Cielos cuarteados
El desbarajuste amenaza a los aeropuertos espa?oles un verano m¨¢s. La previsi¨®n de vuelos es superior en un 10% a los del a?o pasado. Algunas compa?¨ªas a¨¦reas est¨¢n imponiendo cl¨¢usulas abusivas a los viajeros. Los controladores franceses -todopoderosos debido a la posici¨®n estrat¨¦gica de su pa¨ªs- han dejado en tierra recientemente a una buena parte de los vuelos europeos con su protesta por los planes de la UE para racionalizar el movimiento de aviones y atajar el atasco y las demoras. Los huelguistas alegaban que las muy razonables propuestas de la comisaria Loyola de Palacio para abrir los cielos de Europa y crear un espacio ¨²nico acabar¨ªan en la privatizaci¨®n de su trabajo. Algo que niega la comisaria y que, por otra parte, ya ha hecho Alemania y va camino de hacer el Reino Unido. La protesta tiene como origen dos conceptos anacr¨®nicos: el corporativismo de los controladores y un desfasado concepto de la soberan¨ªa sobre los cielos. En Francia, m¨¢s que en otros pa¨ªses, el control a¨¦reo con fines civiles se presenta como muestra del poder del Estado para preservar los servicios p¨²blicos de pr¨¢cticas m¨¢s competitivas. Su ministro de Transportes ha venido a defender en Bruselas que las cosas sigan como est¨¢n, en manos de los gobiernos nacionales.Europa est¨¢ sufriendo las peores congestiones de su historia, y el tr¨¢fico se duplicar¨¢ en una decena de a?os. La puntualidad de los vuelos se ha convertido ya en una excepci¨®n, y ante esta circunstancia, compa?¨ªas como Iberia o Air Europa pretenden desentenderse de los retrasos, cambios de horarios y p¨¦rdidas de enlace en los contratos que, a trav¨¦s de la emisi¨®n de billetes, suscriben con los usuarios. El Gobierno y la Comisi¨®n Europea deben intervenir con urgencia, incluso con sanciones contra las compa?¨ªas, para atajar estas pr¨¢cticas abusivas. Claro, que los sufrimientos de los viajeros no se dan s¨®lo en los aeropuertos o en el aire. Tambi¨¦n ha sido abusiva la huelga salvaje del viernes de los transportes de viajeros por carretera en la Comunidad de Madrid, que amenaza de nuevo para ma?ana con dejar a los usuarios sin este medio esencial de desplazamiento.
Para que viajar en avi¨®n deje de convertirse en un tormento no bastan ya las soluciones nacionales. Pasajeros y organizaciones implicadas exigen una acci¨®n concertada de gobiernos y autoridades reguladoras para conseguir una mejor coordinaci¨®n del escaso espacio a¨¦reo ¨²til. Las aerol¨ªneas consideran que el sistema actual, atomizado hasta el rid¨ªculo, cuesta miles de millones al a?o en combustible despilfarrado y en rutas alternativas, y es causa fundamental, aunque no la ¨²nica, de la imparable progresi¨®n de retrasos. Otra es la reserva de corredores en Europa para usos militares. Probablemente hasta el a?o pr¨®ximo los ministros de Transportes de la UE no discutan la reforma del sistema.
La cuesti¨®n fundamental de un tema que lleva d¨¦cadas esperando soluci¨®n es que cada Gobierno sigue manejando su espacio a¨¦reo y los diferentes sistemas nacionales s¨®lo se coordinan nominalmente a trav¨¦s de Eurocontrol, un organismo que carece de autoridad para imponer rutas. As¨ª, la red europea de control -un espacio de dimensiones similares al estadounidense- est¨¢ cuarteada en casi medio centenar de centros t¨¦cnicos y una treintena de redes nacionales que funcionan casi independientemente, cada una con programas de lenguaje diferentes para sus computadoras. El conjunto trabaja a la velocidad de su miembro m¨¢s lento, puesto que los pilotos pasan cada poco tiempo de manos de un centro de control a otro. Los resultados son de todos conocidos.
En una Europa supranacional en tantas cosas, urge un sistema racional y unificado de control a¨¦reo, como el que se divis¨® hace cuarenta a?os y nunca fue puesto en pr¨¢ctica, as¨ª como una adecuada protecci¨®n de los derechos de los viajeros. Bastar¨ªa, en ¨²ltima instancia, que la responsabilidad por la seguridad de los cielos residiera en un regulador independiente, ajeno a los controladores, y que la UE, al menos, estableciera claramente una carta de derechos de los viajeros.
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