Juan Vicente C¨®rdoba traza un l¨²cido retrato sobre los barrios marginales en el franquismo
La Mostra entra en su recta final sin que la competici¨®n haya ofrecido ninguna pel¨ªcula deslumbrante. El segundo filme espa?ol a concurso, Aunque t¨² no lo sepas, de Juan Vicente de C¨®rdoba, presentado ayer, refrend¨® la impresi¨®n de que muchas de las cintas programadas poseen momentos de emoci¨®n cinematogr¨¢fica, pero alargan demasiado sus tesis para conseguir el favor del p¨²blico. Algo similar se puede decir de la griega Pepermint, de Costas Kapakas, un reencuentro con la infancia que recurre en exceso a la sensibler¨ªa para llegar al coraz¨®n del espectador.
El debut en la direcci¨®n de largometrajes de Juan Vicente C¨®rdoba es un retrato muy digno de la sociedad espa?ola del tardofranquismo en un barrio marginal de Madrid. En su premiado corto Entre v¨ªas, C¨®rdoba ya apunt¨® una cierta mirada cr¨ªtica hacia un ambiente que le resulta familiar. "Mi protagonista es tan macarra como yo lo he sido", confiesa el director madrile?o, "y los personajes que retrato pertenecen al mundo en el que he crecido". As¨ª, Aunque t¨² no lo sepas parte de una historia de amor imposible para dibujar un excelente fresco de los a?os 70 en la periferia de la gran ciudad, cuando la droga no hab¨ªa tomado posesi¨®n de la marginalidad y el t¨¦rmino macarra era un apelativo casi cari?oso para reivindicar una manera de entender la vida: "En aquellos tiempos, los chavales que ten¨ªan algo que decir s¨ª que pod¨ªan escapar del barrio; desde finales de los 70, cuando metieron la droga en esos ambientes, ya es imposible", se?ala C¨®rdoba, que present¨® ayer su pel¨ªcula en la Mostra acompa?ado por la actriz Cristina Brondo.Basada en un relato corto de Almudena Grandes, Aunque t¨² no lo sepas funciona muy bien cuando mira hacia el pasado, pero deja la impresi¨®n de que las consecuencias de un presente previsible se estiran demasiado, como un chicle que est¨¢ a punto de quebrarse. En todo caso, es una pel¨ªcula de silencios y miradas perdidas, que gustar¨¢ a aquellos que buscan un punto de vista ins¨®lito sobre nuestro pasado m¨¢s reciente.
Tambi¨¦n vuelve la vista atr¨¢s, a su manera, Pepermint, la rememoraci¨®n que hace un ingeniero aeron¨¢utico de su ni?ez y adolescencia. Pero el suyo es un recuerdo muy inocente, plagado de buenos sentimientos y exento de un an¨¢lisis cr¨ªtico del tr¨¢nsito pol¨ªtico en Grecia. Sus apuntes sobre la monarqu¨ªa y la divisi¨®n social previa a la dictadura de los coroneles son ¨²nicamente anecd¨®ticos, como si s¨®lo interesara mostrar la cara amable de la clase media helena. El resultado es una pel¨ªcula muy blanda, que remite vagamente a los filmes con ni?os (en especial los provenientes de Italia) que tanto han calado en los espectadores de medio mundo, pero que aqu¨ª se queda en una visi¨®n muy vac¨ªa del contexto en el que se ubica.
Siguiendo con su pol¨ªtica de homenajes, la Mostra rindi¨® tributo ayer a la tonadillera y actriz Carmen Morell, un mito dela canci¨®n espa?ola de los cincuenta. Con la sala llena de viejos admiradores suyos y la presencia de Morell, se proyect¨® el filme Maravilla, de Xavier Set¨®.
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