Gates conf¨ªa en mejorar su situaci¨®n con otro inquilino en la Casa Blanca
Hace dos meses, Bill Gates cruz¨® el pa¨ªs para ir a Washington a la b¨²squeda de contactos pol¨ªticos y coincidi¨® con Bill Clinton en unas sesiones de trabajo en la Casa Blanca; ese d¨ªa se pudo ver c¨®mo el presidente, de manera inusual, puso su brazo sobre el hombro de Gates mientras depart¨ªa con ¨¦l en una conversaci¨®n que cualquier periodista habr¨ªa so?ado con escuchar. Es parad¨®jico que fuera ¨¦sa una de las primeras veces que ambos han aparecido juntos en p¨²blico. Y no deja de ser extra?o: Bill Clinton tiene el poder pol¨ªtico y su tocayo, el empresarial. Pero la conversaci¨®n no gir¨® sobre el proceso. Hablaron de las contribuciones filantr¨®picas de Gates y de los problemas de seguridad en Internet.
A nadie se le escapa que Microsoft conf¨ªa en que el mejor apoyo a sus posiciones venga de un hipot¨¦tico cambio de signo pol¨ªtico en el inquilino de la Casa Blanca. Si las elecciones dan la victoria al Partido Republicano, los te¨®ricos pol¨ªticos creen que a Gates le ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil negociar un acuerdo extrajudicial que suavice la condena. Al menos los interlocutores no ser¨ªan tan severos como lo ha sido el equipo dem¨®crata del Departamento de Justicia durante las fallidas conversaciones de Chicago.
A Microsoft le han culpado de despreciar al mundo pol¨ªtico y atrincherarse en un p¨²lpito montado a base de miles de millones de beneficios empresariales. Sus responsables nunca pensaron que el futuro de su negocio pasaba por su capacidad para entablar amistades en la capital: aqu¨ª se acu?¨® la palabra lobby para definir las presiones y maquinaciones de los grupos interesados en influir en cualquier decisi¨®n pol¨ªtica que afecte a los negocios. Que se lo digan a la industria de la armas.
En 1998, con el proceso antimonoplio en marcha, Microsoft se gast¨® 3,74 millones de d¨®lares (unos 600 millones de pesetas) en la construcci¨®n de una red de contactos pol¨ªticos en Washington. El dinero sirvi¨® para contratar a expertos en relaciones p¨²blicas que buscaban la simpat¨ªa de congresistas y senadores; con esos d¨®lares tambi¨¦n se compensan los testimonios favorables a la compa?¨ªa por parte de acad¨¦micos e investigadores que se muestran convencidos de que el ¨¦xito de Microsoft est¨¢ basado en la legalidad y que, por supuesto, es bueno para todos.
Errores en pol¨ªtica
Cuando Microsoft se decidi¨® a "hacer pol¨ªtica", cometi¨® otro error que muchos en Washington nunca van a olvidar: con el juicio empezado, la empresa us¨® sus contactos pol¨ªticos reci¨¦n creados en el Capitolio para tratar de recortar los fondos que se destinan a la divisi¨®n del Departamento de Justicia encargada de la lucha contra los monopolios. Un alto cargo de ese departamento dijo entonces: "Ni siquiera la mafia intenta cargarse al fiscal durante un juicio".
Ahora Microsoft se vuelca en las donaciones pol¨ªticas, el deporte favorito en Washington. En 1997 s¨®lo hab¨ªa regalado 60.000 d¨®lares (unos 10 millones de pesetas) al Partido Republicano. Aquella minucia se convirti¨® en 470.000 d¨®lares (82 millones de pesetas) un a?o despu¨¦s. Los directivos de Microsoft intentaban ser conciliadores en sus donaciones, pero no pod¨ªan esconder ni su taca?er¨ªa ni sus preferencias: el a?o pasado donaron 29.000 d¨®lares (cinco millones de pesetas) a la campa?a presidencial de George W. Bush y s¨®lo 13.250 (2,3 millones de pesetas) para Al Gore, que para m¨¢s escarnio recib¨ªa de Microsoft menos de lo que esta empresa regalaba al que fue su contrincante durante las primarias del partido, Bill Bradley. Seg¨²n The Washington Post, Microsoft ha donado en total dos millones de d¨®lares a los dos partidos en esta campa?a pol¨ªtica.
Hay otros v¨ªnculos con el Partido Republicano: un asesor de George W. Bush se march¨® a trabajar para Microsoft -aunque luego dimiti¨® por razones obvias- y un amigo personal de este candidato presidencial, Bob Herbold, es uno de los directivos m¨¢s influyentes en la empresa de Gates. Hace unos meses, en una conferencia ante representantes de la industria tecnol¨®gica en Arizona, Bush asegur¨® que si llega a la Casa Blanca su gobierno "siempre se pondr¨¢ del lado de la innovaci¨®n, no del litigio". Igual que Ronald Reagan se inclin¨® del lado de IBM en el caso antimonopolio de 1991, Bush no esconde sus preferencias por una pol¨ªtica menos reguladora y m¨¢s permisiva con aquellas empresas que sean capaces de empujar la econom¨ªa del pa¨ªs. El dinero por encima de todo.
El martes, cuando Bill Gates comparec¨ªa ante una comisi¨®n en el Capitolio sobre nuevas econom¨ªas, varios congresistas empezaron a pasarse un papel entre risas escondidas. El papel lleg¨® a los periodistas: era un d¨®lar falso (Microsoft Monopoly Money) con la imagen de Bill Gates en vez de la de George Washington. El cl¨¢sico lema "Confiamos en Dios" se hab¨ªa cambiado por "Confiamos en las donaciones a las campa?as electorales".
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