El demonio de Tasmania
Anda pregunt¨¢ndose el respetable si conviene o no adelantar las elecciones en el Pa¨ªs Vasco. Sin duda alguna, la cuesti¨®n es interesante, pero a¨²n m¨¢s interesante que la cuesti¨®n en s¨ª es el hecho mismo de que constituya una cuesti¨®n. Algo, quiero decir, sobre lo que se discrepa, y se discrepa adem¨¢s racionalmente. Imaginemos que existiera un punto del planeta -llam¨¦mosle X- en que concurriesen las siguientes circunstancias: est¨¢ vigente el r¨¦gimen parlamentario; el Gobierno ha quedado en minor¨ªa abrumadora y s¨®lo puede fiar su perpetuaci¨®n en el apoyo ocasional de un partido que aprueba la violencia y cuyo objetivo expreso es destruir el entramado institucional del que ese Gobierno, y ese Parlamento, traen su legitimidad. ?tem m¨¢s: los partidos gobernantes llevan gobernando un cuarto de siglo, con todos los costes e inevitables degeneraciones que ello entra?a. ?C¨®mo no ver en unas elecciones el recurso elemental a que, en casos tales, debe acudir una democracia?La respuesta conocida es que el Pa¨ªs Vasco vive una situaci¨®n excepcional y no puede ser medido con el rasero que aplicamos a las democracias normales. Y es verdad. Pero esto, todav¨ªa, no liquida el asunto, puesto que la frontera entre una democracia anormal y una no democracia es sutil y hay que andarse entonces con ojo en el trance de poner las mugas y dibujar las lindes. O, en este caso, de explicar por qu¨¦ podr¨ªa no valer para el Pa¨ªs Vasco lo mismo que para las democracias restantes. Naturalmente, no tengo la menor intenci¨®n de proponer un remedio salvador. No conozco por dentro la pol¨ªtica vasca e ignoro qu¨¦ botones habr¨ªa que pulsar o qu¨¦ ruedecillas ser¨ªa bueno engrasar para que la pesada maquinaria variara de rumbo sin causar mayores estragos. Pero s¨ª me considero en grado de juzgar qu¨¦ argumentos son democr¨¢ticamente inasumibles. El que m¨¢s me preocupa, y m¨¢s desazona, es el que se refiere al Demonio de Tasmania.
Por descontado, ¨¦ste es un nombre que acabo de inventarme con prop¨®sitos puramente mnemot¨¦cnicos. El argumento del Demonio de Tasmania ha sido esgrimido rutinariamente por los nacionalistas democr¨¢ticos para instar un cambio radical en las instituciones vascas. La idea es que ETA, el Demonio de Tasmania, s¨®lo podr¨¢ ser amansado si se concede la autodeterminaci¨®n, o algo por el estilo. Por qu¨¦ el argumento no es de recibo salta a la vista: suspender los procedimientos democr¨¢ticos para evitar tales y cuales males puede ser prudente, o incluso racional, pero no es democr¨¢tico. Por definici¨®n, es antidemocr¨¢tico. No es este Demonio de Tasmania, con todo, el que me inquieta. Lo que me inquieta es la reiteraci¨®n que se est¨¢ haciendo del argumento con relaci¨®n, ahora, no a ETA, sino al PNV.
De hecho, una de las objeciones m¨¢s usuales a la convocatoria de elecciones es que el PNV podr¨ªa perderlas y convertirse tambi¨¦n en un Demonio de Tasmania. O, dicho por extenso: hay que mantener al PNV en el poder, puesto que su paso a la oposici¨®n llevar¨ªa aparejada su ruptura con la democracia y un l¨ªo de mil demonios... de Tasmania. Esta composici¨®n de lugar me coge, fuerza es que lo confiese, a contrapelo. Puesto que estaba resignado a que hubiera un Demonio de Tasmania. Pero no a que hubiera dos.
En mi opini¨®n, habremos colocado mal las mugas que separan una democracia en apuros de una no democracia si no estamos dispuestos a aceptar el futurible siguiente. Disuelto el Parlamento, el PNV tendr¨ªa, primero, la oportunidad de reconsiderar el Pacto de Estella, que habr¨ªa cumplido un ciclo natural: el de su ineficacia pol¨ªtica. Si no lo hace, y lo paga en las urnas, tendr¨ªa igualmente ocasi¨®n de hacer lo que hacen los partidos democr¨¢ticos cuando un l¨ªder se equivoca de parte a parte, que es buscar un nuevo l¨ªder. Y aqu¨ª, paz, y despu¨¦s, gloria.
No quiero decir con ello que las elecciones sean la ¨²nica alternativa o tan siquiera la mejor alternativa. Busco recordar tan s¨®lo que la l¨®gica elemental rige incluso para la pol¨ªtica y que se tienen que presentar buenos argumentos para descalificar las elecciones sin descalificar, al tiempo, al PNV. Me cuento entre quienes piensan que este ¨²ltimo es democr¨¢tico. Espero, por tanto, pacientemente argumentos mejores, y menos pesimistas, que el del Demonio de Tasmania.
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