'West Side Story' se estrena con ¨¦xito en La Scala de Mil¨¢n
Dec¨¢logo
La versi¨®n pop o protonorteamericana de Romeo y Julieta, que se desarrolla en un suburbio de Nueva York con las luchas entre pandillas urbanas y su final tr¨¢gico, ha llegado al teatro de La Scala de Mil¨¢n y ha tenido ¨¦xito. Una compa?¨ªa norteamericana ha aterrizado en el coliseo milan¨¦s con sus cantantes, bailarines, escenograf¨ªa monumental y vestuario actualizado. Lo ¨²nico que no era yanqui es la protagonista: la espa?ola Montserrat Mart¨ª, que se entrega a una interpretaci¨®n exigente que le ha permitido mostrar sus dotes vocales, actorales y hasta de baile.Por primera vez el teatro de los teatros italianos y meca de la ¨®pera ha dado cabida a un producto norteamericano de dif¨ªcil clasificaci¨®n: West Side Story, la obra que crearan en 1956 Leonard Bernstein y Jerome Robbins, y que sus autores calificaron de "nueva ¨®pera americana", mientras que su ¨¦xito se produjo fuera del exquisito circuito de los teatros acad¨¦micos, en los populares coliseos de Broadway.
El music¨®logo Roberto Perata se pregunta por qu¨¦ precisamente West Side Story es la obra que ha llegado con luz propia y ¨¦xito a tantos teatros de ¨®pera del mundo desde Nueva York a Viena, la han cantado divos como Carreras, Horne o Te Kanawa y no ha sucedido nada parecido con otros musicales de ¨¦xito como My fair lady o Cats, o acaso otras creaciones del propio Bernstein como On the town.
El secreto no es otro que la calidad musical, ballet¨ªstica y argumental de una obra, que por encima de la aparente facilidad o popularidad de su lenguaje, tiene la dignidad de un trabajo culto, digamos, a la altura de Oedipus Rex o Peter Grines; la ¨²nica otra obra que puede parangon¨¢rsele en trayectoria dentro del musical norteamericano es Porgy and Bess.
West... llega a La Scala precedida de la pol¨¦mica de los puristas del g¨¦nero, pero avalada por una producci¨®n de calidad con artistas norteamericanos que bailan y cantan, a excepci¨®n de la protagonista femenina, que es la espa?ola Montserrat Mart¨ª, hija de Montserrat Caball¨¦. Las funciones, que se prolongaron hasta el s¨¢bado 22 y eran fuera de abono, colgaron cada d¨ªa el cartel de "No hay billetes"; la respuesta del p¨²blico scaligero puede decirse que ha sido entusiasta.
Los m¨¢s ortodoxos, en minor¨ªa, pero haci¨¦ndose o¨ªr, estiman que, como oferta veraniega, est¨¢ bien, pero que este teatro no debe hacer h¨¢bito de este tipo de productos "no precisamente cl¨¢sicos".
La cr¨ªtica italiana ha sido elogiosa para Montserrat Mart¨ª y benevolente con el resto; ella desarrolla el complejo papel de Mar¨ªa con gallard¨ªa, y baila (en su juventud estudi¨® ballet cl¨¢sico, lo que se nota sutilmente en su elegante manera de hacer), act¨²a, declama y canta en ingl¨¦s con solvencia. A mezzavoce tambi¨¦n se ha hablado de la discreta amplificaci¨®n de las voces, algo que es corriente en Broadway, pero que se considera herej¨ªa, casi un pecado de lesa cultura, en los teatros italianos. Por otra parte, estas funciones han sido una fiesta conmemorativa de la antigua y larga relaci¨®n de Bernstein con La Scala, desde los tiempos en que dirigi¨® a Callas en La son¨¢mbula o que el New York City Ballet estrenaba aqu¨ª La edad del ansia, del propio Robbins, con esa m¨²sica tensa y oscura.
Joey McKneely se ha encargado de la direcci¨®n y de la recreaci¨®n coreogr¨¢fica del original de Robbins, que ha sido respetada en t¨¦rminos de dise?o global, pues ¨¦l era un maestro original en toda regla y su secreto estaba en no prodigarse. West... en escena viva y en el cine se correspondieron con su etapa m¨¢s prol¨ªfica, pero que, as¨ª y todo, no excede las cinco o seis piezas entre The concert (1956) y Opus jazz (1958).
Robbins es el m¨¢s grande artista de la coreograf¨ªa del siglo XX en EE UU, y ¨¦l y Balanchine resumen la historia de la escuela norteamericana de ballet; West... es, en tal sentido, un dec¨¢logo que se imbrica a la perfecci¨®n con aquella frase heroica de Bernstein: "Nosotros tenemos el jazz"; y es as¨ª que el jazz y sus formas de danza se entrelazan a las evoluciones de ballet, creando una atm¨®sfera teatral donde el perfume tr¨¢gico se hace urbano y moderno. Bernstein no elude la influencia popular y el resultado justifica su triunfo en cualquier teatro, por muy a?ejo que sea su proscenio.La escenograf¨ªa de Jallis se hace sint¨¦tica y evoca las cl¨¢sicas escaleras de incendios neoyorquinas, y el vestuario ha sufrido una sutil actualizaci¨®n, pero se a?ora el de la ¨¦poca propia de la acci¨®n original, aunque West Side Story admite intr¨ªnsecamente estos cambios sin perder su emoci¨®n y el doloroso mensaje de su drama, a la saz¨®n hoy tan actual con los conflictos que plantean en todas partes la emigraci¨®n y las reprobables reacciones xen¨®fobas.
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