La Iglesia chilena
La Iglesia de Chile no tiene ninguna raz¨®n para pedir perd¨®n por su supuesto "silencio" durante el Gobierno del general Augusto Pinochet. Viv¨ª personalmente los rigores de la dictadura hasta octubre de 1975. Soy testigo de que desde las primeras horas despu¨¦s del golpe, la Iglesia de Chile dio refugio y ayuda a miles de perseguidos, entre los cuales me incluyo. Fue la Vicar¨ªa de la Solidaridad, creada por el cardenal Silva Henr¨ªquez y perseguida con dureza por la Junta Militar, la que me defendi¨® con sus abogados y la que me sac¨® al exilio a Ecuador. Conoc¨ª personalmente a sacerdotes asesinados por la Junta Militar. Tengo a¨²n en casa la Cantata de los Derechos Humanos, cantada en la catedral de Santiago, cuando muchos en el mundo y en Chile guardaban un silencio que hoy no guardan.En M¨¢laga, donde fui presidente del Comit¨¦ de Solidaridad con Chile, era la Iglesia de Santiago nuestro principal enlace con los oprimidos. Fueron tres funcionarios de la Vicar¨ªa de la Iglesia los degollados por defender a los oprimidos. La Iglesia de Chile, desde los albores de nuestra independencia, ha estado siempre ligada al pueblo de Chile. Fue un sacerdote, fray Camilo Henr¨ªquez, quien fund¨® nuestro primer peri¨®dico independiente, La Aurora de Chile; fue la Iglesia de Chile la que primero reparti¨® sus tierras; fue la Iglesia de Chile la que comenz¨® primero a plasmar la doctrina social de la Iglesia. Y, a pocos d¨ªas antes del golpe de Estado, fue el cardenal Ra¨²l Silva Henr¨ªquez quien convoc¨® al presidente Allende y a don Patricio Aylwin a su casa para dialogar, porque ve¨ªa la cat¨¢strofe que se acercaba. Don Ra¨²l fue quiz¨¢s el m¨¢s preclaro pol¨ªtico que ha tenido Chile en este siglo. Si alguien cree que esta voz proviene desde la Iglesia, mi partido era y es el Partido Radical de Chile, de una conocida historia independiente del confesionalismo, pero profundamente tolerante.- .
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