Una cara como una cama sin hacer
Me juego el pescuezo a que la noticia del fallecimiento de Walter Matthau ha hecho coincidir a los cin¨¦filos del mundo entero en un mismo pensamiento: ?qu¨¦ ser¨¢ ahora de Billy y de Jack? Para quienes les amamos, Billy, Jack y Walter forman una tr¨ªada inolvidable: Wilder, Lemmon, Matthau, tres leyendas. Poca gente hay a la que debamos tanto.Wilder le ech¨® el ojo encima por primera vez cuando probaba actores para protagonizar La tentaci¨®n vive arriba. Era en 1955. Ten¨ªa a Marilyn Monroe pero le faltaba el int¨¦rprete que deb¨ªa incorporar al americano medio salido que viv¨ªa literalmente bajo sus faldas. Matthau era un actor neoyorquino que trabajaba en el teatro. Wilder le hizo una prueba y, como no era el caso de pedirle a la Monroe que le echara una mano d¨¢ndole la r¨¦plica a un desconocido, el director recurri¨® a una gran amiga: Gena Rowlands. Wilder qued¨® impresionado: "No hab¨ªa visto nunca a un tipo como ¨¦l. Era extraordinario". La productora opin¨® que no val¨ªa la pena arriesgarse y contrat¨® a Tom Ewell. Para la historia del filme quedan las bragas de Marilyn sobre el respiradero del metro de Nueva York y el insulso trabajo de Ewell. Que muy otra pel¨ªcula habr¨ªa resultado con Walter Matthau dentro.
Pero Wilder hab¨ªa encontrado en Matthau una de sus tres medias naranjas cinematogr¨¢ficas. Las otras fueron Lemmon y, en un registro muy distinto, William Holden. Para cuando pudo participar en su primera pel¨ªcula con Wilder y Jack, En bandeja de plata (1966), ya hab¨ªa actuado lo suficiente en cine, aunque nunca en un papel protagonista. Pero dejaba huella. Su malo de Charada fue tan repulsivo como requer¨ªa el papel, pero exhib¨ªa la marca de la casa: ciertos rasgos de comicidad revoloteando sobre la codicia del personaje, el fulgor de la comedia iluminando su mezquindad.
"T¨² sab¨ªas que, con aquellos dos, la cosa iba a ser divertida. Eran pura comedia", dijo Wilder. Fue un gran hallazgo del director convertir a Matthau en director de peri¨®dico, en la versi¨®n de Primera plana que rod¨® en 1974. Mostr¨® el h¨ªgado inmisericorde de un periodista miserable capaz de cualquier bajeza por conseguir una noticia. Pero su mejor papel sigue siendo el de indolente compa?ero de piso de Lemmon en La extra?a pareja, que previamente hab¨ªa representado en Broadway, y que el autor teatral Neil Simon cre¨® especialmente para ¨¦l. Como Oscar Madison, el Matthau real tambi¨¦n era un jugador y un bonach¨®n. Cuenta Wilder, apasionado coleccionista de arte, que cuando Walter iba a visitarle a su casa pod¨ªa quedarse contemplando, meditabundo, un Paul Klee: "?Dios! ?Qu¨¦ despilfarro! Con todo ese dinero, ?qu¨¦ tarde tan emocionante se podr¨ªa haber organizado en las carreras de caballos!". Hay muchas leyendas en torno al Matthau jugador. Una de ellas dice que, a lo largo de su vida, sus p¨¦rdidas han alcanzado los cinco millones de d¨®lares.
Pero si algo perdi¨® trabajando fue la salud. En la mitad del rodaje de En bandeja de plata sufri¨® un ataque al coraz¨®n y hubo que esperar tres meses para reanudar el trabajo. Durante la filmaci¨®n de aqu¨ª, un amigo sufri¨® un ins¨®lito accidente. Wilder acababa de decirle que no se preocupara por tener que saltar por una ventana: al otro lado le estar¨ªan esperando unos gimnastas estupendos que le coger¨ªan en brazos, pero adem¨¢s, como medida de seguridad, pondr¨ªan colchones en el suelo. Todo eso lo har¨ªan m¨¢s tarde. Por ello Wilder no entendi¨®, al darse la vuelta para seguir con sus ocupaciones, el alarido que su actor profiri¨® a espaldas suyas: hab¨ªa saltado al vac¨ªo, en aquel instante, sin m¨¢s. Walter hab¨ªa saltado. Tard¨® un par de meses en recuperarse de las fracturas.
Desde 1959 estuvo casado con Carol Marcus, que fue esposa (dos veces) del escritor William Styron, y que fue uno de los modelos reales que Truman Capote utiliz¨® para crear a Holly Golighty, su personaje de Desayuno con diamantes.
Alguien ha escrito que su cara destartalada era como una cama sin hacer. En pantalla pod¨ªa ser feo, simp¨¢tico, bueno, fanfarr¨®n, quisquilloso, tolerante, vago, e incluso una especie de gal¨¢n rom¨¢ntico algo estramb¨®tico (como demostr¨® en Flor de cactus, con Ingrid Bergman). En cualquier caso, su rostro arrugado ten¨ªa la tibieza de los amigos cercanos. Era un amante de Mozart, y le parec¨ªa que Beethoven resultaba demasiado ruidoso.
Babelia
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