La copa m¨¢s triste
El Atleti, all¨¢ cuando era un equipo de Primera Divisi¨®n, protagoniz¨® magn¨ªficas finales de Copa. La especialidad, como siempre, era disput¨¢rselas al Real Madrid. Y tambi¨¦n como siempre, apenas si importaba ganar, aunque alguna cay¨® del lado del Manzanares; a los atl¨¦ticos nos bastaba con Collar haciendo un churro a las piernas de Marquitos, loco en el c¨®rner sin lograr adivinar por d¨®nde carajo se le hab¨ªa ido aquel guaperas de largas pesta?as.Pero llegados al punto en que nos encontramos, veinticinco a?os despu¨¦s de aquellas sublimes gestas, esta final se antoja poco m¨¢s que una miseria, una piltrafilla, un desecho. Si el Atleti gana, los jugadores deber¨¢n solucionar sobre la marcha qu¨¦ hacer en esta situaci¨®n de perplejidad de la que no han salido en toda la temporada. Por un lado, la costumbre les har¨¢ celebrar los goles como si de verdad estuvieran ganando algo importante, con las alharacas propias que en estos ¨²ltimos a?os tanto se prodigan. Y, por otro, buscar un m¨ªnimo rastro de decencia y no exagerar el gesto, habida cuenta de que a la ma?ana siguiente lo que les espera son los efectos del descenso y la constataci¨®n de la desbandada de quienes la noche anterior han estado juntos en Mestalla: uno al Valencia, el otro al Arsenal, el de m¨¢s all¨¢ vaya usted a saber d¨®nde.
Pero tampoco habr¨¢ excesiva ¨¦pica si gana el Espanyol. No nos enga?emos: ganarle hoy al Atleti est¨¢ al alcance de los componentes del equipo de futbito de los acomodadores del Manzanares; basta con correr y mirar con mala leche a los llamados integrantes de la plantilla rojiblanca, para que a estos chicos se les desmorone la moral, agobiados como est¨¢n, pobres, porque se van a llevar la panocha -la pasta, en madrile?o- sin haber dado un palo al agua. Porque ahora resulta que a t¨ªos tan grandes y con cierta afici¨®n a patear las espinillas o lo que se tercie de los contrarios, l¨¦ase Santi, como ejemplo paradigm¨¢tico, les entra una flojera tremenda cuando un t¨ªo de B¨¦jar que lleva siete a?os deambulando por equipos de segunda les rompe tanta exquisita t¨¢ctica italo-serbia y les deja en rid¨ªculo un domingo tras otro. Y es que estos chicos no es que tengan un coraz¨®n blandito, no, es que se mueven entre la l¨¢grima del bolero y el azote del tango. Excepci¨®n hecha de algunos como Molina, Aguilera o esa fiera corrupia que ha resultado ser el holand¨¦s Hasselbaink, el grueso de la plantilla ha parecido durante todo el a?o el cuerpo de baile de El lago de los cisnes. A¨²n recuerdo la imborrable impresi¨®n que me caus¨® ver a un prodigioso bailar¨ªn cubano, Jorge Esquivel, un tiarr¨®n que combinaba gimnasio con la danza, representando El esp¨ªritu de la rosa con un maillot de tal color y un casquete de las mismas flores propiamente dichas. Aquel aberrante contraste se reproduc¨ªa este a?o, una y otra vez, en la figura de Gamarra o incluso del antes grand¨ªsimo Kiko. Se perfilan bien... para el patinaje art¨ªstico. Pero quiz¨¢ esta temporada -ya veremos si es la ¨²nica- que ahora va a jugar el Atleti en Segunda, puede servir para reparar una de esas injusticias que se producen en la historia. Pues as¨ª como no es justo que Bruto participase en el acuchillamiento de su patrocinador Julio C¨¦sar, es realmente incomprensible que Maradona no haya jugado en el Atleti. Es el argentino ese jugador que nunca hubiera encontrado un mejor equipo para su idiosincrasia que el Atleti, de la misma manera que el Atleti deber¨ªa haber contado en su imaginer¨ªa con el hoy asiduo visitante de las playas cubanas. ?Se imaginan ustedes que magn¨ªfica pareja habr¨ªan hecho Jes¨²s Gil y Diego Armando Maradona?
Con todo, que nadie crea que estas criaturas, y ni siquiera los administradores judiciales, han mellado nuestro esp¨ªritu. Los atl¨¦ticos, se?or m¨ªo, nunca nos desmoronamos ni conocemos qu¨¦ es eso de la moral fr¨¢gil. Es m¨¢s, tampoco sabemos lo que es el ballet, y mucho menos qui¨¦n es Esquivel y qu¨¦ es eso de El esp¨ªritu de la Rosa. Nuestra piedra es el granito y -la verdad aunque duela- nuestro ¨ªdolo se llamaba Griffa.
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