El agua, sin valor.
A lo que m¨¢s se parece la situaci¨®n del agua en Espa?a es al suministro de alimentos de primera necesidad durante el franquismo en los a?os cuarenta. El instrumento que preside su distribuci¨®n es el intervencionismo; son los pol¨ªticos los que deciden lo que se puede demandar y lo que se oferta, a qui¨¦n hay que darle agua y a qui¨¦n hay que quit¨¢rsela. El resultado es esa mezcla de despilfarro y escasez que surge cuando hay una ausencia absoluta de se?ales de mercado. Como, a pesar de gastar enormes cantidades de dinero p¨²blico y de llenar de cemento nuestros espacios naturales, los pol¨ªticos no aciertan en sus c¨¢lculos, peri¨®dicamente tienen que cortar el suministro, decretar que no se use agua para fuentes ornamentales o que s¨®lo se limpien las calles en casos imprescindibles, y obligar a industrias y agricultores a destinar forzosamente parte sus caudales al abastecimiento de la poblaci¨®n.En 1996, con la llegada del PP al Gobierno, se abri¨® la esperanza de un cambio en la pol¨ªtica del agua. No ha habido tal cambio. La Ley de 1999 no ha sido sino "la reforma vergonzante de un Gobierno asustado ante las cr¨ªticas de la oposici¨®n incapaz de abrir en Espa?a una nueva pol¨ªtica del agua", en palabras del profesor Ari?o. El reciente documento del C¨ªrculo de los Empresarios piensa lo mismo de la reforma de 1999: "Los cambios introducidos, ni aisladamente ni en su conjunto, ejercen un impacto importante sobre las fallas estructurales del sistema". El principal fallo de la ley del PP "consiste en la ausencia de un marco de incentivos capaz de ajustar la oferta y la demanda". Este interesante documento presenta algunas propuestas de modificaci¨®n de la pol¨ªtica del agua, destacando la de que los derechos de aprovechamiento sean transmisibles, como forma de conocer su valor.
En vez de avanzar en esta direcci¨®n, el nuevo ministro vuelve al pasado y promete la presentaci¨®n urgente de un Plan Hidrol¨®gico, sin introducir ning¨²n cambio en el sistema de gesti¨®n del agua. El pueblo ha vuelto a escuchar eso de que "se va a llevar el agua de donde sobra a donde falta". Pero, si no se deja a los ciudadanos valorar el agua, ser¨¢ imposible saber d¨®nde sobra y d¨®nde falta. El fracaso de mantener esa vieja pol¨ªtica est¨¢ asegurado. No habr¨¢ oferta voluntaria, pues nadie va a decir que le sobra agua si no le pagan por la que cede. Y, si no se deja a los usuarios valorar el agua, no habr¨¢ demanda, sino cartas a los Reyes Magos.
Si al Gobierno, preocupado por su imagen centrista, le parecen muy de derechas los consejos de Ari?o y del C¨ªrculo de Empresarios, puede leer lo que una persona de izquierdas de toda la vida y ecologista acreditado dice en un reciente escrito sobre el agua y la solidaridad. J. M. Naredo no utiliza la palabra "mercado", pero considera que "el trasvase voluntario de agua entre usuarios" y concesionarios deber¨ªa ser un instrumento de primer orden para asegurar el abastecimiento, y recuerda que "en otros pa¨ªses hay una amplia experiencia de acuerdos voluntarios entre usuarios y agricultores que reciben en contrapartida ingresos monetarios".
S¨®lo si hay "mercado" o "trasvase voluntario de agua entre usuarios" ser¨¢ posible conocer el valor del agua. La funci¨®n del Estado no es decidir lo que hay que ofertar y demandar. Sus funciones son otras: asegurar la equidad, defender los equilibrios ecol¨®gicos, garantizar la calidad del agua e impedir los manejos de los oligopolios. Si no hay cambios, no hay por qu¨¦ esperar que los pol¨ªticos del PP vayan a ser m¨¢s h¨¢biles en el c¨¢lculo centralizado de costes y beneficios que los pol¨ªticos del PSOE, de la UCD, o del franquismo. Con el intervencionismo, volver¨¢n las discusiones sobre d¨®nde falta o sobra agua, las guerras entre Comunidades Aut¨®nomas y, si no llueve lo suficiente, el racionamiento. Los espa?oles ya han olvidado lo que era el racionamiento del pan, el aceite o el tabaco; pero, lamentablemente, lo siguen sufriendo peri¨®dicamente con el agua. Y as¨ª seguiremos mientras se siga sin dar valor al agua.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.