Los nuevos 'cachorros' de ETA
La prepotencia de los j¨®venes que ejecutan la 'kale borroka' logra amedrentar a la mayor¨ªa de los vascos
El sobrino de una ex ministra del PP acaba en la comisar¨ªa despu¨¦s de pasar la madrugada del s¨¢bado gritando gora ETA entre cristales rotos, cajeros en llamas y veh¨ªculos apedreados. No es un novato, pero esta vez ha ido m¨¢s lejos. Los padres de este chico vasco al que a¨²n le falta bastante para cumplir los 20 a?os deciden esa misma noche que ya no pueden seguir mirando hacia otro lado.
El dedo como rev¨®lver
El sobrino de una ex ministra del PP acaba en la comisar¨ªa despu¨¦s de pasar la madrugada del s¨¢bado gritando gora ETA entre cristales rotos, cajeros en llamas y veh¨ªculos apedreados. No es un novato, pero esta vez ha ido m¨¢s lejos. Los padres de este chico vasco al que a¨²n le falta bastante para cumplir los 20 a?os deciden esa misma noche que ya no pueden seguir mirando hacia otro lado cuando le escuchan hablar de la necesidad de acabar con el sistema capitalista aunque sea a machetazos; o cuando lamenta con ira su condici¨®n de v¨ªctima de la represi¨®n que Espa?a y Francia ejercen sobre Euskal Herria. Los padres del peque?o gudari pertenecen a una familia acomodada, son nacionalistas de toda la vida y no soportan la violencia. Autoconvencidos de que los culpables del tremendo error de su hijo han sido sus amigos de la ikastola, le han internado en un colegio religioso de Pamplona. El chico parece arrepentido y su familia le cree a salvo, al menos por el momento, del mundo cerrado, cruel e imaginario en el que viven centenares de j¨®venes en el Pa¨ªs Vasco, 400 adolescentes capaces de movilizar a otros tantos y aterrorizar a millares de ciudadanos.
Gustos comunes
?Qu¨¦ clase de j¨®venes han creado los Gobiernos democr¨¢ticos tras 20 a?os de control peneuvista sobre la educaci¨®n, la televisi¨®n p¨²blica y la actuaci¨®n de la polic¨ªa auton¨®mica? Junto a una mayor¨ªa similar al resto de la Uni¨®n Europea, hay un importante porcentaje (30%) que justifica tanto la violencia callejera (la llamada kale borroka) como el asesinato, y un 9% est¨¢ dispuesto a empu?ar las armas en cuanto se lo pidan. Estos datos, recogidos en la mayor investigaci¨®n efectuada sobre la juventud vasca -encargada por la Universidad de Deusto en 1996- no s¨®lo siguen vigentes para el autor, el catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa Javier Elzo, sino que en este verano caliente sus peores previsiones se han visto confirmadas.
De estos dos ¨²ltimos grupos proclives a la violencia han surgido quienes en julio y lo que va de agosto han destrozado casi igual n¨²mero de transportes p¨²blicos que en todo 1999; quienes han reventado decenas de cajeros, volcado contenedores, incendiado viviendas e instituciones, enviado al exilio a dos profesores, agredido a empresarios... Apuntan como si el dedo fuera un rev¨®lver a quien quieren y cuando les da la gana: en la calle, en los bares, delante de la familia. Le han echado un pulso al sistema y alardean del desaf¨ªo. Durante los funerales de Patxi Rementeria, Urko Gerrikagoitia, Ekain Ruiz y Zigor Aranbarri -muertos el pasado d¨ªa 7 en Bilbao (Vizcaya)- convirtieron Durango, Hernani y Markina en ciudades fantasmas. "Nunca tan pocos han atemorizado a tantos", asegura el catedr¨¢tico Elzo.ETA dicta la estrategia del "terrorismo de baja intensidad"; su entorno pol¨ªtico la transmite y estos muchachos de sangre hirviente se encargan de ejecutarla. La calle es suya. Propiedad del n¨²cleo duro de Haika, la organizaci¨®n juvenil surgida el pasado 22 de abril en Cambo (Francia) de la fusi¨®n de Jarrai con Gazteriak (la rama juvenil proetarra del otro lado de la frontera), en una puesta en escena donde dos encapuchados esgrim¨ªan el estandarte de ETA mientras la voz en off de un jefe del terrorismo les animaba a seguir fuertes en la lucha "por la independencia de Euskal Herria".
La vanguardia de Haika, convencida de que cualquier sacrificio es peque?o si se trata de liberar a la patria vasca del capitalismo espa?ol y franc¨¦s e instaurar en su lugar el socialismo m¨¢s ortododoxo, desprecia al veterano que, en las asambleas de barrio o de provincia convocadas por EH para decidir qu¨¦ hacer ante cada acontecimiento pol¨ªtico, pronuncia palabras relacionadas con el debate. Por ejemplo, "dial¨¦ctica".
El infiltrado policial relata despu¨¦s a sus superiores las airadas reacciones de los m¨¢s j¨®venes, aunque asegura que pueden resumirse en una: "Compa?eros, un par de huevos, y al frente". Tambi¨¦n hay quien recuerda un enfrentamiento entre un veterano de Herri Batasuna y uno de estos muchachos, durante una asamblea en Vizcaya: "Oye, a m¨ª no me hables en ese tono de orden, que yo he luchado contra Franco", protest¨® el anciano. "S¨ª", le contest¨® el cachorro, "pero ahora no tienes cojones para salir a pegar tiros. No eres ejemplo para m¨ª". No s¨®lo dominan la calle. Tambi¨¦n empujan con fuerza a Arnaldo Otegi, el portavoz de Euskal Herritarrok.
Parecen bravos. Y est¨¢n seriamente enfadados con el mundo en general, y con la democracia espa?ola en particular. El perfil trazado por los investigadores de Deusto les sit¨²a entre los 15 y 26 a?os, varones en su mayor¨ªa, nacidos muchos de ellos en la comarca del Alto Duranguesado en Vizcaya o en Zestoa, Oiartzun y Hernani (Guip¨²zcoa). Proceden de familias de clase media y media-baja fuertemente ideologizadas en el radicalismo, aunque no faltan los hijos de nacionalistas moderados con s¨®lido poder econ¨®mico.
Pretenden cambiar la sociedad mediante una revoluci¨®n y creen que "la violencia de ETA no es tal, sino una respuesta a la aut¨¦ntica violencia: la represi¨®n ejercida por el Estado invasor". Su objetivo es "la ruptura frontal con las instituciones. Uno o dos de estos j¨®venes", refleja el informe, "pueden desquiciar un centro docente o una empresa. Pero ellos solos poco pueden, y necesitan la colaboraci¨®n de otros j¨®venes. Aprovechan la m¨¢s m¨ªnima queja o injusticia". ?sa fue una de las claves de la investigaci¨®n de la Universidad de los jesu¨ªtas.
Objetores de conciencia, insumisos, feministas radicales, defensores del euskera, ecologistas -las juventudes proetarras deben su mayor ¨¦xito a la oposici¨®n a la autov¨ªa de Leizar¨¢n- parados, okupas, excluidos sociales de cualquier tipo... Los peque?os amos de la kale borroka se erigieron como abanderados de todos estos colectivos y han obtenido a cambio simpat¨ªas y militantes.
No es el sentimiento nacionalista el principal motor que les une, porque este sentimiento es "tan fuerte o mayor en Catalu?a o en Flandes". Sin embargo, ¨²nicamente en Euskadi quienes se sienten agredidos por el sistema disponen de una banda armada o de unas juventudes expertas en el c¨®ctel m¨®lotov y el amedrentamiento. "Es un fen¨®meno ¨²nico en el mundo occidental", concluye el informe.
Que hay alborotadores callejeros con d¨¦biles convicciones patri¨®ticas lo comprueba a menudo la polic¨ªa auton¨®ma vasca durante los interrogatorios. "Aqu¨ª llegan tres clases de detenidos", comenta Teo Santos, un ertzaina especializado en combatir la kale borroka desde 1995. "Est¨¢ el que no te dirige la palabra, ni te mira a los ojos, para evitar cualquier s¨ªntoma de camarader¨ªa con el enemigo. ?sos son los dirigentes, los que ense?an a los novatos a mezclar la sosa y el clorato con la gasolina. Otros, en cambio, muestran alguna "peque?a grieta en su simple esquema mental" y, a veces, preguntan:
-?Por qu¨¦ me haces esto, si t¨² eres vasco como yo?"
-Lo mismo te digo.
-Yo lucho para que Euskadi sea libre.
-Y yo te detengo exactamente por lo mismo.
Este di¨¢logo de sordos roza en ocasiones el surrealismo cuando el detenido pertenece a ese grupo de marginados conocidos en todas las comisar¨ªas de la Uni¨®n Europea como los No Future y que, s¨®lo en Espa?a, han logrado enredarse en una violencia que se disfraza a s¨ª misma como pol¨ªtica.
-Chico, ?por qu¨¦ has destrozado tantos coches hoy?
-Porque todo es una mierda.
-?Y la lucha por Euskal Herria?
-Otra mierda.
-?Qu¨¦ pretendes entonces?
-Qu¨¦ arda todo. Que reviente el planeta.
La mayor¨ªa, en cambio, procede de familias convencidas de la necesidad de la lucha, y que probablemente cuentan con alguna v¨ªctima de los enfrentamientos policiales. La relaci¨®n de parentesco queda patente en las detenciones. La m¨¢s reciente -el pasado d¨ªa 8, en Bilbao-, fue el arresto de F. I., de 60 a?os, y su hijo, G. E., de 27, por presunto incendio de contenedores.
La familia que denunci¨® a su propio hijo en la comisar¨ªa de Santurtzi constituye una excepci¨®n en la memoria operativa de la Ertzaintza. En general, alegan desconocer las actividades de sus hijos, argumento poco cre¨ªble para Teo Santos porque, dice, "las habitaciones de estos chicos suelen parecerse unas a otras como gotas de agua. Y resultan bastante evidentes". Santos detalla los muebles austeros, el inevitable p¨®ster del Che Guevara, la cruz vasca y las pegatinas con la serpiente enroscada al hacha (el s¨ªmbolo de ETA).Han creado un mundo aparte. Sus ¨²nicos peri¨®dicos son Gara y Egunkaria; sus emisoras de radio, Euskadi Gaztea y Hala Beri, portavoces del entorno de los anarcos en ?lava, y el programa de Radio Euskadi Mar de Fueguitos, donde se describen de forma amena algunos de los excesos m¨¢s despiadados del capitalismo. El mi¨¦rcoles y el jueves pasado, por ejemplo, abordaron la deforestaci¨®n salvaje, la persecuci¨®n de unos ind¨ªgenas en Malaisia y los "efectos colaterales" de los bombardeos de la OTAN sobre Kosovo, que los expertos del programa calificaban de "homicidios puros y duros".
Un mundo propio cada vez m¨¢s cerrado. El defensor del pueblo vasco lo describi¨® el viernes como "secta". El catedr¨¢tico Elzo concluye: "Ellos viven en un planeta y nosotros en otro. El problema es que, hoy por hoy, flotamos en el espacio en movimientos centr¨ªfugos".
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