¨²n m¨¢s lejos y afronta en Dancer in the dark el desaf¨ªo sin precedentes de construir una tragedia pura siguiendo las leyes, las muy rigurosas formas codificadas, del cine musical creado por el Hollywood cl¨¢sico.Son dos los modelos formales de este gran cine musical convocados por Lars von Trier como fuente de la modernidad de su pel¨ªcula. Lo dice el propio cineasta de esta manera: "El filme es en realidad una versi¨®n musical de Rompiendo las olas. Las dos obras se parecen mucho, son muy cercanas la una a la otra. Y el personaje Selma, que interpreta Bj?rk, es una prolongaci¨®n de la ingenuidad de Karen en Los idiotas y de Bess en Rompiendo las olas. Tiene la misma gran energ¨ªa emocional que ¨¦sta. La pel¨ªcula aborda una forma extrema del melodrama, pero lo hace a la manera de una comedia musical, que reposa sobre convenciones y deja ver el latido de la vida por debajo de estructuras formales estilizadas".
Lars von Trier casi lo ha dicho todo, en estas pocas palabras, acerca del enorme, inabarcable, genial filme que acaba de darnos. La conexi¨®n que establece entre melodrama y comedia musical es de una sutil y muy poco frecuente inteligencia: ambos, en efecto, son g¨¦neros hermanos, hijos de la m¨²sica. De la comedia musical esto se sabe, es casi obvio; pero no tanto, en cambio, del melodrama, ante el que todav¨ªa hay quien no se ha enterado de su obvia condici¨®n de melo y de drama, es decir, de drama musical, lo que le convierte en la r¨¦plica grave y dolorosa de la alegre ligereza de la comedia musical. Pero, en realidad, uno y otra son las dos caras, con distinta mueca, de la misma moneda, de la misma musicalidad cinematogr¨¢fica; y Trier lo hace expl¨ªcito con nitidez en esta arrolladora pel¨ªcula.
El cineasta dan¨¦s nos propone esta vez entrar sin barreras de protecci¨®n en el calvario ¨ªntimo de la infelicidad de una mujer; sufrir con ella sus miserias, dolernos con sus dolores, rompernos con sus quebrantos. Y, sin embargo, nos invita tambi¨¦n a disfrutar del esplendor de la libertad en la angostura de esa oscura desdicha. Es un milagro, pero lo logra. La asombrosa Selma creada por la cantante islandesa Bj?rk es una de las criaturas m¨¢s estremecedoras que ha dado el cine reciente. Y nos seduce, crea en nosotros la emoci¨®n de la solidaridad absoluta. En esta desventurada mujer anidan una forma extrema de opresi¨®n y forma igualmente extrema de libertad; y Bj?rk transmite esa tremenda dualidad con tanta energ¨ªa que su imagen, m¨ªnima y sin embargo poderos¨ªsima, casi roza la violencia.
Su compa?era de reparto, Catherine Deneuve, que da una r¨¦plica archiprofesional de gran altura y generosidad al vendaval intuitivo de la cantante convertida en actriz, cuenta as¨ª el milagro: "Bj?rk se identific¨® de tal manera con el personaje de Selma que tuvo problemas al asumirlo con tanta intensidad. Ella no interpreta, ella es". Exacto, la enorme peque?a mujer atraviesa la pantalla y su presencia no se contempla, se vive. El genio de Trier parece as¨ª haber encontrado una r¨¦plica a su altura en el inesperado genio de esta no actriz intuida por ¨¦l.
En Dancer in the dark, Trier arranca a rodar con la c¨¢mara lib¨¦rrima y nerviosa de las pel¨ªculas adscritas al movimiento Dogma, un impulso liberador de convenciones que ¨¦l ejemplifica y lidera. Pero, a medida que la pel¨ªcula se adentra en s¨ª misma, el cineasta serena la c¨¢mara, y ¨¦sta queda dominada poco a poco para que pueda dar exactitud y minuciosidad de relojer¨ªa cinematogr¨¢fica a algunos n¨²meros musicales necesitados de un rodaje de alta precisi¨®n como el del puente del ferrocarril y, sobre todo, los tres peque?os brotes de m¨²sica so?ada que, casi encadenados, cierran el solemne, estremecedor, casi aterrador y, sin embargo, confortador desenlace de la tragedia. La din¨¢mica de ¨¦sta invita a Trier a traicionar los mandatos de Dogma, y no lo duda: mata una idea para dar vida a una persona, esa m¨ªnima pero inmensa Bj?rk cuya entrega total a su personaje tiene ya, apenas reci¨¦n nacida, el sabor y la fuerza consoladora de las viejas leyendas inmortales del cine.
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