La 'Misa' de Bernstein recorre Espa?a
Oll¨¦ y Gil-Ord¨®?ez firman la obra escrita para Jackie Kennedy que une jazz, rock, 'blues' y m¨²sica cl¨¢sica
Un proyecto dif¨ªcil
En 1971, el Kennedy Center de Washington abr¨ªa sus puertas con el estreno mundial de Mass (Misa), una ambiciosa creaci¨®n de Leonard Bernstein (1918-1990) en su camino en solitario en busca de un nuevo g¨¦nero capaz de unir el jazz, el rock y el blues con la m¨²sica cl¨¢sica. Casi tres d¨¦cadas despu¨¦s, esta singular "pieza de teatro para cantantes, actores y bailarines", en la que intervienen m¨¢s de 200 artistas, llega a Espa?a en una coproducci¨®n de los festivales de Galicia, Peralada (Girona) y Sagunto, firmada esc¨¦nicamente por el director teatral Joan Oll¨¦, y, musicalmente, por el director de orquesta madrile?o ?ngel Gil-Ord¨®?ez. El montaje se estrenar¨¢ el 14 de julio en Santiago de Compostela.Tras su estreno en el Auditorio de Galicia, se presentar¨¢ el d¨ªa 22 en el Festival de Peralada (Girona), y el 29, en el Teatro Romano de Sagunto. Dos cantantes procedentes del mundo del pop y el rock, Cristina del Valle y Gerard Quintana, se unen al impresionante equipo de cantantes y m¨²sicos que afrontan la colosal partitura de Bernstein, en el que intervienen la Orquesta de Valencia, tres conjuntos corales, dos grupos de jazz y de rock y un amplio equipo de solistas vocales.
Cuando aceptaron el reto de poner en pie la Misa de Bernstein, Oll¨¦ y Gil-Ord¨®?ez sab¨ªan que se embarcaban en una aventura apasionante, pero llena de escollos. La pieza, escrita por encargo de Jacqueline Kennedy, no admite etiquetas f¨¢ciles ni por su ins¨®lita combinaci¨®n de g¨¦neros, a caballo entre el oratorio esc¨¦nico, la ¨®pera, el concierto o el musical americano, ni por la descomunal plantilla que demanda, tanto en el foso como en el escenario. "Mi primera reacci¨®n al conocer la obra fue salir corriendo; primero, porque es un g¨¦nero totalmente nuevo en mi trayectoria teatral, y, despu¨¦s, por el punto de locura que supone trabajar con m¨²sicos, cantantes y bailarines de tan diversa procedencia", asegura Joan Oll¨¦.Un sacerdote celebrante, un predicador, dos cantantes de rock, dos de blues, coro sinf¨®nico, coro de calle, bailarines, y un foso en el que intercambian sus energ¨ªas dos conjuntos de jazz y de rock y una gran orquesta sinf¨®nica que cuenta con apabullantes dispositivos de percusi¨®n. Es decir, m¨¢s de 200 personas al servicio de un ins¨®lito plato musical cocinado por Bernstein con su fabuloso eclecticismo musical y su poderoso instinto teatral. "Es una m¨²sica extraordinaria, que s¨®lo muestra su enorme riqueza expresiva en la escena. El reto es combinar esa gran variedad de estilos y lograr una unidad musical, y eso est¨¢ en la partitura", explica Gil-Ord¨®?ez.
Desde el primer momento, los m¨¢ximos responsables art¨ªsticos del montaje decidieron huir de la est¨¦tica de los m¨²sicales de Broadway. "Nunca he soportado el lenguaje esc¨¦nico bastardo y kitsch de los musicales de los a?os setenta, tipo Hair o Jesucristo Superstar, y ya desde mi primer encuentro con el director musical nos pusimos de acuerdo en huir completamente de esa espantosa est¨¦tica de Broadway que naci¨® con la fecha de caducidad incorporada", explica Oll¨¦.
"Mi objetivo es crear un soporte visual que ayude a escuchar la m¨²sica, porque en esta pieza la teatralidad est¨¢ en funci¨®n de la m¨²sica", asegura el director teatral catal¨¢n, que ha contado con Jon Berrondo en el dise?o del espacio esc¨¦nico, Albert Faura en la iluminaci¨®n, Miriam Compte y Juan Manuel Galiano como responsables del vestuario y el sonido, y el core¨®grafo Francesco di Francescantonio.
El tenor Douglas Webster en el papel de celebrante, que prepar¨® a fondo con el propio compositor, y el bar¨ªtono Michael Deleget dando vida al predicador son los solistas que llevan el peso de la obra, en la que Cristina del Valle y Gerard Quintana interpretan, traducidas al castellano, las canciones asignadas por Bernstein a los solistas de rock.
El eclecticismo de Bernstein ejerce ya una poderosa fascinaci¨®n tanto en Cristina del Valle como en Gerard Quintana. Los dos confiesan que participan en el proyecto con la pasi¨®n de quien descubre un mundo nuevo. "Aunque s¨®lo canto dos canciones, llevo tres meses prepar¨¢ndome a fondo, trabajando la t¨¦cnica vocal con mi profesor de canto, cuidando los matices, el fraseo, los registros vocales que exige la partitura", comenta Del Valle. Quintana se ha incorporado al proyecto hace unas semanas, sustituyendo a Loquillo, el cantante inicialmente previsto. "Trabajar en el mundo del rock no me impide sentir una gran curiosidad y respeto por la m¨²sica cl¨¢sica, el jazz y otros g¨¦neros que me pueden enriquecer como artista", asegura.
Kathy Autrey y Miguel Fern¨¢ndez son los solistas de blues en esta versi¨®n, en la que intervienen la Orquesta de Valencia, el Coro de la Generalitat Valenciana, el coro de ni?os de la Escolan¨ªa de Nuestra Se?ora de los Desamparados, el coro Street People y el combo del Taller de M¨²sics de Barcelona.
En su Misa, primera gran composici¨®n de Bernstein despu¨¦s de los c¨¦lebres Salmos de Chichester, estrenada seis a?os antes, el m¨²sico estadounidense utiliz¨® textos de la misa latina y otros elaborados por Stephen Schwartz y por ¨¦l mismo, incorporando incluso unos versos que le regal¨® Paul Simon. Aunque no dirigi¨® el estreno, llev¨® al disco la ¨²nica versi¨®n que existe en el mercado de su obra, al frente de la misma compa?¨ªa que estren¨® la pieza en Washington.
La complejidad del montaje siempre ha jugado en contra de la difusi¨®n de esta partitura, apenas representada en Europa. Tampoco es muy f¨¢cil escuchar la obra en Estados Unidos, explica Gil-Ord¨®?ez, alumno de Sergiu Celibidache que trabaj¨® en el teatro de la Zarzuela de Madrid y desde 1993 dirige en Washington la orquesta Musica Aperta. "Realmente es una obra poco y mal conocida, una obra maldita e incomprendida precisamente por su ambici¨®n. Curiosamente, todos los que intervenimos en el estreno espa?ol estamos fascinados por esa mezcla de estilos, por la imaginaci¨®n y riqueza musical de la partitura", dice el director de orquesta madrile?o.
La Misa refleja muy bien la personalidad mahleriana de Bernstein, un colosal humanista de la m¨²sica del siglo XX que nunca fue comprendido como compositor. De hecho, la obra es la historia de una decepci¨®n, de las continuas dudas que acompa?aron su proceso creador cuando era una estrella de la direcci¨®n orquestal, un divulgador de la m¨²sica como no ha habido otro.
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