Horarios perdidos
Lo que el Gobierno propone como "liberalizaci¨®n de horarios" comerciales no es gran cosa en realidad. Incluye libertad de apertura en domingos y festivos para los establecimientos con una superficie inferior a 300 metros cuadrados y ampliar la apertura en domingos y festivos de las grandes superficies, de ocho jornadas anuales a doce, lo que parece m¨¢s un sarcasmo que una decisi¨®n meditada. La libertad total de apertura los domingos para los hipermercados ser¨ªa perfectamente defendible. Los ciudadanos no tienen por qu¨¦ sufrir las consecuencias de la incapacidad de las tiendas peque?as para abrir durante los siete d¨ªas de la semana ni su capacidad de presi¨®n sobre los gobiernos, auton¨®mico y nacional, en funci¨®n de los votos que aglutinan.Las supuestamente catastr¨®ficas consecuencias sobre el empleo no se sustentan en estudios serios. Desde luego, la respuesta de las organizaciones que defienden al peque?o comercio deber¨ªa ser en ning¨²n caso la de pedir que los hiper no abran los domingos, sino la de dise?ar estrategias de competencia que garanticen su superviviencia y rentabilidad.
Los peque?os comercios no est¨¢n en disposici¨®n de aprovechar plenamente la libertad de horarios. Precisamente por los aumentos de costes que suponen las aperturas durante los fines de semana es por lo que se oponen a la libertad total. As¨ª que estamos ante una concesi¨®n gratuita, de cara a la galer¨ªa. La tensi¨®n competitiva entre grandes superficies y peque?os comercios es un problema econ¨®mico que debe resolverse mediante las reglas del mercado o, si as¨ª lo prefieren, mediante una negociaci¨®n p¨²blica y transparente entre ambos sobre los horarios. Al Estado le corresponde una funci¨®n de arbitraje para defender los intereses de los ciudadanos y evitar pr¨¢cticas contrarias a la competencia, pero no la de trasladar a los consumidores el problema ya casi hist¨®rico del peque?o comercio.
A lo anterior hay que a?adir, como agravante, la desidia pol¨ªtica con que el Gobierno se ha limitado a tirar la piedra y desentenderse de sus consecuencias, puesto que las competencias sobre regulaci¨®n de horarios comerciales corresponden a las comunidades aut¨®nomas. La presunta liberalizaci¨®n de horarios propuesta por este Gobierno es una oportunidad perdida m¨¢s. El debate sobre los horarios comerciales m¨¢s adecuados para la sociedad espa?ola volver¨¢ a cerrarse en falso.
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