Transici¨®n marroqu¨ª
Es posible que la transici¨®n y las reformas arranquen, por fin, en Marruecos al a?o de la llegada al trono del rey Mohamed VI. El soberano marroqu¨ª sigue conservando intacta su popularidad, a pesar de los problemas por los que atraviesa su pa¨ªs. Pero del monarca alau¨ª se espera algo m¨¢s que buenas promesas: que de las declaraciones de intenciones pase a los hechos. En su discurso de ayer dio signos visibles de que est¨¢ dispuesto a dar este paso: anunci¨® todo un elenco de reformas institucionales, legislativas y econ¨®micas con el claro objetivo de ampliar las bases de la limitada democracia marroqu¨ª, consolidar el Estado de derecho y modernizar las estructuras de poder. Quiz¨¢s la m¨¢s llamativa, y que puede tener m¨¢s efectos a corto plazo, sea la reforma del sistema electoral para dotar a Marruecos de consejos municipales, provinciales y regionales elegidos democr¨¢ticamente. Iniciar¨ªa as¨ª movimientos que pueden acabar con el par¨®n pol¨ªtico en que vive. Lo l¨®gico ser¨ªa que finalmente se convocaran elecciones legislativas para medir el estado de las fuerzas pol¨ªticas y renovar el Parlamento. Tras la desaparici¨®n de Hassan II, la alternancia que impuls¨® en 1998 debe ser corroborada en las urnas.La tarea de Mohamed VI no es nada f¨¢cil, al tener que hacer frente a ingentes desaf¨ªos. La situaci¨®n econ¨®mica no ayuda despu¨¦s de dos a?os de sequ¨ªa. En 1999, el PIB decreci¨®, y para este a?o se espera que aumente tan s¨®lo un 2% frente al 6% previsto hace unos meses, con un 22% de paro oficial. En esta situaci¨®n, el Estado no hace frente a sus obligaciones sociales, generando un caldo de cultivo del que se nutren unos movimientos islamistas en crecimiento, que tratan de suplir el apoyo social que no aportan las autoridades p¨²blicas en el terreno sanitario y asistencial.
La sociedad marroqu¨ª est¨¢ dividida entre los modernizadores, a¨²n minoritarios, y los tradicionalistas, como se percibe en los movimientos a favor y en contra de la emancipaci¨®n de la mujer. Es, por una parte, la resistencia del majzen, la administraci¨®n tradicional, y de la burocracia que rodeaba a Hassan II, sobre los que el nuevo rey no se ha impuesto todav¨ªa, a juzgar por los pocos nombramientos que ha efectuado, aunque ha ido marcando territorios. En este primer a?o como monarca, Mohamed VI ha tenido que mantener un equilibrio entre estas tendencias y, adem¨¢s, competir con los movimientos islamistas, cada vez m¨¢s p¨²blicos.
Y en medio de esta lucha entre el cambio y un imposible statu quo, se producen algunos signos preocupantes que afectan a la libertad de prensa, con el secuestro de alguna publicaci¨®n y la prohibici¨®n, al menos temporal, de importaci¨®n y venta de algunos peri¨®dicos extranjeros en Marruecos. Son signos de autoritarismo que Mohamed VI deber¨ªa disipar cuanto antes. En su discurso de ayer se comprometi¨® a garantizar las libertades, y especialmente la de prensa, lo que parece indicar un cambio de rumbo. Su misi¨®n es sumamente dif¨ªcil. Pero el sistema pol¨ªtico y social marroqu¨ª requiere abrirse. Es el modo de asegurarse su futuro.
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