Vencedores y derrotados
La Comisi¨®n Ejecutiva elegida ayer con abrumadora mayor¨ªa por el 35? Congreso del PSOE ratifica los aires de renovaci¨®n pol¨ªtica, ideol¨®gica y generacional que la designaci¨®n de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero como secretario general hab¨ªa suscitado la v¨ªspera. No se trata s¨®lo -aunque tambi¨¦n- de partidas de nacimiento; baste con recordar el triste papel desempe?ado tradicionalmente en el partido socialista por j¨®venes oficiales al estilo de Javier de Paz. Aunque los atascos en la parte superior del escalaf¨®n hubiesen impedido hasta ahora su ascenso, los j¨®venes dirigentes de la corriente Nueva V¨ªa hab¨ªan conquistado ya sus galones en el trabajo institucional y la actividad militante: abstracci¨®n hecha de que su solidaridad con la historia reciente del PSOE incluya necesariamente tanto los aciertos como los errores; las salpicaduras de la corrupci¨®n, la financiaci¨®n ilegal del partido o la guerra sucia no les afectan personalmente.La designaci¨®n de Manuel Chaves como presidente de la Ejecutiva -cargo con funciones representativas y moderadoras- simboliza la continuidad con la refundaci¨®n de Suresnes en 1974; excursionista en la gira campestre inmortalizada por la c¨¦lebre foto de la tortilla, el nuevo presidente del PSOE ha sido dirigente de UGT, diputado y ministro con Felipe Gonz¨¢lez antes de ocupar la presidencia de la comunidad aut¨®noma con mayor poblaci¨®n y recursos presupuestarios. La destreza con que ha guiado el interregno entre la dimisi¨®n de Almunia y la elecci¨®n de Rodr¨ªguez Zapatero como secretario general acredita sus buenas condiciones para desempe?ar una tarea necesitada de prudencia, habilidad y mano izquierda.
Aunque Jos¨¦ Bono haya sido a t¨ªtulo personal el gran perdedor de un congreso cortado a su medida, el guerrismo tambi¨¦n ha cosechado como corriente una estruendosa derrota. La reivindicaci¨®n excluyente por su candidata oficial de la ortodoxia socialista e incluso del t¨¦rmino socialdemocracia hab¨ªa expulsado a las tinieblas exteriores a los otros tres aspirantes, supuestos submarinos ideol¨®gicos de la derecha. No parece probable que el eventual corrimiento de delegados desde Matilde Fern¨¢ndez hacia Rodr¨ªguez Zapatero para la votaci¨®n del secretario general fuese resultado de una consigna dictada desde arriba; la marginaci¨®n del guerrismo en la lista de la Ejecutiva desmiente el supuesto pacto con Nueva V¨ªa propalado por periodistas intoxicadores. El padrino de la derrotada familia arrastr¨® su megaloman¨ªa habitual por radios y televisiones para reclamar la imaginaria autor¨ªa de las ideas mas brillantes expuestas en el 35? Congreso; as¨ª como los adoradores de Ortega descritos por Luis Mart¨ªn-Santos en Tiempo de silencio estaban seguros que su maestro "lo-hab¨ªa-dicho-todo-antes-que-Heidegger", Guerra parece sinceramente convencido de ser el precursor de lo cierto.
Rodr¨ªguez Zapatero y la nueva Ejecutiva inician un duro camino; su propuesta de cambio tranquilo puede quedar neutralizada por las resistencias e inercias del aparato del PSOE o ser dinamitado por la guerra de facciones. Maquiavelo ya se?al¨® las dificultades de mantener el dominio de un nuevo principado incluso en el supuesto de haber sido conseguido por obra de la virt¨² (en este caso la iniciativa y la capacidad del grupo Nueva V¨ªa para darle la vuelta al congreso) y no por los azares de la fortuna (el dedo providencial de Fraga que design¨® presidente del PP a Aznar).
La reforma de las instituciones -subrayaba el perspicaz secretario florentino- tendr¨¢ siempre como enemigos "a todos aquellos que sacaban provecho del viejo orden"; en cambio, la captaci¨®n del apoyo de las personas beneficiadas por los cambios deber¨¢ superar "la incredulidad de quienes nunca creen en lo nuevo hasta que adquieren una firme experiencia de ello". Despu¨¦s de casi treinta a?os a lo largo de los cuales la administraci¨®n organizativa, laboral y econ¨®mica del PSOE no ha salido pr¨¢cticamente de las mismas manos y ha estado sometida a un r¨¦gimen de opacidad y secreto, los nuevos inquilinos del edificio no s¨®lo encontrar¨¢n resistencias para airear las habitaciones sino que tambi¨¦n pueden encontrase con desagradables sorpresas al abrir los cajones.
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