Guerra de asesinatos selectivos para la conquista de Barranca
Paramilitares, guerrillas y Estado colombianos luchan por el control de la ciudad petrolera de Barrancabermeja
Fuera de Colombia, la ciudad de Barrancabermeja es conocida ¨²ltimamente por dos razones: el petr¨®leo y la matanza perpetrada por paramilitares el 16 de mayo de 1998, cuando siete civiles fueron asesinados y otros 25 resultaron desaparecidos. El petr¨®leo sigue fluyendo de la rica tierra que ba?a el r¨ªo Magdalena, pero la memoria de esa matanza juzgada por un tribunal internacional de opini¨®n se ha desvanecido.El pasado mes de julio, un grupo de hombres armados mat¨® a Elizabeth Ca?as, madre y hermana de dos v¨ªctimas de aquella matanza y una de las testigos que se hab¨ªa mostrado m¨¢s combativas en pedir el esclarecimiento de los hechos.
Elizabeth fue una de las casi 300 personas asesinadas selectivamente en los siete primeros meses del a?o en Barrancabermeja. Es la prueba del cambio de estrategia en la ¨²nica batalla por el control real de una ciudad (de unos 300.000 habitantes) en Colombia. Los grupos enfrentados comprendieron, tras los sucesos de 1998, que las matanzas (asesinato de m¨¢s de cuatro personas en la misma acci¨®n) no eran rentables y se plantearon acabar con el enemigo mediante otros m¨¦todos. Hoy, las listas de ejecutables corren por la ciudad y hay d¨ªas, como el pasado 13 de julio, en los que se ha llegado a asesinar a una persona cada 60 minutos, incluso en horario de actividad comercial.
"Somos el queso para los ratones", explica un l¨ªder social de Barranca (como se conoce a la ciudad en Colombia). El nombre de este hombre maduro, agotado por el peso de la muerte, no puede publicarse a los cuatro vientos, porque enseguida lo olfatear¨ªan los sicarios, pero, aun sin nombre, es testigo y acusador: "Est¨¢n matando a gente de segunda fila para no provocar un levantamiento". Analiza la situaci¨®n cuando todav¨ªa se est¨¢n realizando los velatorios de las siete ¨²ltimas v¨ªctimas, cuatro de ellas, del Seguro Social, y cuando la rumorolog¨ªa comienza a buscar culpables.
Lo cierto es que es dif¨ªcil saber qui¨¦n mata. Las autoridades aseguran que el incremento de los asesinatos selectivos en Barranca se debe al enfrentamiento entre las guerrillas, que tradicionalmente han controlado la ciudad, y los paramilitares de las denominadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Tambi¨¦n dicen esas mismas autoridades que no pueden investigar porque en Barranca la poblaci¨®n "es ciega y muda". "Es cierto que los paras [paramilitares] est¨¢n matando, aunque lo hacen sin mostrar la cara porque no tienen el control de la zona", explica otro l¨ªder comunitario an¨®nimo, "pero tambi¨¦n est¨¢n matando el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa mediante delincuentes, y tambi¨¦n se est¨¢n dando choques entre el ELN y las FARC ".
Respirar en Barranca siempre ha sido un ejercicio pesado por la humedad y el calor sofocantes de la zona, pero hoy se siente un aire m¨¢s denso. Recorrer la carretera que une Bucaramanga (capital de la regi¨®n de Santander) con Barrancabermeja es una loter¨ªa de tensi¨®n y, una vez dentro de la ciudad petrolera, entrevistarse con testigos de estas matanzas es hablar con los nombres que aparecen en las listas de futuras v¨ªctimas.
Por esa raz¨®n, el fuego cruzado est¨¢ empujando a una parte de la poblaci¨®n a huir, a "desplazarse", ese proceso por el que dos millones de colombianos han tenido que dejar sus casas, especialmente en las zonas rurales, para llegar con lo puesto a cualquier barrio de chabolas en la ciudad. Y el miedo no deja de expandirse, porque hay una amenaza que flota en el ambiente y que fue expresada a un diario local por el jefe de las AUC en la regi¨®n, alias Gustavo Alarc¨®n: "Tengan por seguro que de aqu¨ª a diciembre vamos a tener a Barrancabermeja ciento por ciento controlada, libre de guerrilla. Estamos preparados".
La lucha por Barranca, en cualquier caso, no es caprichosa. Puerto sobre el tramo del r¨ªo conocido como Magdalena Medio, fuente de energ¨ªa (petr¨®leo y gas), paso de las rutas del narco, centro del pujante tr¨¢fico ilegal de gasolina y trazado de futuras e importantes carreteras de interconexi¨®n, esta ciudad, seg¨²n coinciden los analistas, es un laboratorio para la guerra. Los pocos esfuerzos por traer desarrollo a esta regi¨®n del oriente colombiano han provocado m¨¢s desequilibrios. El valor de una hect¨¢rea al pie de la carretera pas¨® de 6.000 pesetas a 80.000 y, como relata uno de los testigos sin rostro, "los paramilitares le dec¨ªan al campesino: 'O se la compro a usted o a su viuda."
Si la ofensiva paramilitar por controlar la ciudad comenz¨® en 1998, ahora se ha recrudecido. La posibilidad de crear una nueva zona de distensi¨®n en el pa¨ªs para iniciar las conversaciones de paz con el ELN ha enconado el conflicto, ya que Barranca es la cabecera pol¨ªtica y econ¨®mica del ¨¢rea propuesta.
La guerra se libra sin testigos: la justicia no ha procesado a nadie por estos asesinatos, las fuerzas de seguridad se mantienen a la prudencial distancia del chaleco antibalas (cuando no est¨¢n acusadas de connivencia), y cada vez quedan menos l¨ªderes sociales o defensores de derechos humanos trabajando en la zona. Los barrios de la ciudad son un tablero de Risk, cada uno con el control de un grupo, y nadie entra o sale de ellos si no es acompa?ado por miembros de cada clan. Las bicicletas son sospechosas, porque sobre ellas caminan los informantes, y el ruido de las motocicletas eriza la piel, porque desde ellas se ha cometido la mayor¨ªa de los asesinatos.
Uno de los testigos tiene el ¨²nico truco para la supervivencia: "Volverse transparente".
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