La noche que rugi¨® el pantano

El cauce del r¨ªo Mijares cambi¨® el martes su apacible discurrir por un sordo rugido. La v¨ªspera, 23 de octubre, se cumplieron 18 a?os de la rotura de la presa de Tous, que se llev¨® por delante la vida de nueve personas y arras¨® la comarca valenciana de La Ribera. El fantasma de la pantanada, como la bautiz¨® la gente, parec¨ªa querer resucitar la noche del 24 a menos de un centenar de kil¨®metros hacia el norte, en otra llanura del litoral valenciano, la comarca de La Plana de Castell¨®n. Esta vez, la cat¨¢strofe empujaba la presa de un pantano con el nombre de Mar¨ªa Cristina, la reina regente de Espa?a cuando se encarg¨® su construcci¨®n a principios de siglo.Almassora, una ciudad de 17.000 habitantes, vivi¨® la noche pendiente del rugido del embalse y de su resistencia ante el empuje del agua. Durante toda la tarde y gran parte de la noche, en el Ayuntamiento seis funcionarios y dos polic¨ªas locales atend¨ªan las llamadas de los vecinos, que sobrepasaron el medio millar. Ped¨ªan informaci¨®n sobre el nivel de riesgo en zonas concretas. "Oiga, mi esposo necesita respiraci¨®n asistida y, si hay que evacuar, no podemos hacerlo con prisas", se lamentaba una mujer. "?Seguro que no corremos peligro?", insist¨ªa un hombre de mediana edad. "Nos han dicho que podemos estar tranquilos, pero hemos decidido irnos a casa de un familiar, porque est¨¢ en la parte m¨¢s alta", explicaba otro de los vecinos al acabar su consulta.

Cerca de 16 horas separaron el inicio de la amenaza de su final. El pantano, inaugurado en los a?os 20, resisti¨® la fuerza del enorme caudal que lo desbord¨® durante m¨¢s de medio d¨ªa. Almassora vivi¨® entre las 13.00 del martes y las 3.30 del ayer, mi¨¦rcoles, una de las jornadas m¨¢s intensas que recuerda. Especialmente tensa y vigilante fue la noche. El dispositivo de emergencias incluy¨® a todo tipo de efectivos de Protecci¨®n Civil, Bomberos y Polic¨ªa. La rotura, si llegaba a producirse, provocar¨ªa un incremento en el caudal del r¨ªo Mijares imposible de abarcar, lo que podr¨ªa causar su desbordamiento a pocos metros del casco urbano. ?sa era la peor hip¨®tesis

Los mayores fueron quienes m¨¢s tranquilidad aportaron. S¨®lo ellos recordaban lo ocurrido en 1962. Entonces, el agua se desbord¨® por encima del pantano m¨¢s de un metro, pero la presa aguant¨® y el cauce del r¨ªo pudo digerir el caudal. Sin embargo, en aquella ¨¦poca, el desorden urban¨ªstico era mucho menor y el gran n¨²cleo urbano, adonde tampoco lleg¨® el agua, se concentraba en un ¨¢rea m¨¢s peque?a que ahora. La proliferaci¨®n de viviendas unifamiliares e industrias a ambos lados del r¨ªo supone un obst¨¢culo que no exist¨ªa hace 40 a?os. Aunque, en principio, todo estaba controlado, la lluvia no cesaba y el dispositivo del Centro de Coordinaci¨®n de Emergencias Municipal (Cecopal) se mantuvo activo toda la noche.

La noche del pantano estuvo repleta de sombras que enturbiaban las mentes de los vecinos. De madrugada, el agua y la tensi¨®n aminoraron. Al amanecer, todos comprobaron c¨®mo el cauce del Mijares, con un asombroso y turbio caudal, hab¨ªa soportado las peores horas. Ya por la ma?ana, rein¨® la calma y, para bastantes vecinos lleg¨® por fin la hora del descanso.

El Mijares no s¨®lo da salida al pantano de Mar¨ªa Cristina, sino tambi¨¦n al embalse de Sitjar, de una capacidad mucho mayor. La idea era clara: esperar a que la afluencia de la Mar¨ªa Cristina fuera menor para abrir los aliviaderos de Sitjar. Algo no debi¨® funcionar correctamente puesto que los aliviaderos se abrieron a ¨²ltima hora de la tarde sin que el Cecopal fuera avisado. Fue el momento en el que el cauce soportaba un mayor caudal, alrededor de 1.600 metros c¨²bicos por segundo, una cifra demasiado cercana al l¨ªmite, situado en los 1.800 metros c¨²bicos.

La medianoche registr¨® un incremento en el n¨²mero de llamadas. "Pues en la tele han dicho que nos van a evacuar a todos", aseguraba una mujer de edad. A partir de la una de la madrugada, el tel¨¦fono del Ayuntamiento se limit¨® a sonar a oleadas y al mismo ritmo al que arreciaba la lluvia. Un hombre de poco m¨¢s de 30 a?os se acerc¨® a la casa consistorial a instancias de su incr¨¦dula esposa. "No ha de pasar nada y, si pasa, para eso estamos nosotros, para ir y avisaros", fue la respuesta que obtuvo.

Poco despu¨¦s, llegaba una buena noticia: "El pantano est¨¢ 15 cent¨ªmetros por debajo de su nivel m¨¢ximo". Nunca un palmo hab¨ªa causado tanta alegr¨ªa. A las dos, ya eran 20 los cent¨ªmetros que quedaban libres en el pantano. Despu¨¦s de doce horas, el alcalde, Jos¨¦ Luis Agust¨ª, que hab¨ªa recorrido y visitado en varias ocasiones el cauce del Mijares, acompa?ado por el jefe de la Polic¨ªa Local, cambiaba de cara. La Mar¨ªa Cristina se port¨® bien. Alrededor de las tres de la madrugada, la mayor¨ªa de los vecinos ya hab¨ªa apagado las luces de sus viviendas. Esta vez s¨®lo fue agua y lodo lo que lleg¨® al mar.