Bettini en el pa¨ªs de las maravillas
Victoria del italiano y tercer puesto del espa?ol Vidal en la etapa previa al comienzo de la monta?a
Adivina, adivinanza: triunf¨® la escapada y hubo sprint; trabajaron escaladores para que ganara un sprinter, pero lo dejaron antes de tiempo y se les adelant¨® un chico r¨¢pido; los que m¨¢s ten¨ªan m¨¢s quer¨ªan y lo perdieron todo; los que menos hicieron, m¨¢s bot¨ªn se llevaron; muchos llegaron enfadados, otros tantos agotados y alguno lleg¨® ca¨ªdo; todos preguntados, ninguno sab¨ªa lo que hab¨ªa pasado; se escap¨® Vidal y la meta estaba junto a una plaza de toros; se hizo el avituallamiento en Labastida de Arma?ac y la gente se acord¨® con pena de Luis Oca?a, ganador del Tour del 73, cuyos funerales all¨ª se celebraron, en la iglesia de Notre Dame des Cyclistes. ?De qu¨¦ carrera hablamos? No, no es tan dif¨ªcil. No es fantas¨ªa.Evidente: no puede ser otra que el Tour 2000. ?D¨®nde est¨¢n la seriedad y el orden de anta?o? El Tour de la anarqu¨ªa y la paradoja, el ¨²ltimo Tour del siglo que por fin termina su semana loca, loca, loca, loca para calmarse en los Pirineos, guardaba su mejor ejemplo para el d¨ªa final. Gran traca atravesando las Landas, entre Agen y Dax. Viento lateral fuerte, molesto entre los pinos de repoblaci¨®n, las dunas y las talas controladas. Y un pelot¨®n temeroso de lo que se le avecina.
Gan¨® la etapa Paolo Bettini, tercer triunfo del Mapei, equipo astuto y fuerte. El picolino italiano, activo y vivaz siempre, como un ni?o con lombrices, fue uno de los cuatro escapados que disputaron un sprint completo entre ellos y que cruzaron la meta justo cuando el primero del pelot¨®n lanzado (Erik Zabel) cog¨ªa la rueda del cuarto fugado (el habitual y cabreado Didier Rous). La jaur¨ªa de perros (imagen que parece exagerada pero que no le anda muy lejos a la realidad) abri¨® la boca, luci¨® los incisivos y los caninos, los cerr¨® con fuerza y en lugar de encontrar carne jugosa encontr¨® aire (y quiz¨¢s un poco de pelo de Rous). Se les escaparon. Bettini, todo un grande, ganador este a?o de la Lieja-Basto?a-Lieja, fue demasiado r¨¢pido, a la par que astuto y generoso, para el belga Verheyen, el reservado segundo, y para el espa?ol Vidal, el sorprendente tercero. Vidal es quiz¨¢s el ciclista espa?ol m¨¢s desconocido. Gallego impenetrable y callado. 31 a?os. Lo suyo es el Tour y s¨®lo el Tour. Es el guardaespaldas de Escart¨ªn: su ¨²nica misi¨®n, para eso le pagan, para eso viene, es proteger en el llano a su l¨ªder, cubrirle con su corpach¨®n, abrirle paso cuando quiere tirar para la parte de adelante, esperarle para todo, subirle agua y comida. Lo de ayer es su ¨²nica locura en sus seis Tours, su ¨²nica cana al aire. Y una vez all¨ª hasta intent¨® ganar en el sprint. Eso, qued¨® tercero.
La segunda incongruencia es el nuevo asunto Festina. Se le ocurre decir a Juan Fern¨¢ndez, su director, que su primera semana ya estaba cumplida con la etapa de Wust y el maillot verde del alem¨¢n, y zas, 48 horas despu¨¦s, el d¨ªa menos esperado, el m¨¢s insospechado y el menos deseable, ah¨ª pone a su equipo, a trabajar hasta reventar, incluidos Beloki y Garc¨ªa Casas, y Madouas, escaladores y gentes de general que deber¨ªan descansar la v¨ªspera de la monta?a. Peor todav¨ªa: a 15 kil¨®metros de la meta, a¨²n alcanzables los fugados (que no pasaron del 1.10m de ventaja en sus 45 kil¨®metros de escapada), los del Festina desaparecen del decorado, tragados por la tierra. En su lugar se ponen los del Mapei de Bettini para enredar y cortar el ritmo. ?Y los dem¨¢s se lo permiten!
Tercer misterio. El Festina sali¨® con Wust de verde, trabaj¨® para aumentar la ventaja (hasta conquistaron puntos en los sprints bonificados, se dio la gran paliza y termin¨® con Zabel, el del equipo que menos trabaj¨®, de verde. Verdes las han segado. Le habr¨ªa valido a Wust ser octavo de la etapa para conservar su liderato: acab¨®, desconocido, 22?.
Dicen que llega la monta?a y que esto se pondr¨¢ serio. Dicen.
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