DE COSTA A COSTA (2)
En busca del mogoll¨®n
- "?Pero no nos ¨ªbamos de picnic?". Bocata al bar. Es tan caro que a?oro que a las ONG de empresarios mallorquines les d¨¦ ¨²nicamente por costear yates y no bocatas. Vuelvo al autob¨²s. El pasaje est¨¢ de picnic ¨¦tnico alrededor del autob¨²s. Mientras hacen ver que comen, los ni?os escalan el cuerpo de sus mam¨¢s. Cuando llegan arriba de todo se sienten los amos del mundo unos segundos. Y luego se caen de morros. Estos juegos, snif, son una iniciaci¨®n a la vida de los adultos. Para llamarles al orden, empero, los padres les pegan una colleja ruidosa. Plaf. Esta colleja musulmana se parece notoriamente -por el ruido, muy logrado-, a la cl¨¢sica colleja jesuita, que en su d¨ªa renov¨® el g¨¦nero. Eso me pone ecum¨¦nico. En pocos minutos, dejo de estar ecum¨¦nico para pasar a estar sentado en mi asiento en el busete, listo para asistir a esa performance hispana consistente en subirte a un autob¨²s y bajar de un autob¨²s con cara de tonto del bote, cuando el conductor del autob¨²s no puede poner en marcha el autob¨²s. Nota: s¨ª, es cierto, he repetido chorrocientas veces la palabra autob¨²s. - Europa como ¨¢rea de servicio cutre. Al parecer falla un fusible. Lo van sustituyendo por otro fusible, hasta que no queda ning¨²n fusible en Castell¨®n. Entonces, el sector masculino del pasaje y el conductor se convocan en asamblea permanente, bajo el t¨ªtulo de Nosotros y el Fusible, una bonita reuni¨®n que aporta una renovaci¨®n de la disciplina. Mientras, el ¨¢rea de servicio se ha llenado de coches de toda Europa, con una porci¨®n del PNB de Europa dispuesto sobre el coche. Son emigrantes marroqu¨ªes. Cenan. Hablan de la vida y duermen en el coche o al lado del coche. No se pueden alejar mucho del coche, por temor a que alguien les mangue el cargamento. Sus hijos adolescentes asisten a esas evoluciones con cara de estar hartos del coche, del viaje y del cargamento. En conversaci¨®n con una serie de escindidos de la Asamblea Permanente por la Renovaci¨®n de los Fusibles, por fin descubro de qu¨¦ est¨¢ compuesto el cargamento fabuloso que llevan los coches. Son calentadores, sof¨¢s, tazas de w¨¢ter, neveras, vajillas y otros elementos que los inmigrantes llevan para equipar la casa que se est¨¢n construyendo en su pueblo. Los emigrantes espa?oles se fueron a Alemania para comprarse un taxi en Espa?a. Los marroqu¨ªes, para comprarse una casa en Marruecos. La emigraci¨®n espa?ola y la marroqu¨ª se parecen tanto que quiz¨¢s eso explique el mal rollo, a veces palpable -o, mejor, plafpable, de plaf- hacia la emigraci¨®n marroqu¨ª. Ellos somos nosotros. El ¨¢rea de servicio no deja de llenarse. Y se va convirtiendo en una met¨¢fora de su emigraci¨®n en los noventa y de la nuestra en los sesenta-setenta. Por ejemplo, a) el ¨¢rea est¨¢ llena de basura, b) est¨¢ abierta a todo el mundo, pero c) s¨®lo est¨¢n ellos, d) comen su propia comida y e) se lavan los pies en el lavabo. Mientras las ¨¢reas de servicio no sean mixtas, nunca podr¨¢n descubrir que en Europa uno no se lava los pies en un lavabo. En eso, se produce un espect¨¢culo de una belleza sobrecogedora.
- Am¨¦rico Castro y una se?orita de T¨¢nger. El pasaje parece darle la raz¨®n a Am¨¦rico Castro. Todos los moros y los cristianos del pasaje comparten la misma cosmovisi¨®n ante la aver¨ªa. Nadie se rebota, nadie pierde el humor y todo el mundo asiste a esa muestra de incompetencia con fatalismo. En eso, a una chica I+D consciente de sus derechos -y vestida, glups, muy consciente de su geograf¨ªa- se le ocurre acercarse a la Asamblea de Hombres-Fusibles y explicar que ha pagado un billete, lo cual le da derecho a un horario. Se arma pitote con el ch¨®fer. La chica cuadra al ch¨®fer. La Asamblea de Fusibles se convierte en Asamblea Por Tus Derechos. Hablan en ¨¢rabe. Algunas mujeres vestidas con el kit de musulmana se acercan y escuchan a la chica. Dicen que s¨ª con la cabeza. Los hijos adolescentes de esas se?oras dan la raz¨®n a la chica. Y, cuando acaba la asamblea, le tiran los tejos. La vida son derechos y tejos. Y ese compendio es lo que confiere cierta belleza a la vida.
- Uno se parece m¨¢s a su ¨¦poca que a su padre. Una hora despu¨¦s, gracias a la chica I+D, llega un autob¨²s nuevo. Cambiamos las maletas de un autob¨²s a otro. Son maletas gigantescas. Ahora ya s¨¦ lo que contienen. Contienen una casa. Los hijos adolescentes de los se?ores y las se?oras de las maletas se chotean de sus padres y de sus maletas. Posiblemente ya saben que nunca vivir¨¢n en esa casa. Y que tienen el derecho a no hacerlo. Cuando uno emigra lo puede hacer por una casa. Pero sus hijos descubren cosas y casas m¨¢s grandes. Ma?ana, si el reactor nuclear del bus no explota, llego a Algeciras y les cuento el resto.
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