Mathieu Kassovitz cierra el concurso con otro 'thriller' pretencioso y hueco
Finaliza hoy una edici¨®n del festival que ha dado los mejores filmes fuera de competici¨®n
El director franc¨¦s Mathieu Kassovitz, que con su segundo y muy sobrevalorado largometraje El odio se convirti¨® en 1995 en una especie de tot¨¦mico revulsivo juvenil del cine de su pa¨ªs y que dos a?os despu¨¦s (1997) se gan¨® con su tercer filme, Asesino(s), en el mismo marco del Festival de Cannes, uno de los m¨¢s feroces abucheos que all¨ª se recuerdan, reincidi¨® ayer, con Los r¨ªos de color p¨²rpura, en el mismo modelo de thriller rimbombante, petulante, enf¨¢tico y hueco que le encumbr¨® antes de tiempo y luego le hizo morder el polvo del fracaso, quiz¨¢s tambi¨¦n prematuramente.
Imagen desp¨®tica
Se cerr¨® ayer el concurso de esta edici¨®n del festival donostiarra, a la espera de la lista de los premios que se dar¨¢ a conocer hoy, con esta, ciertamente m¨¢s llevadera que las anteriores, reincidencia del joven divo franc¨¦s Mathieu Kassovitz en el modelo de thriller (una rimbombante, muy enrevesada y completamente ret¨®rica variante del relato negro tradicional) que ¨¦l considera una parte irrenunciable de su voluntad de estilo y que, en cambio, otros (entre ellos, este cronista) juzgan una impostura encubridora, por voluntariosa que sea, de la falta de estilo de este cineasta, excesivamente obsesionado por la originalidad pero todav¨ªa carente de una aut¨¦ntica mirada propia.No obstante, en Los r¨ªos de color p¨²rpura, Kassowitz ha sido m¨¢s cauto, m¨¢s prudente y astuto que lo fue anta?o, y se ha curado en salud, aceptando y manejando claves del viejo g¨¦nero negro y aligerando de morralla seudofilos¨®fica este su modelo de thriller de autor que le proporcion¨® con su anterior pel¨ªcula, Asesino(s), uno de los m¨¢s un¨¢nimes, virulentos y tumultuosos rechazos que se recuerdan en los anales del Festival de Cannes. No incurre esta vez Kassovitz en la candorosa prepotencia de rodar cuanto se le pone entre ojo y ojo y darlo como cine de alto compromiso po¨¦tico y pol¨ªtico. Ha medido m¨¢s detenidamente las consecuencias de las cosas que se le ocurren a bote pronto y se ha cubierto las espaldas con un gui¨®n de corte mucho m¨¢s convencional y fiel a las normas y las servidumbres del cine de intriga.
Los r¨ªos de color p¨²rpura pod¨ªa haberse convertido en una pel¨ªcula muy trepidante, sencilla, tensa y plenamente divertida si Kassovitz hubiera desplegado la habilidosa trama argumental que maneja sin la pretensi¨®n de resolver con ella algunas turbulencias y turbiedades del enigma del fascismo que viene. Pero el gesto intelectualizador y el prurito de autor¨ªa le han gastado al cineasta franc¨¦s otra mala pasada, aunque esta vez de consecuencias mucho m¨¢s benignas que las del desastre de Asesino(s).El d¨²o de polic¨ªas protagonistas del filme que forman los estupendos Jean Reno y Vincent Cassel empuja con nobleza y eficacia desde la pantalla para que se cumpla entre las butacas su derecho a seducir a la gente que las ocupa. Y casi lo consiguen por su cuenta. Pero hay que decir casi, porque la hueca y altisonante voluntad de estilo de Kassovitz, mezclada posiblemente con una gota de vanidad, no les deja a los actores el campo libre que necesitan; y unas veces desde retorcimientos y oscurecimientos arbitarios de la imagen, y otras con el martilleo de una ensordecedora banda sonora, hace Kassovitz lo imposible para ser ¨¦l, desde detr¨¢s de la c¨¢mara, quien se adjudique la autor¨ªa del milagro de la seducci¨®n, un milago que obviamente as¨ª nunca llega. Y, aunque esta vez en medio de aires menos enrarecidos y m¨¢s llevaderos que en su obra precedente, recupera Kassovitz su gusto por la imagen desp¨®tica para fingir que hace cine libre.
Imagen no desp¨®tica, pero s¨ª mareante de puro opaca e insegura, adem¨¢s de con aires de obra de aficionado, es la de otro franc¨¦s, Nicolas Klotz, director de la infumable Paria. De mayor inter¨¦s es Rostro, curiosa pel¨ªcula japonesa dirigida por Junji Sakamoto, muy l¨²gubre y amarga, que cuenta con una excelente interpretaci¨®n de Naomi Fujiyama. Y el buen dram¨®n rural irland¨¦s Country, dirigido por Kevin Liddy, muy bien interpretado por un competente reparto coral que sabe depositar en la imagen algunas caricias muy eficaces de sentimentalismo.
Y nada m¨¢s, o poco m¨¢s, en el concurso, que este a?o se queda corto, con muy pocas pel¨ªculas de gran talla que permitan augurar un premio seguro para ellas. El reparto de galardones puede repartirse este a?o con alguna justicia entre las francesas Las flores de Harrison y Bajo la arena, la coreana Perro ladrador poco mordedor, las espa?olas La comunidad y El otro barrio, la mexicana La perdici¨®n de los hombres, la sueca Antes de la tormenta y la alemana Alaska.de., o incluso el disparate de que algo le caiga a Kassovitz. Nada se sabe, nada se entrev¨¦, nada se adivina. El jurado no lo tiene f¨¢cil.
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