Fin de fiesta en Conde Duque

En cuesti¨®n de gaiteros hay, dicho sea con el m¨¢ximo respeto por todos, soplagaitas y m¨²sicos. Xos¨¦ Manuel Budi?o pertenece, sin duda, a esta ¨²ltima especie: la de quienes tienen algo que contar. Se trajo como invitada especial a Mercedes Pe¨®n. Gran voz la de esta joven mujer que ha acometido un trabajo importante de investigaci¨®n de las tradiciones populares por toda Galicia. Quienes no hab¨ªan tenido la suerte de escucharla anteriormente se confesaban impresionados.Aparecieron tambi¨¦n unas flamencas, no del cante jondo, sino de las que pueblan ciudades como Gante o Brujas: tres chicas con voces bien afinadas que, seg¨²n dijo el gaitero de Moa?a, se llaman La?s y son n¨²mero uno en B¨¦lgica. Su presencia estaba tan justificada como la del ave zancuda que comparte nombre con los habitantes de la regi¨®n de Flandes en el recibidor de casa. Nadie entendi¨® qu¨¦ hac¨ªan all¨ª, salvo cortar de cuajo el clima.

En la m¨²sica de Budi?o se atisban ideas interesantes, expuestas a veces de forma atropellada y desbocada: a menudo m¨¢s cerca de la confusi¨®n que de esa fusi¨®n de elementos que ¨¦l ha ido absorbiendo cual esponja. Tan confuso quiz¨¢ como en Aire do cruceiro, en que salieron las vocalistas de V?rttin?, chuleta en mano con la letra en gallego. Algo que vali¨® m¨¢s por la intenci¨®n que por el resultado. ?l est¨¢ en una carrera de fondo, y por solidez y preparaci¨®n parece capaz de salir airoso. Con esa gaita ardiente, como ha escrito Ant¨®n Reixa, con fuelle de humanidad internacional.Fin de fiesta para el festival Jazztel Music de este verano en el Conde Duque con un solista gallego, que despierta esperanzas entre tanta gaita desabrida, y un grupo finland¨¦s, que basa su fuerza en las voces de cuatro mujeres que se mueven con sencillas coreograf¨ªas de brazos y manos al estilo de los mangas japoneses. Una l¨ªnea de instrumentistas masculinos sobre la tarima: viol¨ªn, acorde¨®n, bouzouki, bater¨ªa, contrabajo y guitarra; Susan, Mari, Riikka y Kirsi, y su canto original y en¨¦rgico.

Agitando sonajeros y ristras de lo que parec¨ªan piedrecillas iniciaron A?j?, con una de ellas poniendo la voz amenazante de Linda Blair en El exorcista. Luego se quedaron solas y revivieron el esp¨ªritu de aquellas reuniones familiares en un pueblo cerca de la frontera rusa, en las que se cantaban antiguos runos, canciones que escaparon de la occidentalizaci¨®n de Finlandia. Mezclaron sus temas m¨¢s conocidos con los de su ¨²ltimo disco, Ilmatar.