Balance de 12 a?os de coalici¨®n

Inevitablemente, la gravedad de la situaci¨®n pol¨ªtica vasca interpela retrospectivamente a los socialistas sobre sus 12 a?os de participaci¨®n en los gobiernos del PNV. Dos d¨¦cadas despu¨¦s del ascenso del nacionalismo al poder auton¨®mico, el PSE constata que Euskadi vive una situaci¨®n interna mucho m¨¢s inquietante que al principio de la transici¨®n. Comprueba que el miedo, la coacci¨®n y la inseguridad de la sociedad civil est¨¢ mucho m¨¢s generalizado y que la m¨¢xima Contra ETA, m¨¢s autonom¨ªa esgrimida permanentemente por el nacionalismo cl¨¢sico se revela como una falacia siniestra a la luz del desenlace del Pacto de Lizarra. Durante sus veinte a?os de Gobierno, el nacionalismo ha estructurado el pa¨ªs pr¨¢cticamente a su imagen y semejanza, pero este proceso no ha cortocircuitado la deriva del nacionalismo violento ni minado sus bases. De ah¨ª que buena parte de la militancia socialista que salud¨® masivamente la entrada en los primeros gobiernos de coalici¨®n se interrogue hoy cr¨ªticamente sobre este pasado y muy particularmente sobre la participaci¨®n del PSE en los Ejecutivos del periodo 1986-1998. "Por supuesto, la aportaci¨®n socialista ha sido fruct¨ªfera en muchas cosas, pero el balance global no puede ser positivo porque la colaboraci¨®n con el PNV no ha cumplido su principal funci¨®n, que era la de trasladar a la sociedad unos valores comunes que dieran cohesi¨®n social y estabilidad al marco pol¨ªtico", opina Ignacio Latierro, que dirige la librer¨ªa Lagun de San Sebasti¨¢n.En general, el reproche m¨¢s com¨²n, reiterado curiosamente por los sectores socialistas comprometidos con la cultura euskald¨²n, subraya la dejaci¨®n socialista en terrenos clave como la educaci¨®n, la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica, el pacto escolar que desplaz¨® a miles de profesores en raz¨®n de su insuficiente conocimiento del euskera. El ascenso general del PP, que en Euskadi ha movilizado m¨¢s que en otros sitios su abstenci¨®n, la bipolarizaci¨®n creciente y el conjunto de agraviados por la pol¨ªtica del Ejecutivo auton¨®mico le han llevado al PSE a perder el plus electoral que significaba ser la primera fuerza vasca no nacionalista. En las ¨²ltimas elecciones generales del 12 de marzo obtuvo 264.581 votos frente a los 320.892 del PP y los 345.356 del PNV, partido que capitaliz¨® en parte la ausencia electoral de EH. Los socialistas vascos fueron el partido m¨¢s votado en las elecciones auton¨®micas de 1987, pero en concordancia con lo que pareci¨® el principio socialista de la ¨¦poca "nada sin el PNV, casi todo el autogobierno para el PNV", inspirado en la raz¨®n de Estado, renunciaron al puesto lehendakari.

Hay quienes ven en aquella decisi¨®n el reconocimiento de un complejo socialista frente al nacionalismo, de una vocaci¨®n de segundones que conllevaba potencialmente el riesgo real de convertirse en la tercera o cuarta fuerza pol¨ªtica y en un partido bisagra. Seg¨²n el soci¨®logo Paco Llera y la ex eurodiputada Ana Miranda, el juicio cr¨ªtico del pasado corre el riesgo de ignorar las circunstancias de la ¨¦poca. "Durante bastantes a?os", dice esta ¨²ltima, "el PSE fue la ¨²nica representaci¨®n civil del Estado en Euskadi". Eran tiempos en los que las casas del pueblo eran atacadas, aunque no, desde luego, con la virulencia actual. Adem¨¢s de legitimar socialmente al PSE, un partido formado mayoritariamente por afiliados de origen inmigrante, los Gobiernos de coalici¨®n consiguieron estabilizar la democracia y el autogobierno con el concurso del PNV, obtener ¨¦xitos claros en la lucha contra ETA y llegar al Pacto de Ajuria Enea. A la luz de la historia, muchos socialistas sostienen la bondad de aquellas primeras alianzas gubernamentales, pero muy pocos son capaces hoy de defender al ¨²ltimo Ejecutivo de coalici¨®n.

Junto a la raz¨®n de Estado hab¨ªa, por supuesto, intereses menos honorables en un partido, falto de un verdadero liderazgo, en el que los cuadros dirigentes se confund¨ªan muchas veces con los cargos institucionales. La visi¨®n del Gobierno vasco como el paraguas en el que cobijarse de la tormenta: Rold¨¢n, Gal, etc., llev¨® a la direcci¨®n a hacer caso omiso del p¨¢lpito de sus bases y a permitir que el presidente de EA, Carlos Garaikoetxea, dijera aquello de "estos socialistas no se van del Gobierno ni con agua caliente".

El asesinado ex vicelehendakari Fernando Buesa, recuerda Maite Pagazaurtundua, conoc¨ªa muy bien el papel que el PNV le reservaba al PSE y por eso se mostr¨® muy reacio a reeditar el acuerdo de Gobierno, que s¨ª demandaba la direcci¨®n del PSE guipuzcoano. Adem¨¢s de por el peso del nacionalismo radical en esta provincia, la actitud de los socialistas vasquistas guipuzcoanos se explica por el hecho mismo de que la alianza gubernamental les otorgaba una representaci¨®n institucional superior a la que pod¨ªan aspirar con sus votos.