Al son de la dial¨¦ctica Kelme-Banesto
Nueva victoria del holand¨¦s Dekker, fugado con el colombiano Botero
Tambi¨¦n los asuntos menores, y no s¨®lo la lucha por la victoria final, pueden mover el Tour. Pongamos, por ejemplo, una etapa como la de ayer, m¨¢s de traslado que de transici¨®n, larga porque el Tour tiene prisa por llegar a los Alpes (hoy, d¨ªa de descanso, se producir¨¢ el gran traslado hacia las monta?as; ma?ana, nada m¨¢s levantarse, a por el Mont Ventoux), y pesada porque el Tour, un organismo de digestiones lentas, ten¨ªa que asimilar todo lo ocurrido la v¨ªspera en la milagrosa subida de Hautacam. Una etapa de resaca, vamos. Lo normal habr¨ªa sido que en el descenso de los Pirineos hacia Revel (218 kil¨®metros puntuados por seis puertecillos de tercera y cuarta), los protagonistas hubieran sido aquellos listos que la v¨ªspera se reservaron, aquellos equipos que poco tienen que decir en los d¨ªas a venir. Vendr¨ªa a ser algo as¨ª como el d¨ªa de los desheredados. Los grandes, a descansar. Pura teor¨ªa.Otro tipo de consideraciones se infiltraron en las voluntades, los asuntos menores, que se dice, y all¨ª los tuvimos, al Kelme y al Banesto, otra vez de guionistas, como el d¨ªa anterior. Pese a que la victoria de etapa fuera para el holand¨¦s Erik Dekker (s¨ª, el rey de las escapadas: la primera vez, en Vitr¨¦, le capturaron a 450 metros de la meta; la segunda, el s¨¢bado en Villeneuve, lleg¨® solo; ayer, en Revel, lleg¨® acompa?ado, pero con fuerza para ganar tambi¨¦n: tercer triunfo del Rabobank este Tour), de nuevo el Kelme sac¨® ventaja a los de Unzue. De nuevo hubo mecanismo acci¨®n-reacci¨®n: una dial¨¦ctica que promete y que se supone ir¨¢ aumentando de tono seg¨²n se vayan subiendo m¨¢s monta?as. Otra vez se echaron a pelear algunos de los protagonistas de la v¨ªspera: Botero, el excelente chico para todo del Kelme; Mancebo, el abulense que luce el maillot blanco de l¨ªder de los j¨®venes. No s¨®lo de Armstrong y de sus deseos y necesidades vivir¨¢ el Tour.
El asunto se llama general por equipos, una clasificaci¨®n a la que s¨®lo se suele prestar atenci¨®n la ¨²ltima semana, cuando jerarqu¨ªas de mayor enjundia ya est¨¢n resueltas y los directores gastan sus energ¨ªas t¨¢cticas en perge?ar diferentes escenarios t¨¢cticos. Despu¨¦s de lo de Hautacam, el Rabobank, que vive de todas sus escapadas triunfales de la primera semana, se mantuvo l¨ªder. Detr¨¢s el Banesto, y m¨¢s atr¨¢s, el sexto, a m¨¢s de 11 minutos, el Kelme. No se sabe si eso lo ten¨ªan ayer en la cabeza todos los actores al principio, pero all¨ª estaban: Dekker (Rabobank) atac¨® en el kil¨®metro 15; Botero, el vigilante del Kelme, se le uni¨® enseguida. El hombre del Banesto en la historia, Txente Garc¨ªa Acosta, no lo logr¨®. Escapada en d¨²o que no tard¨® en consolidarse y alcanzar su ventaja m¨¢xima (14.55m en el kil¨®metro 158, a 60 de la meta). El pelot¨®n hasta entonces, tranquilo rodar al ritmo de mantenimiento del US Postal. Demasiado lento para el Banesto, que ve peligrar sus aspiraciones a la clasificaci¨®n por equipos. A 40 kil¨®metros de la meta, los de Unzue pasan delante. Comienza una nueva etapa.
Como alma que lleva el diablo lanz¨® el Banesto la carrera. Txente, Arrieta, Orlando, Baranowski, Mancebo, Odriozola, todos tiran, relevos cortos, velocidad mantenida. Bajo su impulso, y castigado tambi¨¦n por el viento lateral, el pelot¨®n se deshace. Se rompe en grupos diversos. Ning¨²n favorito pierde tiempo, pero todos corren sin respirar. Al final, ya fatigados, tambi¨¦n los del Banesto respiran. Han reducido a menos de ocho minutos la ventaja y ya se pueden dar por satisfechos. Vicente Belda, el explosivo director del Kelme, est¨¢ que revienta. No entiende por qu¨¦ el Banesto se mete en sus asuntos. Otros tambi¨¦n observan la escena desconcertados. El pelot¨®n, roto y trabajado, dicen, en una etapa que tendr¨ªa que haber sido de reposo. Est¨¢n locos estos espa?oles y sus dial¨¦cticas.
Pero no fue todo un asunto hispano-espa?ol. Por all¨ª anduvo tambi¨¦n metido un malt¨¦s de Hong Kong con alma escocesa y residencia en Biarritz. David Millar, el halc¨®n malt¨¦s, el primer l¨ªder del Tour, ha convertido al maillot blanco de joven en objeto de sus sue?os. No parar¨¢ hasta conseguirlo. Llegada la ¨²ltima cuesta de tercera, a cinco kil¨®metros de meta, se lanz¨® a desestabilizar a Mancebo, pero ¨¦ste estuvo atento. Otro corte por delante. Otro grupo trabajado. Menudo d¨ªa de resaca.
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